Hace nueve años estaba en la Universidad viviendo mi vida loca como siempre. En ese entonces yo solía trabajar los fines de semana y un amigo vino a visitarme para platicar un rato y prestarme una película que contenía el final de «Las Guerreras Mágicas» una serie que había visto hacía tiempo pero de la que me había perdido el final. Ese pequeño momento cambió mi vida para siempre.

Ese mismo fin de semana por la noche comencé a ver la cinta y termine de ver la serie pero, como no tenía más planes, decidí seguir viendo qué había en el VHS (aún existían) y me topé con dos episodios de una serie que se llamaba Xena que me llamó mucho la atención. Así que cuando termine de verme los capítulos le pregunté a mi amigo si tenía más y él me prestó su colección completa.

Un día me dio por poner en el buscador «Xena» y me encontré con una cantidad insana de información, así que empecé a leer como posesa hasta que día me topé con una cosa llamada fanfics, que son historias creadas por los fans de la serie. Ese día descubrí que había algo que se llamaba subtexto y que habían personas que pensaban que entre Gabrielle y Xena había algo más que amistad.

Yo me sorprendí bastante porque no había visto mucho de la serie y en lo que había ojeado hasta entonces no noté nada. Así que empecé a ver los episodios que me faltaban con ojos analíticos a la caza y captura de subtexto empírico. Y cada vez la serie me iba gustando más. Un día me encontré con un historia «fanfic» que se llamaba «Destino» y a medida que lo leía me sorprendía más y más porque la historia plasmaba lo que yo siempre pensaba que debía ser el amor. Lo único que no había entrado en mi fantasía era que fuera entre dos chicas pero al fin y al cabo lo importante era la idea. El caso es que el autor firmaba como «Genix» así que yo no sabía si era un chico o una chica pero quise escribirle un mail para decirle lo mucho que me había gustado su historia.

Recuerdo que escribí algo muy seco (soy malisima escribiendo mails) algo como «me gustó mucho tu historia, los personajes me encantaron y me pareció muy digerible» pero por alguna extraña razón en lugar de mandarme a freír espárragos me respondió muy amablemente porque conocía mi nick de andar pululando por la red.

El caso es que empezamos a intercambiar mails hablando de lo mala que era yo con la geografía (No tenía ni idea de dónde demonios estaban las Islas Canarias), de lo mucho que me gustaba Alanis Morissette, de sus pinturas y de un montón de cosas más que nunca se hacían muchas.

Un día me encontré sonriéndole a la pantalla y sintiendo algo extraño en mi corazón mientras leía las palabras. Me asuste bastante, ¿qué demonios me estaba pasando?, ¿por qué estaba dejando de salir por ahí con ese chico guapo por quedarme a leer mails de una chica? Pero no quise pensar mucho más sobre el tema y entonces descubrimos las maravillas del messenger.

Pasó el tiempo y yo cada vez estaba más enfocada en los momentos en los que podía platicar con ella. Me la vivía todo el día pensando en el momento en el que podría llegar a casa y contarle tal o cual cosa y a veces pensaba que las cosas que estaba sintiendo no eran normales, pero era feliz, así que pase un kilo y seguí tirando adelante.

El caso es que un día estábamos hablando de una persona que es muy importante en su vida y recuerdo que me dijo: «Es la mujer de mi vida» y lo que sentí en ese momento me dejo totalmente KO. Y cuando me dí cuenta estuve a punto de dejar la conversación y salir corriendo. ¡Estaba celosa! Yo, chica heterosexual de 19 casi 20 años estaba celosa de que una persona a la que no había visto nunca tuviera una mujer de su vida.

Casi me da un ataque cardíaco y ya no sabía si era por que me estaba dando cuenta de que estaba enamorada de ella o porque ella tenía un amor de su vida. Pero de alguna manera mantuve mi mente agarrada con palillos y seguí chateando aparentando normalidad en la mayor medida de lo posible.

Pasado el tiempo descubrí que esa persona no era la mujer de su vida en el sentido en el que yo pensaba y suspiré de alivio, pero ya era demasiado tarde para engañarme a mi misma. Así que ese día me temblaban las manos porque estaba a punto de decir algo que jamás en mi vida me había planteado, pero que ya me era imposible dejar de reconocer y en algún momento de la plática le dije:

Estoy enamorada de ti, que eres una mujer y estás del otro lado del mundo.

Y así comenzó esta historia que ha terminado de manera feliz. Hoy cumplo mi primer año de casada con esa chica. Después de 8 (casi 9) años juntas nos han sucedido un montón de cosas, pero en la suma de los días estoy muy pero muy contenta por haber tenido la oportunidad de vivir mi vida junto a una mujer maravillosa.

Así que solo me queda decir: ¡Feliz Aniversario Genix!