Ya lo he asumido

Después de una cita, nunca me masturbo, solo te hago el Amor a versos esculpidos. Recuerdo el día que hemos vivido y dibujo a garabatos cada uno de mis latidos. Escribo con tinta negra, el color del olvido, en un intento de protegerme de ese daño autoinfligido que me produce pensar que mis sentimientos se acerquen demasiado a tu Corazón prohibido.

Después de aquella cita, me abracé a tu cuerpo no por frío, sino por tratar de calentar tu valor compungido. Bajo esa nube empapándonos con su fluido, supe que eres tú, que a tu lado nada vivirá torcido.

Después de nuestra cita, llegué a la conclusión de que no quiero que te conviertas en mi nuevo Amor perdido y cargar con mi silencio con la veracidad de tu primer apellido.

Quiero ser sincera contigo como es debido. Ojalá no encuentres marido, porque tu inspiración es el aire que respiro. Suficientes veces me he mentido como para callarme a estas alturas que amo tus susurros y también tus gruñidos.

No voy a dar mis sentimientos por vencidos. Ya lo he asumido.

 

Estoy harta de ti

Estoy harta de ti. De que me arrastres a tus dudas y confundas mis decisiones. De tener que esperarte cuando quiero poner entre tú y yo toda la distancia del mundo. De que me digas lo que tengo que hacer de manera indirecta. De que sugieras qué pasos debo dar para acabar haciéndose tu santa voluntad.

Me tienes fatigada. Ya no creo tus palabras bonitas disfrazadas de bondad arrastrándome a una falsa sensación de seguridad.

Estoy harta de ti, Miedo. Hoy me he dado cuenta de que contigo puedo.

 

Unos instantes

Estos días, el miedo me estrangula la respiración. Incapaz de pensar sin sentir temor. No logro dar un paso sin ser consciente de que puede que tenga un pie en la tumba y la siguiente pisada me entierre para siempre. El fantasma de la vírica realidad es demasiado veraz.

Las lágrimas me ahogan. Cuando eso sucede, cierro mis trémulos párpados, me imagino entre tus piernas brazos con tus manos acariciándome la espalda para calmarme y diciendo algo que nunca sería capaz de retener, porque oigo tus palabras pero lo que escucho es tu voz. Apoyo la cabeza en tu pecho sin ninguna intención obscena y el terror, durante unos instantes, queda cegado con el resplandor de tu dulce fortaleza.

Por fuera, eres elementos de Vida: Sol y mar.

Por dentro, eres elementos de esperanza: sonrisas y felicidad.