¿Cómo miras el agua?

Hay quien ve su interés para saciarse la sed. Hay quien trafica con su elemento para embasarla en una botella hasta dejar solo cemento. Hay quien se fija tanto en ella que sobre su superficie ve impresa cada estrella. Hay quien utiliza los ríos y pantanos como cubos de basura, ojo con decirles nada porque encima te censuran. Hay quien cree verse reflejado, como si en el agua residiera lo más sagrado. Hay quien en ella ahoga sus penas, siendo su tumba ideal para rajarse las venas. Hay quien nada encantada en su textura porque solo así su Alma se le pone dura. Hay quien trata de proteger todo lo que resguarda en su interior, fauna y flora al completo para que conserven su color.

Yo miro el agua y recuerdo la lluvia de tu parloteo sin omisión. Quiero que nos atrevamos y que esta vez me digas “acepto juntar mi nube con tu algodón, acepto la colisión”. Mojarme con tu rocío dulzón, tu lluvia de risa e ilusión, tus perdigonazos al hablar en tono burlón y las lágrimas tormentosas exteriorizando tu dolor con la cólera de un inocente jaquetón. Lamerte el sudor en plena excitación, sentir tu saliva en mi interior y tu néctar de la pasión. Mojarme contigo, sea de ruina o de emoción, siempre será el mejor chapuzón.

Arrugas

No sé por qué a la gente le molesta tener arrugas. Ellas son como la veteranía de tu biografía, no se trata de una fuga. Cicatrices contando una historia de final feliz, surcos que tus lágrimas enjugan. No reflejan dolor sino todo lo contrario: Vida que aún madruga. Narran el avance del tiempo, sea veloz o a paso de tortuga. Esculpen en tu cara que has sonreído incluso cuando sientes tu existencia tan flácida como una hoja de lechuga.

Ponte ante un espejo, mira hacia abajo y verás que, entre tus piernas, no se cobija una escoba ni a tu nariz le nacen las verrugas.

No le temas a las arrugas, solo preocúpate de no vivir arrugada, así que apechuga.

Posibilidad

Nunca has sido una batalla perdida, sino una guerra en la que preferí no luchar.