El problema de Irene en estos momentos es la soledad. A primera vista, una mujer de éxito como ella, debería ser feliz sin mayores reparos: contadora de éxito, también profesora, sus ingresos son óptimos, tiene dos hijos con brillantes futuros profesionales…. Hasta consiguió separarse hace años del impresentable de su marido y librarse de él definitivamente.
Pero sabe que no está satisfecha. Y llega a pensar si su amiga Ángela tiene razón cuando le dice que necesita experimentar emociones complejas. Bien, pero… ¿qué tipo de emociones complejas?
Casualmente, una joven estudiante de periodismo lleva varias semanas pidiéndole con insistencia una entrevista. La chica ha recurrido a la rectora, a su socio en el despacho y a varios más. Irene se ha negado a concedérsela porque cree que como mujer emprendedora y de éxito profesional (ese es el objetivo de la entrevista) puede haber otras más representativas que ella. Pero pasan algunas cosas que hacen que se replantee el asunto.
Y entonces se presenta Amanda a realizar la entrevista. Es una muchacha vivaz, de ojos brillantes y sonrisa encantadora. Algo se mueve dentro de Irene. Y está claro que ese movimiento interior tendrá sus repercusiones.
Lo bueno de la cuestión es que Amanda corresponde a ese sentimiento de igual forma. Definitivamente, ambas se enamoran la una de la otra. Pero como no todo puede ser dicha, pronto comienzan los problemas. Irene sabe que sus hijos (Sara y Paulo) no van a ver bien la relación. Teme el rechazo por el hecho de que Amanda tenga bastantes años menos que ella. Y el rechazo, efectivamente, se produce.
Elegir entre sus hijos y su novia es un dilema demasiado fuerte. La pregunta es: ¿podrá el amor de Irene y Amanda superar obstáculos tan grandes o la presión será demasiado grande y tendrán que adaptarse a la amarga realidad?
Emociones Complejas, como hemos visto, establece como conflicto central de la trama la dificultad de una mujer madura para que sus hijos acepten que está enamorada de una chica muy joven. Tan joven, como que tiene menos años que uno de ellos.
El tema es interesante porque, a la par de defender la autonomía de la madre, también resulta fácil ver que a los hijos les cueste un poco entender la situación. Y encima con una mujer, el colmo. Pero lo importante, o lo que debe importar en todo caso, es el amor, el cariño y el respeto. Así que, si realmente quieren a su madre, deben respetar su elección y comprenderla. Todo lo demás son cuentos y ganas de fastidiar y controlar.
De hecho, los motivos de los hijos para oponerse a la relación de Irene tienen mucho de egoísmo. Hay razones que no deberían esgrimir, como por ejemplo que la gente se reirá de ellos cuando sepan que su madre sale con una chica más joven que ella.
Por otra parte, las dudas de las dos participantes en la relación están igualmente bien resueltas. Es muy lógico que tanto Irene como Amanda alberguen sus propias inseguridades: una teme que la jovencita acabe prefiriendo alguien de su edad, una vez pasado el inicial deslumbramiento; la otra tiene miedo de ser únicamente un experimento de la experimentada profesora y que, cuando se aburra de la novedad y de disfrutar de sus frescas carnes, la abandone por otra aventura.
También es bastante realista que se pasen la mayoría del tiempo en la cama, que no puedan pasar más de unas pocas horas sin verse y que borboteen de emoción a cada instante. Normal en los primeros tiempos del amor. Lógico y creíble.
Se trata de una novela con buen pulso narrativo, veraz y con los personajes y situaciones bien desarrollados. Tiene emoción, centrada sobre todo en la incógnita de si Amanda e Irene podrán con todo o no (porque de verdad que se lo ponen muy difícil). Creo que es una historia bonita, bien contada y que puede resultar de lectura amena e interesante.
Que la disfrutéis, si os apetece.