La Musa que te parió

Lo que daría porque vinieras y me besaras las lágrimas que me provoca tu rechazo, que me tiene el Corazón frito. Porque me permitieras acercarme y abrazarte los miedos para que, al menos, te duelan bonito.

Me encantaría enredar mis dedos en tu pelo al más puro estilo rococó. Soy la que atesora en su cuarto cada vez más menguante tu sonrisa más brillante que la Luna; una Luna que, para mí, jamás se apagó. Soy aquella barquera que tus mares nunca surcó porque tenía prohibido el acceso a tu Alma y, de miedo, se murió.

Te entregué mi Corazón y tú aún juegas con él como si fuera un vulgar yoyó. La Musa que te parió qué a gusto se quedó.

Sanseacabó.

 

Lo que quiero

Yo lo que quiero es un beso tuyo,

cuerdo o demente,

pero tan dulce y duradero

como para dejar de ahorcarme la mente.

 

Utopía distópica

Parece que el año se empeña en negarnos cada uno de sus días. No soportaría permanecer de pie observando cómo otro tren se me escapa, escurriéndose por su vía, perdiéndose en cualquier lejanía. Quizá mis palabras te suenen como una letanía, pero afirmo que toleraría vivir una existencia en la más absurda de las distopías a cambio de acariciar tu mirada con los latidos de mi Alma, que se supo recomponer de su herida.

¿No quieres probar a que mi abrazo derrita el frío de tu escudería? Te aseguro que no te sentirás vulnerable, sino como una Mujer que, a pesar de los miedos y su charlatanería, no llegó a darse por vencida. Créeme, te adoro tanto que jamás te mentiría. Querida, quiero sanarte de tus penas, que te dejaron el Corazón con forma abatida. Daría un pedazo del mío por besarte cada punto de esa cicatriz que posees tan bien zurcida.

“Eres solo una Mujer más”, me repito para no dañarme la Vida. Pero te confieso que, encantada, mis miedos suicidaría con tal de abrazar tus dudas más temidas. De tu ausencia, tengo la ternura compungida. Por favor, no me trates como si fuera alumna de una guardería. Mira atrás, perdona y olvida. Si algo siente tu Corazón, házmelo saber antes de que esta constante huida pueda con mis letras y acabe enredada en la utopía, codiciándote entre quiméricas fantasías.

Por hacernos felices cada día no imaginas cuánto daría…