¿Alguna vez te has puesto a pensar en cuál es la fórmula perfecta para crear un deportista de élite? ¿Qué pasta se necesita para conseguir elevar el nivel un paso más allá y romper la barrera de todo lo que se ha conseguido hasta el momento? Es una de las reflexiones más grandes que me produjo ver la película de Nyad, hay personas que construyen su destino y Diana Nyad es una de ellas.
Cuando se trata de ver películas lésbicas, siempre me ha gustado la variedad. Sí, tiendo a disfrutar más las comedias románticas, pero porque hubo un momento en que absolutamente todo eran dramas y esas eran precisamente las joyas de la corona. Me fascinaría ver por ejemplo una aventura fantástica con una protagonista lesbiana y tengo que admitir, que la idea de una cinta basada en el triunfo épico de una deportista lesbiana me llamó mucho la atención.
Nyad nos cuenta una historia de la que ya todos sabemos el final. La de una mujer que, treinta años después de haberse retirado de la competición de elite de la natación, decidió que quería ser la primera persona en cruzar a nado desde Florida hasta Cuba sin jaula. Pero en este caso, el verdadero interés de la historia no está en si llegó o no a su meta sino en los ¿por qué y cómo?
¿Qué llevo a una mujer de 60 años a decidir que podía y quería conseguir una hazaña que no había podido lograr con 20? De primera mano, esta es la pregunta con la que inicia la premisa de Nyad. En ese sentido, es la típica película americana deportiva, en la que la protagonista atraviesa miles de dificultades antes de salir triunfante. Y podría haberse quedado solo en eso, pero Nyad va más allá gracias a la increíble interpretación que hace Annette Bening de Diana. Que lejos de quedarse con la parte épica de la historia, profundizo en esa parte de ella que la llevo a la gloria, pero que también la hace ser una persona muy difícil de tratar.
Diana Nyad: Todo el mundo debería tener complejo de superioridad.
Porque Diana se sabe interesante y no tiene la humildad de no demostrarlo. Es una persona que quiere comandar cualquier lugar en el que entra y a la que, la palabra no, le entra por un lado y le sale por el otro. Convencerla de que está equivocada es prácticamente imposible porque su determinación roza la locura. La única persona capaz de ponerle un alto al huracán que lleva por dentro es su mejor amiga Bonnie (Jodie Foster), y para mi la relación entre Diana y Bonnie es un eje central de la película.
Es muy difícil ver una película lésbica centrada en la amistad de dos mujeres, que se quieren muchísimo y son prácticamente familia, pero no comparten nada romántico. En este sentido, Nyad es una joya porque creo que la amistad entre mujeres lesbianas es un aspecto que no se ha explorado en profundidad en muchas cintas y a mi personalmente me ha hecho ilusión verlo.
La película nos deja claro que, Diana es un motor incansable en búsqueda del éxito, pero Bonnie es el aceite que la engrasa y la mantiene cuerda. Porque esa línea que separa a una persona determinada y exitosa que rompe las barreras de una loca autodestructiva a veces es muy fina. Viendo esta película me sentí un poco como cuando vi el documental de Free Solo (que por cierto es un documental que dirigieron los mismos directores de esta película), porque te das cuenta que sí, Diana Nyad o Alex Honnold son personas que saben exactamente cuales son sus habilidades y hasta donde pueden llegar si empujan. Y los que estamos fuera de ese círculo solo podemos mirarlos aterrorizados y sufrir, porque tenemos claro que jamás en la vida nos atreveríamos a hacerlo.
El nivel de las actuaciones, no solo de Foster y Bening, sino de todo el reparto es bastante alto y la historia no se hace pesada porque han sabido explicar muy bien como el proceso mental tiene igual o más importancia que el físico en estas pruebas.
En conclusión, «Nyad» es una película sobre la historias de lucha y superación de una deportista que se rompió barreras. Pero también la de una mujer lesbiana y su «familia elegida» que incluso a los 60 años, no sin dificultades, aprende a madurar y mejorarse a sí misma. Con una actuación estelar, una dirección cuidadosa y una producción que respeta tanto la historia como al espectador, Netflix nos entrega un relato inspirador. Es un testimonio del poder de la voluntad, la persistencia y un recordatorio de que, a veces, para encontrarnos a nosotros mismos, debemos aventurarnos en aguas desconocidas.