La poeta de ojos agua

¿Nunca te han dicho que te palpitan las pupilas?

Cuando me miras, esas estrellas que son tus ojos, titilan. Y si algo no te agrada, con un feroz parpadeo lo mutilas. Tu vistazo sobre mí me deja las pesadillas tranquilas. No pueden hacerme sufrir, me enseñaste que no caben en nuestras mochilas.

Amada poeta de ojos agua, si alguna vez sientes que te ahogas en tus propias lágrimas e hiperventilas, recuerda que siempre estoy ahí para zambullirme en tu lástima y acompañarte hasta la orilla. Quédate tranquila.

 

Tacto

He perdido el tacto

de darlo todo por ti.

 

No fue solo un beso

A veces quiero ser tu septiembre de aspecto ámbar para que estemos unidas en el mismo color, cada una con su perspectiva particular. Para ti, tono naranja relacionado con el Sol y su calor; para mí, el otoño que nos reunió.

Desde entonces, he buscado ser el torrente de lluvia tras tu parpadeo, enseñándote a nadar cuando la tristeza te sacuda con sus rudos meneos, y que mi escueto cuerpo te sirva como tabla de salvación en los momentos en que solo puedas respirar entre ensordecedores jadeos.

No fue solo un beso. Fue un latido a tiempo en mi mejilla ardiendo. Un primer avance para ver si correspondía pasar a la acción de llevar hasta tus labios mi Corazón. Pero las prisas, la noche y el miedo a asustarte acoplaron en mi cadena de errores otro eslabón… Observé cómo te marchabas por aquel paso de cebra que me dejó rayada tropezándome con mi propio pisotón inerte, pero fue más empinada mi acera plana que la calle por la que desapareciste de repente.

No fue solo un beso y, por no dar el paso siguiente, me quedé como los fantasmas: con un asunto pendiente. Ahora que el tiempo es incierto y no sabemos cuándo volveremos a tenernos enfrente, me entra prisa por confesarte lo que mi Corazón por ti siente. Solo espero no esperar demasiado, no vaya a ser que repita la jugada del pasado y, para siempre, lo lamente.