Bienvenidas a un resumen semanal más de Sueños de Libertad, la serie líder en audiencias donde nos prometieron curvas y amigas, agarraos bien que aquí las tenemos ya. ¿Preparadas para sufrir con Marta y Fina esta semana? Se viene el Drama.

Si os parecía poco por la montaña rusa de emociones por la que hemos pasado las MAFIN semanas anteriores ,con planes frustrados y el apuñalamiento a Fina entre muchos más acontecimientos, que nos han dejado odiando aún más si cabe a Jaime, alias Pescanova, y al padre de Marta, Damián. Ya apuntaba a maneras la semana pasada a que iba a suceder lo inevitable. Todas lo intuíamos, pero eso no significa que duela menos.

Marta y Fina en el episodio 65 de Sueños de Libertad

Con Jaime trabajando ya en el dispensario y una actitud de Marta bastante resignada con la situación, recordamos que ya le había dicho a Fina que si le compensaba vivir de migajas, dejando una puerta abierta a Fina para que finalizara la relación, pero Fina pese a todo lo que está sufriendo no escoge esa opción, al menos por el momento.

Tras el plantón de Marta, que finalmente sin oponer demasiada resistencia, escoge ir a comer con el capitán pescanova en lugar del pícnic que había preparado Fina y que en un principio Marta le había dicho que sí que iría, nos encontramos a una Fina derrotada.

Mientras se encuentra sacando de esa cesta todo lo que había preparado para Marta con mucho cariño, aparece su padre Isidro preguntándole a su hija muy extrañado que hacía en casa, ¿No tenías un pícnic? Fina le dice a su padre que al final el plan se ha cancelado por un imprevisto, uno que ya había, haciendo referencia al marido de Marta, pero esta parte solo la entendemos nosotras, claro. Y justo ahora se viene «La conversación» en mi opinión, la que hace abrir los ojos a Fina para tomar la decisión más dura que ha tenido que tomar. Isidro le pide a Fina que se siente un momento con él para preguntarle por qué está tan triste.

Isidro: ¿Por qué estás tan triste? ¿No quieres contarme lo que te pasa?
Fina: No padre, lo que no quiero es incomodarle hablándole de mi relación, es lo último que deseo.
Isidro: Merezco esa respuesta, lo sé. Pero tienes que entender que yo soy un viejo y tengo ideas de viejo.
Fina: Y yo de tener la poca sensibilidad de intentar normalizar algo con lo que desde luego para usted no es normal.
Isidro: Bueno, pues tendrá que empezar a serlo, que remedio.
Fina: Qué remedio, sí, si el que no se conforma…
Isidro: Fina, tú y yo no hablamos mucho del día en que falleció tu madre, eras muy pequeña.
Fina: ¿Por qué quiere que hablemos de madre ahora?
Isidro: Esto es muy duro para mí, pero a veces conviene sacar ese dolor porque sirve para recordarla.

Fina está muy extrañada del motivo por el que saca su padre la conversación sobre los últimos días de su madre, pero finalmente comprenderá el porqué lo hace. Tanto su madre, como ahora Isidro, que comprende por fin la situación, lo que más quiere para su hija es que sea feliz. ¡Menuda evolución ha tenido el padre de Fina! A coste de una puñalada y casi perder a su hija, ya nos ha quedado muy claro que es muy cabezón, pero bien está lo que bien acaba y nos encanta la relación que tienen ahora Isidro y Fina, de amor y comprensión y que Marta nunca ha llegado a tener por parte de su familia.

Isidro: En los últimos días de tu madre, en esta casa, hablamos mucho sobre el futuro. Sobre la posibilidad de que un cabezón como yo criase a una niñita como la que teníamos, sensible, atenta, cariñosa… Tu madre me enseñó todo lo que tenía que saber para ocuparme de ti cuando ella no estuviera. Hubo cosas que aprendí con ella y otras que tuve que aprender a la fuerza. Pero, hubo algo que me dijo que no olvidaré en la vida.
Fina: ¿El qué?
Isidro: El último día que estuvo entre nosotros, me agarró las manos con fuerza y me dijo: «Pase lo que pase, Haz que nuestra hija sea feliz».

¿Escuchan eso? Es el corazón de Fina haciéndose trizas, entendiendo lo que debía hacer aunque no quisiera y debo admitir que el mío también lo hizo. Sin querer, Isidro, le ha dado el mayor consejo a su hija, nos guste o no lo que sucederá después. Aunque la conversación no acaba ahí, también le pedirá perdón por no saberla escuchar y Fina, aunque rota por dentro, está muy agradecida de poder hablar sinceramente con su padre y sentirse querida y comprendida.

Isidro: Fina, tú sabes que me importas mucho, ¿Verdad?
Fina: Claro, como usted a mí, muchísimo.
Isidro: Entonces, contéstame a una sola pregunta ¿Eres feliz con la persona que has elegido? Porque yo no te veo feliz y eso es lo que más me preocupa.
Fina: Ya se me pasará.
Isidro: No Fina, no es así, no es tan sencillo, aparte de que a mí me cueste mucho aceptar tu vida sentimental y que en ocasiones me comporte como un necio, lo que más quiero en este mundo es que tú seas feliz, ¿Entiendes? Te lo mereces. Así que… Te lo voy a preguntar otra vez ¿Eres feliz?

Y pese a que Fina no contesta a su padre, con esa mirada triste y agachando la cabeza ya tenemos la respuesta. No, no lo es. Y yo creo que es justo en este momento donde Fina ya sabe lo que tiene que hacer.

Desde luego saben como ponernos en tensión y es que durante lo que resta del episodio se centrarán en las tramas de la Doctora Borrell, por un lado, Jaime en el dispensario y por otro con Luis y su «amigos no amigos», el embarazo de Claudia, y Tasio liándola con lo de que quiere a ese niño a toda costa, dejando hasta en el último momento el temido encuentro entre Marta y Fina.

Ya es de noche y Marta se encuentra en el despacho de la colonia, ultimando algunos detalles de la nueva campaña porque la comida con Jaime se ha alargado más de lo que quería ella, por lo que eso propicia que no esté en la cena que María ha organizado en casa de los de la Reina con unos clientes.

Mientras ella está de espaldas a la puerta vemos como Fina entra por ella, ahí ya pensé ¡Agárrate que se viene el momento más duro hasta ahora! La cara de Fina lo dice todo… Y con un «Hola» hace que Marta se gire inmediatamente. Marta ajena a lo que se viene le sonríe tímidamente mientras que Fina cierra la puerta del despacho.

Fina le pregunta a Marta si había llegado muy tarde de la comida con Jaime y Marta le explica que se empeñó en dar un paseo después de la comida e intenta excusarse por no haber podido acudir al pícnic que Fina había preparado, que ya encontrarían otro momento. En todo momento vemos a una Fina muy segura de sus palabras, respondiendo de forma corta y concisa e incluso yo diría que muy fría dejando que Marta siga hablando.

Aun así vemos como poco a poco por más que hable Marta, la actitud de distancia de Fina sigue inamovible, en cambio, Marta empieza a ponerse nerviosa y su expresión cambia por completo incluso cuando le dice a Fina que ya encontrarían otro momento para el pícnic y Fina responde ¿A sí? ¿Cuándo? Atención a la cara de Marta que se pone en pánic atack, intuye lo que viene ahora al no poder responder a esa pregunta. Y amigas, se viene la ya más que evidente ruptura.

Fina: Cuando era pequeña y mi madre todavía vivía, a veces nos íbamos de paseo a Toledo a merendar y a dar una vuelta. Y un día nos paramos por un escaparate donde había una muñeca preciosa, preciosa. Yo nunca había visto nada igual. Y desde ese momento yo solo podía pensar en que quería tenerla y tenerla y tenerla así que le pedía a mi madre que sí me la podía comprar. Pero… ¿Sabes qué?
Marta: ¿Qué?
Fina: Que mi madre no me podía comprar una muñeca tan cara, así que me tuve que conformar con verla a través del escaparate.
Marta: Siento que tengas un recuerdo tan triste.
Fina: Y lo peor de todo, ¿sabes que era? Que cada vez que volvía a Toledo y pasaba por delante del escaparate miraba a esa muñeca con el dolor de saber que nunca sería mía.
Marta: Fina yo…
Fina: Un momento, un momento Marta, déjame terminar, he venido a decir algo y quiero hacerlo.
Marta: Perdona, dime.
Fina: Estos últimos días me he sentido como esa niña, infeliz porque Marta, sé perfectamente lo que quiero, perfectamente y sé que no puedo tenerlo.
Marta: Yo te prometo…
Fina: No, no me prometas algo que no puedes cumplir Marta, aunque quieras. Intenta ser feliz con tu marido.
Marta: Sabes que eso no va a pasar, pero si esta mañana estabas decidida a continuar a pesar de mi matri…
Fina: Ya lo sé, pero es que no se puede Marta, no tiene ningún sentido seguir así.
Marta: ¿Estás segura?
Fina: Marta, yo prefiero vivir con el recuerdo de lo que hemos vivido juntas que con la esperanza de algo que no va a llegar. Pero escúchame, quiero que sepas que te he querido y te quiero con toda mi alma, y que no tenerte es lo peor que me ha pasado en la vida. Adiós…

Y con una caricia de Fina hacia Marta, mientras ambas se van rompiendo por dentro, se despide Fina y se marcha, cerrando la puerta tras de sí. Nunca había visto una forma tan preciosa de romper con alguien, preciosa, pero desgarradora, usando unas metáforas increíbles que dejan a Marta sin palabras, entendiendo que no puede hacer nada por cambiar la situación, destrozada por dentro y por primera vez vemos que también por fuera rompiendo a llorar de forma desconsolada y sola, como siempre ha estado Marta por más rodeada de gente que se encontrara.

Y justo así, con Marta llorando desconsoladamente en su despacho, y yo también para que negarlo, con un nudo en el pecho damos por finalizado el episodio 65 de esta semana de MAFIN luto que se nos viene por delante.

Marta y Fina en el episodio 66 de Sueños de Libertad

Amanece un nuevo día en la colonia y las cosas no están para nada tranquilas, toda la entereza que tuvo Fina para romper la noche anterior con Marta la ha perdido por completo. Y la chica se encuentra metida en cama llorando como una magdalena, Claudia que se está arreglando para ir a trabajar, le dice a Fina que se le va a hacer tarde para llegar a la tienda. Pero Fina le responde que está agotada y que no se puede levantar. Claudia le pregunta si es la herida o el cansancio lo que tiene a Fina así y responde que un poco de todo.

Claudia, preocupada por su amiga que se ha dado cuenta de que ha estado llorando, decide llamar al capitán pescanova para que atienda a su amiga. Pese a la negación de Fina hacia Claudia, Fina no quiere ver al causante de que su historia de amor se haya roto, y mucho menos porque su herida física no es la causante del dolor que tiene, no quiere que la atienda, pero Claudia insiste y para no levantar sospechas no le quedará otra que aceptar sobre todo si quiere liberarse de ir a trabajar y ver a Marta allí.

Tras eso, Claudia se topa con Carmen, la capitana de nuestro barco MAFIN y le ha contado que Fina ha pasado muy mala noche, así que para allá que va Carmen a ver a su gran amiga Fina.

En cuanto Carmen abre la puerta y ve a su amiga tirada en la cama sabe que algo no va bien y Fina entre sollozos se lo hace saber, cierra la puerta y se sienta a su lado preguntándole que le pasa. ¡¿Es que me vais a preguntar todas todo el rato de verdad?! Exclama Fina con dolor e impotencia.

Carmen: Es otro tipo de herida la que te duele, ¿Verdad?
Fina: Es Marta…
Carmen: ¿Te ha dejado?
Fina: He sido yo Carmen, he sido yo. Ella me había dejado las puertas abiertas pero…
Carmen: ¿Pero por qué?
Fina: Tú ya me dijiste que esto iba a ser muy difícil, pero es que ha sido imposible.
Carmen: Cuanto lo siento…
Fina: Ay estoy hecha polvo, no puedo más, no puedo más… He tenido que renunciar a ella para no sufrir, pero es que este dolor está siendo insoportable.
Carmen: Fina, pero igual encontráis la forma de seguir.
Fina: ¿Cómo? Carmen, ¿Cuándo?
Carmen: No lo sé… Igual podéis volver a vuestras escapadas.
Fina: Que no… Que su marido está muy pendiente de ella, no la va a dejar en paz. No ves que se cree que tiene una aventura con el fotógrafo ese.
Carmen: Ya… Pero si vais las dos, yo creo que no va a sospechar nada.
Fina: Nos terminaría descubriendo, tiene la mosca detrás de la oreja y eso sí que no puede pasar, porque eso sería nuestra ruina, en todos los sentidos.

Carmen: Bueno y que piensa Doña Marta.
Fina: Es que si yo veo a Marta, si la veo es que me muero, Carmen, es que me muero, es que yo no puedo ir a la tienda, ¿no lo ves? Me puedo romper en cualquier momento, no puedo.
Carmen: Ya está tranquila…

Y es que Carmen se ha ganado a pulso ser la capitana de las MAFIN siendo una amiga comprensiva, que escucha a Fina, la apoya en todas sus decisiones y está ahí para consolarla en los momentos tan duros por los que está pasando Fina. Algo que Marta no tiene a su alrededor y que veremos reflejado durante esta semana, todos apoyarán a Fina transmitiéndole todo su cariño y preocupación, en cambio, también veremos a una Marta más sola que la una y teniendo que guardar las apariencias solo por el mero hecho de llevar el apellido De la Reina, aunque ¿hasta cuando podrá soportarlo?

Volvemos a la habitación de Fina, que se encuentra mirando el libro que le prestó Marta, Madame Bovary, y aunque todas las fans tenemos la duda de si realmente se lo llegará a leer, lo esconde en el cajón de la mesilla, justo en el mismo momento en que entra por la puerta el doctor pescanova. ¡Pero vamos a ver! ¿A este señor no le han enseñado de que hay que llamar a la puerta antes de entrar? Y más si es la habitación de una señorita.

Fina sigue con la insistencia de que no hace falta que la atienda, que ya se encuentra mejor, pero como hemos podido comprobar da igual que lo que le digas a este señor que por un oído le entra y por otro le sale, así que toca reconocimiento médico, bendita la paciencia que está teniendo Fina por no mandarlo de paseo de una vez por todas. Se nota que Fina está muy molesta con él, ya que saca su carácter peleón y tira de ingenio e ironía para deshacerse lo más pronto posible de él.

Tras la revisión le recomienda cambiar de pastillas y ahí es cuando Fina se pone muy nerviosa, ya que el pescanova abre el cajón de la mesilla y se fija en el libro de «Madame Bovary» diciendo «Es la misma edición que está en casa de mi suegro» qué iluso el pobre… Aunque para no cometer errores Fina está rápida y le dice que se lo dejó Doña Marta entre sollozos a punto de romper a llorar. «Eso está muy bien, que tu jefa también se preocupe por ti» y no sabes cuanto lo hace pescanova, la conversación es tan ambigua que se puede interpretar de dos formas, sobre todo con la frase de Jaime hacia Fina de «Incluso llegará el día en que te olvides de todo».

Fina ya no puede aguantar más y se levanta con la excusa de ir al baño para que no la vea romperse en mil pedazos. Justo en el momento que abre la puerta para salir de la habitación se topa con Doña Marta y eso hace que Fina salga corriendo dejando a Marta y Jaime en la habitación de Fina preguntándole a Jaime sobre que ha pasado. A lo que el marido le responde que nada, que estará afectada por el ataque e incluso se ha emocionado cuando le he dicho que se va a olvidar del dolor. Marta capta al momento el motivo por el que las palabras del pescanova que no tenían nada que ver con lo que estaba pasando han calado tan fondo en Fina, es que es mete patas hasta la saciedad.

La pobre de Fina, que lo está pasando fatal, aún no terminó el día para ella y ahora toca visita de Marta, en el momento de abrir la puerta y Fina la ve suelta un sollozo. Con sumo cuidado, Marta entra en la habitación para hablar ahora con su ex amante.

Marta: ¿Puedo?
Fina: Tú puedes hacer lo que quieras, aunque yo preferiría que no vinieras.
Marta: Para mí también resulta duro, no… No me acabo de hacer a la idea de que no volvamos a estar juntas.
Fina: ¡Pero si tú ya sabías que esto se había acabado, en cuanto tu marido decidió quedarse aquí Marta!
Marta: No, yo creía que podríamos, con todo, de veras.
Fina: Pues ya ves que no. Yo tendría que haberme ido a París antes de empezar a sentir lo que siento por ti, y eso es lo que tendría que haber hecho.
Marta: Hacía tiempo que sentíamos esto, aunque no quisiéramos verlo. Me parece tan injusto que suframos… Como si no tuviéramos derecho a ser felices solo porque nos queremos.
Fina: Cállate Marta, por favor, ya está, no puedo más, no puedo pensarlo más, de verdad no puedo más.

Marta intentando consolar a Fina

Marta: Fina… Me parte el alma verte así, por Dios tienes que reponerte.
Fina: ¡No puedo!
Marta: Volver a ser la de antes…
Fina: No puedo, no puedo ser la de antes, Marta, me quiero ir, me quiero ir lejos, quiero desaparecer, quiero irme de verdad, solo me retiene mi padre, si no fuera…
Marta: Solo quieres estar lejos de aquí, lejos de mí.
Fina: Es que yo no puedo seguir adelante si te tengo cerca, no puedo, como lo hago, si no puedo tocarte, no puedo mirarte. Haber tenido que renunciar a ti, ha sido lo más duro que me ha pasado en la vida después de la muerte de mi madre.
Marta: Pues no lo hagas…
Fina: No… Marta no me lo pongas más difícil, por favor, no me lo pongas más difícil.
Marta: Perdóname, Fina, somos fuertes y lo vamos a superar.
Fina: No, yo no soy fuerte no puedo, no puedo porque no te puedo tener delante todos los días y no desmoronarme, es que ¡Mírame! ¡Y encima te veo con tu marido! Y tú eres capaz de mantener las formas, y yo a veces me planteo si te da igual.
Marta: ¿De verdad crees eso? Yo estoy acostumbrada a mantener las formas, de siempre, desde pequeña.
Fina: Pues yo te envidio por ello.
Marta: Pues no deberías, crees que sé sobrellevar las formas delante de mi marido, mi familia, cada día, cada minuto… Pero me muero por dentro, ser como soy y tener la posición que tengo es una maldición, porque jamás podré ser feliz si no estoy contigo.

Marta y Fina sincerándose

Y tras esta conversación entre Marta y Fina superintensa y emocional que rompe con ellas y también con nosotras, para que negarlo, en el que se dicen verdades como puños y expresan lo que sienten la una por la otra, ambas terminan llorando y rotas por dentro y por fuera, Marta entiende que tiene que dejar marchar a Fina y Fina no quiere ni que Marta la roce porque el dolor que siente es tan profundo que no puede soportarlo. Después de esto, Marta se marcha dejando a Fina llorando sin parar.

Ya ha llegado la tarde y en la casa de los de la Reina encontramos a Jaime sentado en el sofá junto a Marta que se encuentra leyendo. La olla a presión está a punto de estallar y es que tanto dolor sin salir no puede ser sano.

Tras una conversación de Jaime con Digna sobre las dotes de cocinera que tiene Digna, le suelta el pescanova que le hace casi tan feliz como volver a estar con su esposa, mientras le pone la mano sobre la pierna de Marta, aparte de sordo parece que no sabe tener las manos quietas este hombre y siempre está con muestras de afecto hacia Marta en público.

Marta sonríe resignada y enseguida sigue leyendo. Jaime no conforme con eso le pregunta por el estado de Fina, Marta sigue respondiendo sin ganas mientras tiene la mirada clavada en el libro y pasando de Jaime hasta que llega el momento de «Esa es mi pluma» donde Marta saca toda la rabia y el dolor que lleva dentro.

Marta descubre que Jaime está usando su pluma

Marta: ¿Esa es mi pluma? Perdona.
Jaime: Eh… Bueno, es posible, la cogí esta mañana de la mesilla del dormitorio, es que no encontraba la mía.
Marta: ¡Y la coges! Sin pedir permiso.
Jaime: No sabía que te iba a molestar.
Marta: La pluma es algo muy personal, por si no lo sabes, se adapta a la escritura de cada persona. ¡Podías haberla estropeado!
Jaime: A ver Marta a ti te parece normal ponerte así por un objeto.
Marta: No es un objeto cualquiera te lo acabo de explicar.
Jaime: Bueno, no lo veo tan grave que tiene de malo cogerte prestada la pluma, somos un matrimonio.
Marta: Y eso que, ¿Te da derecho a coger todo lo que es mío?
Jaime: ¿Qué dices?
Marta: Lo que oyes.
Jaime: Marta somos un matrimonio, todo mío es tuyo y todo lo tuyo mío.
Marta: ¡Te equivocas! Aunque seamos un matrimonio, hay cosas que son solo mías, aunque hayas conseguido arrebatármelas solo con tu presencia.

Y con este zasca hacia el pescanova, Marta se levanta del sofá muy enfadada y se marcha dejando a Jaime solo, con cara de pasmarote, sin saber ni por donde le ha llegado. Momentazo que he disfrutado a tope, tengo que reconocerlo, como hace referencia a que con la sola presencia de Jaime le ha arrebatado lo que más quería, a Fina. Y así damos por finalizado el episodio 66 de Sueños de Libertad.

Marta y Fina en el episodio 67 de Sueños de Libertad

Amanece un nuevo día en Sueños de Libertad y las cosas siguen revueltas tanto para Fina, que sigue sin salir de la cama como por parte de Marta que tiene que seguir guardando las apariencias frente a su familia, marido y la tienda.

Tal y como se encuentra Fina sigue sin acudir a trabajar, por lo que vemos como Doña Marta se encuentra en la tienda junto a Carmen. Tras atender Carmen a una clienta y quedarse la tienda vacía, vemos como el ambiente entre ambas está muy rarillo, Carmen sabe lo que ha pasado con Marta, y Marta presupone que Carmen lo sabe por lo que le pregunta que tal se encuentra Fina y si ha ido a verla en el descanso. En ese momento entra Isidro a la tienda, cortando la conversación que Marta quería iniciar con Carmen.

Isidro quería ver a Fina, pero Doña Marta le dice que no ha venido a trabajar, que no se encontraba bien. Isidro preocupado por su hija sabe que no es por la herida el motivo por el que no ha acudido a trabajar, conoce bien a su hija y sabe que si no ha ido es porque está realmente mal y tras dar las gracias Isidro se marcha, Marta vuelve al mostrador mirando hacia el suelo y Carmen con cara de a ver donde me meto yo ahora.

Pero no tardará en darse una conversación bastante intensa entre Marta y Carmen, justo cuando Carmen le dice a Marta que se va al almacén para salir de esa situación incómoda, Doña Marta le pide que no se vaya. Carmen le pregunta si necesita que reponga alguna cosa de la tienda, pero los tiros no van por ahí, es algo personal como dice Marta.

Carmen «Capitana Mafin» cantándole las cuarenta a Marta

Marta: No sé si estás al tanto de que Fina y yo hemos…
Carmen: Sí, estoy al corriente. Fina me lo ha contado todo.
Marta: No te preocupes que no quiero son sacarte información ni que intercedas, yo solo quiero lo mejor para ella.
Carmen: Las rupturas son siempre dolorosas y más si son definitivas.
Marta: ¿Eso te ha dicho? Bueno, ya la has visto, como está y… ¡Me duele verla así! Pero ahora mismo soy la última persona que puede ayudarla.
Carmen: Y quiere que lo haga yo…
Marta: Fina necesita ayuda, te ruego por favor que la cuides. Yo no me separaría de ella ni un segundo pero… Obviamente no puedo.
Carmen: Si me permite, me gustaría hablarle con claridad, aunque dudo mucho que le guste lo que tengo que decirle.
Marta: Adelante.
Carmen: Estaba cantado que esto iba a pasar, usted es una mujer casada y aun así dio alas a una relación imposible.
Marta: Fina es adulta y sabía mi situación.
Carmen: Una mujer enamorada… Muchas veces es incapaz de discernir lo que le conviene y lo que no le conviene y se lo digo por experiencia.
Marta: Créeme que el sentimiento era mutuo.
Carmen: Perdone que le diga Doña Marta, pero dudo mucho que usted pensara en un futuro juntas como sí que hizo Fina. Y ahora viene y me pide que cuide de ella, cuando todo el tiempo ha estado en su mano ahorrarle todo este sufrimiento.
Marta: Jamás he querido hacerle daño.
Carmen: Pero lo ha hecho. No se preocupe, yo cuidaré de Fina, siempre lo he hecho porque es mi amiga.

Y con tan contundentes palabras Carmen se marcha dejando a una Marta con una mirada que acumula tristeza, aún más rota si cabe, porque recordamos que Fina se encuentra llorando, rota, hundida, pero no sola, sino con gente que la quiere y la comprende. En cambio, Marta tiene que lidiar con el marido pelele, con un clan por familia y sin una amiga como Carmen que la comprenda y le dé un hombro en el que llorar.

Tras un breve inciso, Isidro ya ha llegado a la habitación de Fina para ver como se encuentra su hija, sabe que no se encuentra bien y que la herida no tiene nada que ver, lo que no se imagina ni por asomo es por quién está llorando Fina y sinceramente me muero de ganas de que algún día Isidro lo sepa. Fina que ya ha tenido más visitas en dos días que las que últimamente está haciendo la pobre Doctora Borrell por culpa del pescanova y su soberbia, se queja a su padre.

Fina: ¿Es que por qué me tiene que conocer tan bien? Lo fácil que sería hacer como si nada.
Isidro: Qué sentido tendría mi vida si no me ocupara de mi hija.
Fina: Padre créame, esta preocupación le disgustaría.
Isidro: Mira… Una cosa es que algo no me guste y otra muy distinta que no esté dispuesto a afrontar lo que sea, sobre todo sabiendo que te hace daño. Soy tu padre Fina, haría cualquier cosa por ti.
Fina: Vuelvo a estar sola.
Isidro: No estás sola, me tienes a mí y tienes a un montón de gente que te quiere…
Fina: No, ¡Pero yo la quiero a ella! Padre, y tener que romper lo que teníamos ha sido lo más duro que he hecho en mi vida.
Isidro: ¿Entonces por qué lo has hecho?
Fina: Porque yo no estaba bien, así no era feliz y me di cuenta cuando usted me lo preguntó.
Isidro: Vaya… De verdad que no era mi intención.
Fina: No… Ya lo sé, ya lo sé, usted solo hizo lo que cualquier buen padre, preocuparse por mi felicidad.
Isidro: Sí, pero, en este dolor estoy un poco perdido, no sé qué puedo hacer, como ayudarte…
Fina: De verdad, no se preocupe ya se me pasará. Tampoco quiero molestarle con este tema que ya sé que le incomoda.
Isidro: Escúchame Fina, escúchame. El desamor solo entiende de tiempos, cuando haya pasado el suficiente te encontrarás mucho mejor.

Y con esta sincera y necesaria conversación entre Isidro y Fina vemos a un padre y una hija más unidos que nunca y nos quedamos con dos cosas importantes. La primera es que era muy evidente de que fue la conversación de Isidro hacia su hija preguntándole si era feliz la que propició la ruptura, aunque si no se hubiera dado, yo creo que más pronto que tarde Fina hubiera tomado la misma decisión. Y la segunda es el mayor consejo que le ha podido dar Isidro a Fina, «El desamor solo entiende de tiempos» cuanta verdad y sabiduría tiene este hombre, le ha costado llegar a ese punto con su hija, pero finalmente lo consiguió.

Ya después de terminar la conversación entre Fina e Isidro, llaman a la puerta. ¡Por fin! Alguien que tiene modales y no entra como pedro por su casa jajaja y no es otra que Carmen. Por lo que Isidro se marcha y ocupa su lugar ahora Carmen. Me encanta como se han volcado con Fina para que no se sintiera sola ante la ruptura con Marta, pero vemos una disyuntiva enorme entre el entorno de Fina y el de Marta que con los episodios se va a hacer más notoria. Carmen que también tiene lo suyo la pobre con la que le ha caído con Tasio, se sienta al lado de Fina para hablar con ella.

Carmen: Yo no sé por qué nos complicamos tanto la vida. El amor nos da muchas alegrías pero… Mira que nos da disgustos.
Fina: Pues a mí la alegría me dura un cuarto de hora pero la pena… Uff
Carmen: Si te sirve de consuelo Marta está igual.
Fina: Pues no Carmen, no. Me entristece más. ¿Cómo puede ser que queriéndonos como nos queremos no podamos estar juntas?
Carmen: Porque el mundo es injusto, Fina.
Fina: Pues sí, mucho y para mí más que me enamore de quien me enamore, lo mío tendrá que ser siempre clandestino. ¡Estoy condenada a estar sola!
Carmen: No sola no, a mí siempre me vas a tener a tu lado, aunque hoy no esté sirviendo mucho yo pero…
Fina: ¿Por qué, qué pasa?
Carmen: Vaya dos…

Y ambas amigas entre lloros se funden en un abrazo consolándose la una a la otra, qué momento más bonito y que malos son los mal de amores, está semana sabíamos que veníamos a sufrir y de qué manera, aunque tengo que reconocer que esta situación también nos está trayendo momentazos increíbles que nos llegan con una sensibilidad bellísima.

Tras la conversación que tuvo Isidro con su hija se encuentra en la casa preocupado, Digna aparece y le pregunta el motivo por el que se encuentra así. Isidro le cuenta que la relación de su hija «con ese hombre casado» ha finalizado, pero no sabe como ayudar a su hija, que se encuentra desconsolada.

Los consejos de Digna como siempre son maravillosos, es un personaje que vale millones y es la responsable indiscutible de la evolución de Isidro para entender a su hija. «Tu hija no necesita consejos, ni sabias palabras, necesita que estés a su lado», ¡Qué grande eres Digna! Y tras la promesa de Digna hacia Isidro de que no dejará a Fina sola si algo le pasa a él, finaliza este duro episodio que nos ha dejado muchos momentos para el recuerdo.

Marta y Fina en el episodio 68 de Sueños de Libertad

Los amigos y familia de Fina animándola

Un nuevo día amanece en la colonia e Isidro tras la conversación con Digna el pasado episodio, ha decidido darle todo su apoyo a Fina, el suyo y el de todos los que la quieren, por lo que ha organizado en la cantina un desayuno para darle ánimos. Isidro le ha pedido a Fina que acuda a la cantina, donde le están esperando Gaspar, Carmen, Isidro e incluso algunas chicas del almacén con una pancarta bien grande que pone «Fina tus amigos te quieren» para darle apoyo a su incorporación en la tienda nuevamente.

Todos excepto Carmen e Isidro creen que es por el atraco, aun así nunca está de más los ánimos que le dan a Fina que queda sorprendida por tan caluroso apoyo, es justo lo que necesitaba y mientras se encuentra rodeada de tanto cariño, un buen desayuno y un discurso precioso por parte de Isidro aparece doña Marta que desde la puerta ve el amor que le procesa Isidro a su hija.

Marta a solas mirando a Fina

Si ya Marta se encontraba al límite, recordamos que ha sido a ella a la que le han dejado, aunque ambas lo estén pasando muy mal, y condenada a mantener las apariencias en todas partes, ver como ella jamás tendrá ese apoyo por parte de su familia hace que le cambie la cara por completo. Casi sin a penas poder sostenerse, vemos a una Marta en shock que jamás habíamos visto hasta ahora y que creo que por primera vez se acaba de dar cuenta que se encuentra absolutamente sola y enjaulada en un matrimonio que odia profundamente y del que no puede escapar.

Es la hora de la comida y Fina se encuentra poniendo la mesa mientras entra Isidro por la puerta. Está ahí para agradecerle la sorpresa que le ha hecho su padre y decirle que eso le ha animado mucho. Aun así quiere aclararle algo a su padre, ya que está haciendo un gran esfuerzo para entender la forma de amar de su hija.

Fina: Padre, escúcheme. Soy muy consciente que para usted es un alivio que yo haya roto con esa relación. Porque usted no va a tener que hacer ver como si existiera y yo no tendré que callarme.
Isidro: Pues para mí es mucho más cómodo así, no te voy a engañar.
Fina: Y yo tampoco le quiero engañarle a usted y a eso he venido también.
Isidro: ¿Qué quieres decir?
Fina: A mí me va a costar mucho, muchísimo, curar la herida de esa ruptura, pero cuando todo esto pase yo tengo la esperanza de encontrar a alguien que me acompañe y sé que para usted es difícil de asumir que su hija sea tan diferente. Por eso, igual le va a doler lo que le voy a decir.
Isidro: Prueba a ver.
Fina: Gracias a usted y a esta maravillosa sorpresa que me han hecho esta mañana vuelvo a mirar el futuro con ilusión.
Isidro: Pero eso no me duele eso me pone muy contento.
Fina: ¿Y si yo le digo que cuando todo esto pase seguiré amado de la misma manera? ¿Seguirá igual de contento?
Isidro: Siéntate, escúchame hija… Si algo he aprendido con mi enfermedad y sobre todo con estar a punto de perderte es que hay que vivir cada día como si fuera el último. Para que cuando sea el último de verdad me pueda ir sabiendo que hemos estado juntos hasta el final.
Fina: Gracias.
Isidro: Oye y si durante ese tiempo tú has encontrado a otra persona o a la que tú quieras, pues muy bien, tan contento. Porque cuando llegue el día, me iré sabiendo que estás acompañada y rodeada de amor y eso es lo que importa de veras.

Y tras esta preciosa conversación que contiene mucho amor incondicional y comprensión Fina le ha preparado una sorpresa a su padre, la empanada de su madre. Y cuando se pone esta escena junto a la que se viene a continuación veremos como de tan diferente es la vida de Fina a la de Marta, el amor que siempre ha tenido Fina a la frialdad que ha acompañado a Marta pese a que ambas perdieron a sus madres de muy pequeñas.

Marta llorando en la mesa

En la mesa de los de la Reina se encuentra Damián, Marta, Jaime, Andrés y María comiendo. Y mira que María no es santo de mi devoción, pero creo que es la única que reacciona con humanidad frente a lo que va a suceder. Tras ver Marta el cariño con el que está rodeada Fina está muy tocada. En la mesa Jaime cuenta como la doctora Borrell y él han salvado la vida de un paciente. Y justamente con la frase de Damián de «estoy tan contento de que estés de vuelta» Marta rompe a llorar desconsoladamente.

El pescanova con cara de merluzo preguntándole que por qué llora, Damián con tono autoritario diciendo «Marta haz el favor…» Andrés sin mediar palabra y aquí Marta representando a todo el fandom MAFIN cuando Jaime le coge por la muñeca y ella tirando del brazo para soltarse le grita entre lloros «Déjame en Paz» ¡Dilo más alto, Reina! Y se marcha. Damián pide a todos que nadie vaya a consolarla, de verdad que vaya cuadro de familia y la única que pone un poco de sensatez es María diciendo «¿Ya se le pasara? Sois de piedra de verdad».

Tras una escusa que pone Andrés se levanta de la mesa y va a ver que le ocurre a Marta, que se encuentra en los jardines de la casa sentada en una silla con una expresión triste y a la vez dura. Andrés se sienta a su lado mientras observa a su hermana.

Marta llorando mientras habla con Andrés

Andrés: Cuando eras pequeña y te daba un berrinche había que dejarte sola, no había quien se acercara a ti en una semana, te ponías echa una furia.
Marta: No sé por qué todos pensáis eso.
Andrés: Bueno, siempre ha sido así, nunca te ha gustado que te viéramos llorar. Que intuyéramos cualquier tipo de debilidad en ti. Marta: En esta familia se han dado muchas cosas por hecho.
Andrés: Hermana, que te pasa.
Marta: Que estoy viviendo una vida que no quiero vivir.
Andrés: Hablas de tu vida con Jaime¿No? Vuestra vida en común no es lo que esperabas.
Marta: Supongo que me había acostumbrado a hacer las cosas sin él y ahora que ha decidido volver siento que ha puesto toda mi vida patas arriba.
Andrés: Entiendo que para mal. ¿Si no estabais bien porque decidisteis cambiar vuestra situación? Él era feliz en el barco y tú aquí.
Marta: ¿Viendo a padre en la comida no tienes la respuesta a tu pregunta?
Andrés: Marta él quiere lo mejor para ti.
Marta: Padre solo quiere que su mundo no se tambalee, que el universo siga girando a su son sin importar lo que sientan los demás. ¡No puedo más Andrés! No soporto seguir jugando más al matrimonio perfecto para no mancillar el buen nombre de los De la Reina. Siento que estoy atrapada en las redes de un maldito nombre que lo condiciona todo.
Andrés: Marta no sabía que estabas tan angustiada ¿Por qué no me lo has contado antes?
Marta: Nunca me has preguntado. Ni tú ni nadie, porque en esta familia todo funciona de una manera muy extraña.
Andrés: ¿Extraña por qué?
Marta: Porque no somos una familia, somos un clan. Nos cruzamos, pero no nos vemos Andrés, hablamos, pero no nos comunicamos, nos vigilamos, pero no nos cuidamos. Es horrible
Andrés: Me sabe muy mal que estés así Marta, pido perdón si no he sido un buen hermano y no he estado a la altura cuando me necesitabas.
Marta: No es culpa tuya, bastante tienes también en sobrevivir entre estas cuatro paredes.
Andrés: No, no digas eso Marta, los de la Reina no nos podemos permitir el lujo de desfallecer.
Marta: ¿Lo oyes? Tú también asumes esas palabras que salen por tu boca, no son tuyas Andrés, ni siquiera las piensas, supongo que es el precio que tenemos que pagar por tanto privilegio. Dime una cosa, ¿cómo haces tú para ser un «De la Reina» y no volverte loco?
Andrés: Quien te ha dicho que no lo esté.
Marta: Hablo en serio.
Andrés: Y yo también, intento disimular que soy normal yéndome a pasear por el monte y dibujando toda esa belleza que me estoy perdiendo mientras la vida se me va vendiendo perfumes, haciendo lo que se supone que debo hacer.

Después de ver como es la relación con Fina y su padre, me ha faltado ver por lo menos un abrazo de Andrés hacia Marta para consolarla. Aunque su hermano daba por hecho que todo estaba bien en la vida de Marta ha visto por sus propios ojos como no es así y como de vulnerable se ha mostrado Marta, mostrando su disconformidad con la vida que lleva, con su familia y con el peso le resulta llevar el apellido «De la Reina».

Después de llorar lo indecible Marta intenta recular un poco en sus palabras para no levantar demasiadas sospechas, aún no tiene la complicidad que necesita con nadie para abrirse en canal y se despide de su hermano pidiéndole perdón, que lo que acaba de suceder es una rabieta de niña consentida que lo tiene todo, pero que no se conforma.

A lo que Andrés le da el mejor consejo posible, «Marta, no te conformes, ninguno deberíamos hacerlo». Esperamos que ese consejo lo coja como si la vida le fuera en ello porque es la única manera de que Marta salga de esa jaula impuesta por un clan donde Damián hace y deshace a su antojo.

Marta y Fina en el episodio 69 de Sueños de Libertad

Marta llorando mientras habla con Andrés

Ya bien entrada la tarde en la casa de los De la Reina Marta se sobresalta al ver a su hermano en el despacho. Andrés le pregunta si ya está mejor aunque él cree que ha llorado un poco más y razón no le falta por la respuesta de Marta. «Ya ves, la mujer de hielo llora bastante». Andrés está dispuesto ayudar a su hermana ofreciéndole su hombro para llorar cuando lo necesite.

En la conversación Andrés le recuerda a Marta cuando era pequeña y le gustaba escribir, Marta se sorprende de que su hermano pequeño recuerde eso, a lo que ella también recuerda cuando Andrés ganó un concurso de dibujo en el colegio. Toda esta conversación llena de ternura propicia lo que tanto necesitaba Marta y es que alguien le diera un abrazo, un abrazo liberador que vuelve a arrancar unas lágrimas a Marta.

Se han necesitado casi 70 capítulos para que la pobre Marta recibiera una muestra de cariño por parte de alguien de su familia. Andrés le regala un cuaderno para que Marta vuelva a escribir, para que se exprese de alguna manera, ya que intuye que lo que le ocurre a Marta no es fácil de contar. La pregunta es… ¿Ese cuaderno caerá en malas manos en un futuro? Estoy casi segura que en algún momento pasará. Fina ya se encuentra en la tienda trabajando, bueno gastando perfumes por la tienda mejor dicho, pero no le ha hecho falta ni darse la vuelta para saber que quien acaba de entrar por la puerta es Marta. Pese a todo el dolor que están aguantando se nota en el ambiente una atracción entre ambas increíble.

De hecho la conversación que tienen con ese juego de roles de «Quien lo pregunta mi jefa o mi ex amante» es preciosa, se puede notar el coqueteo entre ambas, una iluminación perfecta, el juego con el plumero e incluso las palabras de como se siente Fina mientras que tiene atrás a Marta porque no es capaz de mirarla a los ojos sin volver a caer en la tentación, que si no llega a ser porque Carmen entra en escena en la tienda quizás ninguna de las dos hubiera podido resistir el acariciarse mutuamente.

Marta y Fina hablando en la tienda

Marta: ¿Cómo te encuentras? **Fina: ¿Quién pregunta mi jefa o mi ex amante?
Marta: ¿Qué diferencia hay?
Fina: Mucha, muchísima. Yo a mi jefa nunca le contaría que a penas puedo dormir porque no puedo parar de pensar en ella y tampoco que mientras vivíamos nuestro amor, aunque fuera a escondidas yo sentía que nada podía salir mal cuando me miraba a los ojos y que cuando me abrazaba yo me sentía más viva que nunca.
Marta: Fina…
Fina: Y eso nunca se lo contaría a Doña Marta de la Reina.
Marta: ¿Entonces, que le dirías a la otra?
Fina: Pues que he tomado una decisión difícil, muy difícil, pero necesaria y he entendido que tengo que sobreponerme porque tengo toda la vida por delante y aprenderé a vivir con ello. ¿Y tú, cómo estás?

Marta y Fina hablando en la tienda

Marta: ¿Quién me lo pregunta? ¿Mi empleada o mi ex amante?
Fina: Escoge tú.
Marta: Bueno, una De la Reina, nunca mostraría su vulnerabilidad.
Fina: Entiendo que es mi jefa la que ha contestado a esta pregunta.
Marta: La respuesta que te daría tu ex amante no arreglaría las cosas. Me siento igual que tú, rota por dentro, aunque por fuera solo veas a una mujer condenada a aguardar las apariencias.
Fina: Consuela haberlo intentado, no me perdonaría nunca haberme perdido lo que he vivido contigo Marta.
Marta: Yo te juro que me guardo dentro cada promesa y cada momento.

Y tras un intento de acercamiento en esa burbuja de amor que se ha creado en un instante aparece Carmen para sacarla de ella. Fina a dejado claro que quiere seguir avanzando en su vida sin Marta pese a que aún la quiere, pero eso no hace que sea menos doloroso por lo que en cuanto Marta se acerca a Carmen para comentarle que muy pronto retomarán las visitas a las tiendas de Madrid y que cuanta con ella para que la acompañe, vemos la cara de decepción y tristeza de Fina que sabe perfectamente lo que suponían para ellas esas escapadas y no puede hacer más que escaparse al almacén porque eso le ha dolido.

No podemos reprocharle nada a Marta, ya que simplemente está intentando hacer lo que le ha pedido Fina tras la ruptura, aunque quizás esa propuesta a Carmen tendría que haberse dardo sin Fina delante. Pero hay que poner a ambas en ciertos límites y situaciones desagradables si queremos que la trama MAFIN siga adelante pese a estas curvas que esta semana nos han regalado, hemos sufrido mucho sí, pero con amor y comprensión.

Bendito Andrés que con el regalo del cuaderno a Marta nos da momentos como estos y es que para finalizar el episodio y la semana MAFIN luto vemos a Marta escribiendo en esa libreta unas frases de lo más bellas e intensas.

Siempre encontré exagerados aquellos párrafos sobre el desamor que leía en las novelas rosas, quizás por eso dejé de leerlas pronto. Por qué pensé que nadie en su sano juicio podría sentir algo así. Ahora soy yo la protagonista de una de esas historias, sintiendo que voy perdiendo la vida a medida que se aleja de mí. Hemos quedado en pasar página, pero yo ni siquiera me siento capaz de terminar de escribir esto…

¿Y quién pica a la puerta e interrumpe? Pues sí, el pescanova que no sabe la que le va a caer encima y bien merecido, que para colmo ha llegado en un momento en que Marta está muy sensible así que va a soltar todo su dolor y sarcasmo en la conversión que va a mantener con Jaime.

Jaime: Supongo que estás muy ocupada, pero necesito hablar contigo.
Marta: Si tú lo necesitas…
Jaime: ¿A qué viene ese tono?
Marta: Nada, olvídalo
Jaime: Marta, ¿vas a contarme qué está pasando? Y no me digas que nada porque el numerito en la comida no le ha pasado desapercibido a nadie.
Marta: Siento haber dado un espectáculo.
Jaime: Nunca te había visto así.
Marta: Lo sé, llevo conteniendo mis emociones desde niña. En algún momento tenía que estallar el globo de colores.
Jaime: ¿Qué ocurre Marta? Estás muy irascible y más emocional de lo normal.
Marta: Como sabes tú lo que es norma si llevas años apenas apareciendo por aquí.
Jaime: Así que es eso… Porque me he quedado por ti, por nosotros para que no vuelvas a estar sola nunca más.
Marta: Sin consultármelo
Jaime: ¡Que tengo que consultarte Marta, soy tu marido!
Marta: ¡Cuando te conviene! ¿Te has aburrido del barco, es eso?
Jaime: No me merezco estas acusaciones, sentí que lo nuestro se iba a pique, sino me quedaba a tu lado y por eso tomé la decisión.
Marta: Hubiese preferido que te importase mi opinión antes de tomarla.
Jaime: Es que contigo no se sabe como acertar. ¿A qué estamos jugando?
Marta:¿No te das cuenta de que te mueves por lo que solo tú necesitas?
Jaime: ¡Acabo de decirte que estoy aquí por ti!
Marta: ¡Estás aquí porque tienes miedo a perderme, de nuevo es por ti! O me vas a negar que es eso, que tienes miedo a perder a tu dulce mujercita.
Jaime: ¡Por supuesto que tengo miedo Marta! ¡Por supuesto! Y lo de dulce está por ver.
Marta: ¿En serio pensabas que podías dejar el barco y volver como si nada hubiera pasado?
Jaime: ¿Pero qué ha pasado? ¿Por qué tengo la sensación de que no me soportas? Y no me digas que es por el fotógrafo porque no me lo creo.
Marta: ¡Solo te crees lo que a ti te interesa!
Jaime: ¿Pero se puede saber que es lo que me he perdido en este tiempo para tener la sensación de que estoy frente a una desconocida?
Marta: ¡TODO! Te lo has perdido todo Jaime, mis preocupaciones, mis ilusiones, mi ascenso en la empresa, mi miedo, mi fracaso, mi risa…
Jaime: Me parece que he llegado justo a tiempo para encontrar tu llanto.
Marta: No te preocupes, si ese es el problema, no me vas a ver llorar.
Jaime: Marta yo solo quiero ayudarte, pero tú has decidido apartarme de tu vida.
Marta: No puedes ayudarme.
Jaime: Pues está claro que yo soy tu principal problema.

Así es Jaimito tú eres su principal problema, eso le ha quedado claro a Marta y a todas las fans, pero parece que a él aún no ha captado del todo el mensaje que sigue erre que erre… Y así damos por finalizada esta intensa semana donde hemos visto a Marta y Fina llorar y romperse de formas muy diferentes. Lo único que nos ha quedado claro es que pese a que se aman profundamente nos queda una buena temporada de sufrimiento con nuestra pareja favorita de Sueños de Libertad.