El verde que nos unió

Nos unió el color del optimismo y la bonanza. Puede que para muchos solo se trate de una simple semejanza. Para mí, fue el inicio de la coreografía compuesta por las mariposillas que revolotean por ti dentro de mi panza. Los días en que tu pensamiento me alcanza me siento valiente para mirarte con total confianza y susurrarte al oído que me encanta cómo la libertad a tu alrededor danza.

Si alguna vez la risa se te extravía, yo conservo para entregarte la que me regalaste aquella tarde de invierno en el parque de la añoranza. Recuerda que te aguardo en la unión de nuestro color verde y que no cargo con ninguna balanza para medir nuestra confianza. Lo único que atesoro es el poderoso deseo de volver a sentir mi parsimonia de la mano de tu templanza, igual que el día que nos vestimos las dos de verde esperanza.

 

Lo que daría

Lo que daría por besarte en los momentos en blanco y suicidarte los miedos por cualquier barranco. Con mis propios pies ya no me estanco. Si tú sientes lo mismo, regálame una señal, que me arranco a abrazarte desde cualquier flanco.

 

Maldita se(d)a

Y que todo se me siga torciendo, maldita sea. Para una vez en mi Vida que rozo la casi absoluta felicidad, algo viene y lo pisotea. Me lo niega sin motivo y eso me asquea. Ese algo es tu rechazo, levantas tu dedo corazón sin latidos y la esperanza me bateas.

Descubrí que te quería porque me inspiras. Porque me fallas, nos miramos y soy incapaz de enfadarme contigo aunque me hayas dejado la ilusión con el aspecto de un mendigo. Menos mal que el papel en blanco siempre será testigo de que, una vez, nos sonreímos y alcancé a abrazarte más de cinco segundos, plantando mi Amor en tu mejilla y compartiendo el revoloteo de mis mariposillas con las que se alojan detrás de tu ombligo.