Pecio

Todo el océano que le cabía en la mirada

lo lloré cuando mis sentimientos naufragaron en su parpadeo.

Sin nada que tener

Prefiero mezclar mi veneno más oscuro con tu bebida ennegrecida de placer y verte doble eternamente sin nada que perder, que tirar de la cadena y no volver a verte jamás, condenada a imaginar lo que pudo ser.

Voz de gladiolo

Hoy me he despertado con un agudo dolor en el pecho. Mi brazo izquierdo no hormigueaba y mi espalda parecía soportar su carga habitual sin excesos extras. Pero la sensación de angustia era cada vez más enérgica.

Al llevarme la mano al corazón he notado que los latidos hablaban con incoherencia. El ritmo estaba roto. Cada uno palpitaba con su caprichosa melodía bipolar.

He cerrado los ojos un segundo solo para descubrir qué era lo que sucedía: faltaba el compás de tus palabras, faltaba tu cadencia. Esa que se corresponde con mi armónica demencia. Faltaba tu esencia y me sobraba tu ausencia. Si las voces se definen por colores, la tuya es del tono de los gladiolos que han sobrevivido a sus (t)errores.