Alguien

Qué horrible eso de que te duela alguien a quien quieres porque ese alguien nos ha dejado de querer. O prefiere querer a otra que es más alegre, está más cerca o más viva. Otra que no vive sus días dando un paso atrás. Otra que no huye hacia adelante.

El rechazo de alguien a quien amas es un tipo de muerte en la que no llegas a morir del todo. Solo agonizas. Y vives entre estertores hasta que el de la guadaña se apiada de ti.

Y cuando dueles, en cierto modo es bonito. Está bien. Yo aún sigo tachando en un calendario que no acaba nunca los días que faltan para tu regreso, sin saber si ese día ha nacido. Si existe. Como si estuviese tan solo a unas semanas. A la vuelta de la esquina. En tu caso, la esquina es circular. Se me antoja un bucle sin fin.

Continúo visitando tus fotografías. Esas en las que salimos juntas. En realidad, solo son dos. Lo hago porque significa que, en algún momento, te gustaba sentirme cerca. A mí, ese momento me dura todavía. Así deduzco que mereció la pena el dolor que ahora dejas.

Y a lo mejor se acaba de poner a llover para que tengamos frío y la excusa perfecta para abrazarnos. Eso no tiene sentido… Porque cuando aquí llueve, yo miro al oeste desde mi ventana, preguntándome por qué no nos mojamos juntas. Miro al oeste porque ahí es donde has elegido vivir. Al oeste de Madrid. Al oeste de Portugal. Al oeste del océano. Y mucho más al oeste del mundo.

Me quedaría abrazada a la boca de la primera mujer que me sonriese, con tal de volver a sentir algo del calor que te llevaste. Había olvidado lo imposible que eres.

«Adicción a la ficción»

 

Aroma

Me puse unas gotas de perfume en las muñecas y el cuello. Una fragancia que me recordaba bastante a la tuya. A tu peculiar aroma afrutado y sensual.

Después me metí en la cama. Apagué la luz y, entonces, te hice el amor a distancia, como tantas veces desde que nos conocimos. Mis dedos te imaginaban, mutando en los tuyos, como si llevasen tu tacto. Los paseé por todo mi cuerpo, sintiendo que eran tus experimentadas yemas recorriendo la piel que en otra época se sabían de memoria. La pasión es la suma de dos personas que se cruzan por el camino. Acabé explotando de puro gozo, empapando de lujuria la sábana y, de rebote, todo el dormitorio. Acabé asfixiándome entre el olor a fantasía. Así me mentí en la cama.

«Adicción a la ficción»

 

Beso

Recuerdo un beso en concreto. Uno que le quiero regalar de nuevo a mi corazón para que pueda volver a ponerse en forma y deje de saltarse latidos entre suspiros.

La boca dueña de esa carantoña iba y venía, subía y bajaba por mi piel, juguetona, tras una mirada pícara. Paseaba sobre mi cuello sin apenas rozarlo, encendiendo las partes de mi cuerpo que está prohibido nombrar. Me dominaba en aquel momento con su resurgido carácter. Yo extendía los brazos y me rendía ante ella, descubriendo cada vez un universo infinito, delicioso y siempre fresco para mí.

Me besaba todo el cuerpo y ahora, que no está, tengo la piel en carne muerta.

Aun así te doy las gracias, Beso, porque me enseñaste que amar de nuevo no me pone tanto en peligro como mi costumbre de aislarme. Que vivir bien merece la pena.

«Adicción a la ficción»