Efectos 

Quiero recoger todos los pasos que se te caigan al caminar. Acompañarte en cada uno de ellos si cojeas. Enseñarte a mirar hacia delante cada vez que el desánimo te obligue a agachar la cabeza; y a cómo seguir avanzando, aprendiendo de los golpes. A rescatar las fuerzas cuando no tienes ganas de enfrentarte a la vida, cuando te atascas con los lunes por la mañana…

Que le den por culo al protocolo, a las formas, a lo correcto; a no quejarse, a pedir perdón, y a fingir afecto. Que le vaya bonito a guardar silencio, aunque por ello creas que te desprecio. Que le den a la luz del sol y a todos sus efectos, porque a mí me apetece seguir soñándote en la cama, aunque eso sea lo incorrecto.

Adicción a la ficción

 

Diablo azul y el resto de su clan

Subida al escenario estabas, con el jersey de punto que tanto resaltaba tu figura. Un pañuelo de cuadros te abrazaba los hombros. No combinaba para nada con el resto de tu ropa, pero te hacía especial, como solo tú eres. Y los poemas sujetos con las dos manos, como si quisieras retenerlos para siempre a tu lado. Derrochabas seguridad desde tan alto. Me imponías respeto e infinidad de emociones que se enmarañaban todas y aún sigo intentando desenredarlas.

Allí, en aquel pub, con las paredes de ladrillo al descubierto, y el público prestándote atención, mirando tus ojos y tu boca al recitar, yo contemplaba también las mismas zonas, pero intentaba tocarte el corazón a través de mis pupilas, entregándote el mío antes de cada parpadeo. Con el hilo musical propio de las tertulias poéticas, la conjunción que tenías con el mundo en esos momentos era única, mágica. Inigualable. Y cada segundo que pasaba, me enamoraba más de la vida a la que tus versos entonabas. Un sinfín de diablos azules fueron testigos de mi amor por tus palabras regaladas, por tus miradas murmuradas, por tu presencia desenfadada, siendo tú misma. Pero claro, tú eso nunca lo supiste.

Adicción a la ficción

 

Del uno al diez, tú

Qué guapa está, maldita sea.

Qué lejos anda, maldita sea.

Cuánto habla, maldita sea.

Qué tajante es, maldita sea.

Qué bien huele, maldita sea.

Cómo la extraño, maldita sea.

Qué bien sonríe, maldita sea.

Qué gran artista, maldita sea.

Pero tiene novia, maldita sea.

 

Cómo te quiero, maldita seas.

Adicción a la ficción