Océano sin mareas

Existe un océano sin mareas. Al sumergirme en él, la Luna me mece entre sus fluidos a empujones. Bailamos una danza ardorosa donde nadie pisa a nadie. Donde un paso no está por encima de otro. Sus aguas son espesas, y esa es la excusa perfecta para no despegar la piel de su textura.

En tal inmensidad es un delito no acercarse a olfatear el sabor salado de su elixir verdemar. Si algo está prohibido es «no bañarse» en su néctar de cristal. Su abrazo no es gélido, imposible tiritar. Momentos únicos para pactar una tregua inmensa entre tus dudas sin solucionar y la tentación de dejarte asfixiar. El hogar ideal para bañar todo lo negativo que necesites ahogar.

Existe un océano sin mareas, aunque no te lo creas. Mientras el Sol continúe sin seguir los guiones, sobrevivirá la esperanza de aprender nuevas lecciones.

Perdóname

Perdóname cuando te digo algo bonito. Ten compasión si con mis palabras indirectas te irrito. Disculpa por sugerir que mi cicatriz lleva tu nombre escrito. Indúltame si no te pido permiso cuando sueño con que sobre tus labios me precipito. Lo siento, pero ya me he cansado de alejarte de a poquito. Quiero existir dándole un fuerte mordisquito a todo aquello con lo que yo misma me limito. Sé que, tanto tú como yo, no queremos que nuestra historia se convierta en un mito. No me voy a sentir mal por ello, no cometo ningún delito.

Lamento sacarte de quicio, te aseguro que no es por vicio; me hechizas demasiado y también odio tu maleficio, pero a mi razón le he ganado el juicio. ¿Sabes por qué me gustas incluso cuando te pones en plan ficticio? Porque cuando lloro y mi cara es más fea que Picio, tu recuerdo me ayuda a levantar la vista del suelo, acompañándome hasta el inicio.

Si empezáramos de nuevo (II)

Si nos diéramos una oportunidad en condiciones, no volvería a enumerar las estrellas del cielo todas esas noches que no estuviste junto a mí, y pasaría a contar las veces que brilla la Luna en tus pupilas cada vez que me miras. Dejaría de planear una guerra en el lado de los buenos autores o los malos soñadores para hacer el amor contigo en la misma cama y sanarnos los escozores. Revolvería todas las palabras del mundo hasta encontrar unas que rimen sin que nos timen.

No sé tú, pero yo no aguanto más que el destino interfiera cuando intentamos romper tanta espera. Te haría (poemas desde) el amor con toda la ternura que me inspira la unión de nuestro utópico sabor.

Anhelo acariciarte la vida y regalarte un sinfín de abrazos cada día. Compartir unos cafés mientras pensamos en si haremos bien poniendo nuestro destino del revés. Besarte las patas de gallo y cada una de tus arrugas, que tú las miras mal, pero yo te recuerdo que te hacen auténtica, de verdad; son señales de que te has reído hasta la saciedad. Y si te nace alguna cana solo es porque intenta brillar más que tu mirada, tintando tu pelo de plata.

Ahora que sé ser sincera, si empezáramos donde sugerimos a parpadeos una vez, no volvería a dejarme arruinar por mi timidez. Quizá sanaría las heridas que me he ido abriendo en este camino de años fingiendo, nadando a contracorriente en los recuerdos del ayer persiguiendo por doquier algo imposible de sostener.

Traficaría con los sentimientos, recorrería los lunares de tu espalda y de todo tu cuerpo, perdería mi norte por el sur de tus caderas y le aullaríamos al cielo nocturno como dos fieras. Te regalaría un sueño y mil estrellas más la luna, porque la realidad de esta fantasía es que te amo como a ninguna.

Si me dices que sí, yo giro el mundo para que siempre te dé el sol y te acompaño en las tinieblas cuando sientas que has perdido el control.