Pasión entre cuatro paredes empieza cuando Abigail Ackerman, reputada abogada, escritora y productora, acude a la gala de los premios Emmy en Los Ángeles. Gracias a la consabida entrevista sobre la alfombra roja, nos enteramos que su novia es Natasha Wechsler, actriz de éxito, hermosísima y cargada de un tremendo glamour. Igualmente nos enteramos (porque Abigail se lo suelta a la periodista preguntona sin la menor concesión a la discreción) de que, aunque ahora está muy feliz con la estrella de cine y TV, antes estuvo enamorada de otra. Se trata de Ela Ballentine, también profesional del mundo del espectáculo. Abigail, demostrando ser una maestra en las artes diplomáticas, aprovecha para poner verde ante toda la audiencia al novio de Ela, llamado Charly Sunday.
Resulta que Ela Ballentine está metidita en el armario y usa al tal Charly como tapadera. Él, a cambio, ha obtenido un claro lanzamiento de su carrera. Parece que, en el mundo del espectáculo, arrimarse a los y las famosos/as que ocultan su orientación afectivo-sexual suele ser muy provechoso.
El caso es que Ela Ballentine, mucho esconderse y mucho presumir de hetera, pero está que se muere por acostarse con la abogada. La abogada, en principio, se resiste. Todo son loas y alabanzas hacia su novia Natasha, todo proclamar públicamente lo muchísimo que la ama y lo adorable y guapa que es. Hay incluso planes de boda.
En efecto, Natasha y Abigail planean casarse en breve. No obstante, van surgiendo pequeños desacuerdillos, tales como dónde van a vivir, si dejarán la industria del cine, el tema de tener niños… En fin, nada que una pareja no pueda solucionar hablando. O, por lo menos, nada que no debería solucionarse hablando.
Pero Ela Ballentine es terca cual mula y no hace más que perseguir a Abigail y a dejarle claro que quiere un polvo (o más de uno, que en eso la chica no pone restricciones). La abogada está todo el rato venga a decirle que no, que ella está muy enamorada y que de ninguna manera va a ponerle la cornamenta a Natasha. Ahora bien, el plan de Ela tampoco es malo del todo: seguir al acecho y aprovechar cualquier resquicio de crisis que detecte en la relación para coger desprevenida a Abigail y…echar el polvo. Y una vez consumada la infidelidad, ya tendrá atrapada a la abogada (básicamente porque se le va a caer la cara de vergüenza y no acumulará arrestos suficientes para pedirle perdón a su novia).
Abigail, por su parte, tampoco la ha olvidado. La tentación sigue latente. Pero no quiere hacerle una faena tan gorda a Natasha.
Hasta aquí, todo normal. Por supuesto, no vamos a revelar si efectivamente el coito se produce, si la ruptura se perfecciona o si la relación se mantiene. Pero sí hay que señalar que a partir de un punto concreto, todo el mundo pierde la cabeza desaforadamente. Y cuando digo perder la cabeza, no me refiero a que se vaya un poco la pinza, no. Aquí hablamos de chifladuras graves.
La conclusión que puede sacarse es que la gente está pero que muy loca. Si el amor pasional lleva a esos extremos, de verdad que prefiero una mansa tranquilidad carente de tales ardores. Menos pasión de esa clase, por favor, y más felicidad.
Cambiando de tercio, el estilo en ocasiones parece más propio de un guion, construido únicamente a base de las frases que pronuncian las protagonistas, pero sin identificar la autora de cada enunciado. Si el diálogo en cuestión dura poco, se puede seguir; pero si se extiende a lo largo de varias páginas, llega un momento en que es difícil identificar quién está hablando en ese momento.
La novela (o al menos el ejemplar que he leído) necesitaría una revisión a fondo de la redacción, la ortografía y la puntuación. A veces resulta un poco complicado seguir el relato, aparecen mayúsculas en la mitad de una frase, faltan puntos y comas, las palabras están unidas cuando deberían estar separadas …. Incluso hay algún error en los nombres, que lleva a confusión y obliga a volver a releer porque se detectan incongruencias. Por ejemplo, el siguiente párrafo, en el que la primera “Ela” parece más bien referirse a Natasha:
“…así que Ela me hace falta y no puedo tener suficiente de ella y no me importaría verla todos los días de mi vida, sus besos son como el agua para mi sed, pero siento que la estoy utilizando porque sería fácil volver a enamorarme de Ela, ella fue mi primer amor tengo que decir que aún siento cosas por ella, pero tengo que admitir que Natasha me vuelve loca….”
Tras esa recomendable revisión, la narración posiblemente se podría leer con menos dificultad.