Amo escribir

Amo escribir casi tanto como amo a mi musa.

Amo las suicidantes noches en que solo escribo porque no puedo dormir mientras los demás sí que son capaces. Pueden descansar, conversar o anudarse entre ellos. Yo también me estimulo. Provoco a las teclas al crear nuevas ideas y la mejor excitación que puedo alcanzar es el relato satisfactorio. Por eso amo escribir. Si no me entiendes, es que nunca has amado de verdad.

 

Vida mía

Me gustaría vivir sin preocuparme de hacerlo mal o bien. Comernos a versos y a besos todos y cada uno de nuestros labios. Que deseemos acabar solo para volver a empezar. Prefiero vivir cincuenta años de esta vida, gozarla y palmarla, que cien sin disfrutarla.

¿Recuerdas «Si nada es eterno»? Yo no me atrevía ni a leer aquellos cinco versos delante de ti. Y ahora sería capaz de gritar tu nombre hasta ensordecer el planeta entero, relatando todo lo que callé cuando te tenía cerca, tan cerca que dabas miedo.

 

Pasear, correr… vivir en movimiento

Al principio, corría perdida

con el alma de negro teñida.

Toleraba la vida

merodeando por cada día.

 

Sufría la sacudida

de tan interminable huida.

Fuga testificando la ida

hacia delante elegida.

 

Una mañana decaída

regresé al punto de partida.

El mismo en que uno se desvía

cuando sonríe la alegría.

 

Surgió de una avenida

tu estatura comedida.

Al son de una poesía colorida

dejé de caminar retraída.

 

Encontramos la salida

a esta absurda movida.

Acabamos corriéndonos unidas

sanando cada una sus heridas.