Déjalo todo

Deja que el sol siga reflejando su luz en tus cabellos con bondad, así no temeré más a la oscuridad ni tú a la soledad. Deja que tus ojitos le hagan compañía a mis luceros, no apagues tu pestañeo, que verte triste no quiero, recuerda que en este lado de la Vida te espero. Deja a tu sonrisa expresarse aunque duela, déjame verte reír hasta que te distinga todas las muelas, déjala declamar mil versos o toda una novela.

Si el dolor te acaricia, déjate curar con una buena noticia. La que sea, da igual, verídica o ficticia. Pero nunca dejes de mirar de frente y sin malicia, porque si no, hasta la Vida misma se desquicia.

 

Otro escote de rebote

No hay escote que me haga olvidar

lo que tú y yo alcanzamos a soñar.

 

Navidad y nostalgia empiezan por “N”

Este es un relato triste, ya te aviso.

Tengo que hacer un esfuerzo terrible para no echarme a llorar por la pena de no verte. En realidad, tampoco podría; ya no me quedan lágrimas. Soportar las Navidades contigo en la otra punta del mundo, en otro hemisferio, o incluso en el país de al lado es tremendamente duro. Se me hace tan cuesta arriba como subir una montaña vertical por completo, como escalar por una aguja.

Así me resultan estas fechas. De por sí me espantan. Demasiada alegría es preocupante. Y si a eso le sumas que vuelves a faltar tú, ya no me queda gran cosa para sentir felicidad. Por eso en esta época noto la nostalgia más afilada. Ni siquiera sé cuál es tu color favorito…

Fuera llueve, pero es tan fría tu ausencia que hasta la calle la padece y ha helado. Nieva. Es una nieve de blanco roto, sucio. Tan sucio como el olvido. Tan roto como un corazón lleno de nostalgia en Navidad.