Abrazo eterno

Tu abrazo eterno e interminable dejó impreso en mí su huella imborrable. Después de él, te regalé un perpetuo beso en la mejilla de lo más confiable; tú solo me miraste, querías ser amable. Dame una pista fiable, un “sí”, un “no” o algo palpable, que se me atropellan los latidos por tu contradicción tan inestable.

Me pareces una mujer adorable, pero no te ansío como mi nueva Musa narrable. Eso podría ser pasable, solo que tú vas un paso más allá porque tu ternura es admirable. No deseo que esto que ha nacido entre nosotras se convierta en algo razonable. Por probar tus besos vivo en una constante codicia insaciable que me arroja todo su peso y me rebana la esperanza con su más tajante sable.

Por eso admiro tanto nuestro abrazo eterno, inmutable. Así puedo soportar tu ausencia sin sentirme una miserable.

Lo que daría

Lo que daría por besarte en los momentos en blanco y suicidarte los miedos por cualquier barranco. Con mis propios pies ya no me estanco. Si tú sientes lo mismo, regálame una señal, que me arranco a abrazarte desde cualquier flanco.

Parte de mi confesión

Espontánea. Contemporánea. Divertida. Amante de la Vida. Sexy y cañón. Rodeada por un sutil halo de rebelión. Adictiva. Con iniciativa. Multicolor. Sabes hacer frente a cualquier dolor. Poetisa más libre que la propia brisa. De palabras nada escuetas. Por qué no admitirlo, con un buen par de ***** carpetas donde guardas los poemas con que tanto lo petas. Parlanchina hasta los huesos, siempre te quiero cerrar esa bocaza a besos.

Tras tu inocencia lo que me inspira más salvajismo es tu olor. Me das ganas de follarte la respiración mientras con dulzura hacemos el Amor. Eres transparente y no usas máscaras como el resto de la gente. Tan dulce pero nada empalagosa, ¿cómo no ansiar inmortalizarte con mi prosa? Tu inteligencia sin aires de pedantería es señal de que has aprendido de las heridas por las que, en tu pasado, sufrías.

Tienes el carácter que más escasea en el mundo y también el más necesario cuando la angustia escupe su «no» más rotundo: eres risueña y logras que los que te rodeamos nos sintamos menos perdidos, menos vagamundos.

Tus letras son acogedoras. Normal, eres una gran autora. Yo tengo la suerte de dejarme acariciar por ti cuando te leo en mi momento favorito del día: la aurora. Preciosa sin ser creída, me hace muy feliz que, de una manera u otra, estés en mi Vida.