Muy buenas una semana mas, bueno la verdad es que la semana pasada no hubo resumen pero tuve una semana complicada, piscinas, estudios, depresiones crónicas… ya saben, las típicas cosas que nos suceden a las lesbianas y a las que no lo son. Pero no se quejen, porque aquí les traigo las dos últimas semanas de Ana y Teresa, y tengo que decir que ha pasado absolutamente de todo, por lo que hay mucho que contar, así que mejor empezamos.

En lo último que nos quedamos fue en esa felicidad crónica que tenían nuestras chicas, porque por fin habían sido sinceras con sus sentimientos y aunque la empresa iba de cabeza a la ruina. ¿Qué carajo importa si tienes al amor de tu vida al lado? Bueno vale, la verdad es que es un tema que tiene preocupadas a ambas, pero intentaba quitarle hierro, porque no quiero empezar sufriendo.

Lo primero que nos encontramos es a nuestra Teresa llamando al Sherlock Holmes del barrio, más conocido como Héctor, para decirle que llegará tarde debido al cúmulo de trabajo. Su maridito le dice con la boca pequeña que de acuerdo y cuelgan sin más. Él está obsesionado y seguro de que su mujer lo engaña, hasta ahí bien, lo que sucede es que está convencido que es con Ibáñez en lugar de con nuestra querida Ana. La cual llega al despacho y se encuentra con una Teresa seria. Teresa cree que no está capacitada para el trabajo, ya que se confunde mucho en cuestiones laborales, pero la Rivas asegura que es normal, que ella ha pasado por eso pero le asegura que tiene más que capacidades para el puesto, después le dice que tiene que viajar al Bilbao para cancelar el proyecto que tenía pensado de expansión, porque ahora no puede hacer frente e ello, y le pide a su amiga que la acompañe.

Cuando la García llega a su casa, se encuentra a su amable marido con una cara que le llega al suelo, ni la mira si quiera. Se encuentra la cocina hecha un desastre, su marido intentó hacerse la cena pero se le quemó todo, así que en lugar de recoger todo lo formado, el hombrecito le deja la tarea a su mujer… tsss. Teresa le cuenta al incompetente que Ana le ha propuesto ir a Bilbao por trabajo, su marido le dice que espera le haya dicho que no iba y ella, por no discutir otra vez le dice que sí, pero la realidad es que le dijo a su amiga que iría con ella.

Al día siguiente el marido le pide perdón por el desorden de anoche, pero su mujer le quita importancia y empieza a levantarse para irse a trabajar, a lo que su marido le dice que se quede un rato mas y hablen, pero su mujer ya va camino de la puerta. Él se enfada y como buen macho que es, da tremendo golpe en la mesa que hace volver a su mujer, ella no entiende su comportamiento, pero él le dice que no es nada, que más golpes dan otros. A lo que nuestra Teresa le dice “¿Qué quieres decir?, ¿Te tengo que dar las gracias por no ponerme la mano encima?” Empiezan que de nuevo a discutir y ella termina yéndose.

Después va a casa de Ana y ésta al ver a su amiga ya sabe que algo no va bien. Le cuenta los problemas con su marido, piensa que es porque está muy ocupada y nunca está en casa, pero que tampoco Héctor le cuenta el motivo. Hablan del machismo de sus maridos y hablando y hablando llegan al motivo de la visita, y es para decirle a su amor que no va a Bilbao, la cara de mi Ana es un poema, aunque le dice que no hay problema con ello, que lo entiende.

Cuando la García llega al trabajo ve que en el periódico hay un artículo sobre los problemas económicos por los que atraviesan los almacenes, pero ella le dice a los empleados preocupados que solo es una campaña para desacreditarlos. Pero mi Teresa se queda muy pensativa, pues no está segura si es cierto o no. Después va a verla el pesado de Ibáñez y le dice que no todo lo que hay es falso, pero la García le responde que todo esto es obra de su empresa y lo hecha del despacho.

Pero en casa le sigue dando vueltas al tema, hasta que Ana llama por teléfono, ya está en la estación de tren para ir a Bilbao, cuando le pregunta cómo van los almacenes, está le dice que bien. Entonces tiene lugar una conversación que escucha el marido, aunque en realidad no sabe con quién habla su mujer

Teresa: Oye no te habrá molestado que me haya quedado en casa.
Ana: Me hubiera gustado que vinieras pero entiendo que necesites estar ahí y lo respeto, ya sabes que te quiero y solo quiero lo mejor para ti.
Teresa: Yo también te quiero y me gustaría mucho estar contigo, pero no quiero hacerle daño a Héctor.

En los días siguientes son todo malas noticias para los almacenes, que si noticias negativas en el periódico, que si visitas pesadillas como la de Ibáñez, Ana llama a Teresa para decirle que no se preocupe, pero la realidad es que la García en estos días sola en los almacenes se está tragando todo lo malo y es inevitable su preocupación. Mientras, sigue ajena al marido, que pidió a su compañero que siquiera a su mujer, además le ha dado por revisar todas sus cosas, entre ellas, ve en la agenda de su mujer una cita con Ibáñez y la llave de una casa.

Al día siguiente su marido le dice que tiene que volver a salir de viaje, por asuntos de trabajo, cosa que es mentira, después de hacerle la maleta se va sin despedirse de ella. Cuando llega a la empresa de nuevo se encuentra con Ibáñez, el cual le vuelve a decir que lo más fácil es que cierren el trato con ellos y le trae datos, que según él, le está ocultando Ana, despilfarros de dinero de la Rivas, pero Teresa le dice que el dinero es de ella y cree en el criterio de su amiga, amablemente le invita a marcharse.

Y aunque a Teresa en esos días ha acudido al médico, por recomendación de los vecinos de Ana, debido a su visible nerviosismo, al final termina dándole en casa un ataque de ansiedad. Lucía la enfermera y prometida de Mauricio, el médico, se queda cuidándola. Y al día siguiente, cuando se quiere dar cuenta, nuestra Teresa ya está vestida y preparada para ir a trabajar.

Cuando llega a los almacenes le comunican que Ana se retrasará en su viaje, así que decide ir a esperarla en casa. A todo esto Ibáñez aun sigue molestando. Tan es así que se presenta en casa de Ana donde se encuentra la García esperándola. Su marido, ve como su esposa y poco después Ibáñez se meten en casa de Ana. Se va de allí como quien se lo lleva el diablo sin mediar palabra, algo tiene en mente. Mientras Teresa, termina discutiendo otra vez con el pesadito de la competencia y termina por echarlo de casa de la Rivas.

Y por fin algo bueno, y que nuestra Ana llega a su casa y se encuentra con el tremendo abrazo de Teresa. Se sientan a charlar y Ana ve los sedantes que está tomando y la otra le cuenta lo ocurrido, Ana se lamenta no haber estado allí. Empiezan a tomar vino, hablando de cómo le han ido a cada una sus días por separado. Teresa le confiesa que no sabe cómo puede estar riendo después de todo lo ocurrido esos días, pero Ana lo tiene tan claro como yo, “quizás es porque estamos juntas” ¡Obvio!

El vino sigue fluyendo y cuando hay una casa, vino y dos mujeres, tiene pinta de que termine muy bien todo. Por lo que hay un arranque de sinceridad dicen lo siguiente

Teresa: ¿Sabes qué? Que me das mucha paz, como por arte de magia, contigo a mi lado es todo como más fácil.
Ana: Entonces tú también haces magia conmigo… … Menos mal que te has quedado conmigo, hoy es uno de esos días en lo que sin ti estoy perdida.
Teresa: Pero yo no sé cómo te puedo ayudar ahora, si estoy hecha un lio y mi vida es un desastre…
Ana: Me ayudas porque me haces recordar quién soy y contigo no me da miedo lo que pueda ocurrir. Siento mucho que te sintieras sola anoche, porque tu no estás sola, yo estoy siempre pensando en ti y me hubiera gustado estar contigo para cogerte de la mano. No quiero que vuelvas a tener miedo, pase lo que pase, yo siempre estaré contigo.

Todo ello envuelto en besos y caricias, es una escena muy bonita. Al rato vemos a Héctor que ha vuelto de su oficina para coger unos instrumentitos para forzar la cerradura y una pistola. El caso, que al rato llega a casa de Ana y tras forzar la cerradura no ve a nadie en el salón, recordemos que él piensa que están ahí su mujer e Ibáñez. Y tras ver dos copas de vino y ropa esparcida por el suelo, llega a la puerta del dormitorio y cuál será su sorpresa al ver a Ana y Teresa desnudas durmiendo en la cama, sin mediar palabra da media vuelta y se marcha, ¡Miedoooo me da!

Al rato, despiertan nuestras chicas ajenas al secreto peor guardado de la historia (lo digo por lo rápido que las descubrieron) aunque claro, teniendo a un Sherlock Holmes en la familia todo es más fácil para ello. Mi Ana por lo bella, lo tierna, por esas palabras de amor que siempre tiene para su amiga lo primero que le dice al abrir los ojos es “Que bonito despertar con tu preciosa cara tan cerca” Ainsss que increíble es esta mujer…

El bebé le da una patada y Ana le confiesa que al principio no sabía si tenerlo, pero que ahora con ella al lado no tiene dudas ya que es capaz de afrontar cualquier cosa, mientras mi Teresa le dice que será un niño precioso, normal, con una madre así. Teresa tiene la mala idea de levantarse ya de la cama, pero la Rivas se hace la escurridiza y le dice que se queden un rato mas, además le propone, que como Héctor está fuera, que se quede esa noche a dormir con ella.

Una vez vestiditas las dos, una autentica pena, Teresa llama a su casa y a su despacho pero al no coger el teléfono piensa que su marido no ha llegado aún. Aunque Teresa dice de irse, nuestra Ana le dice que se quede a tomar un poco de licor con ella. Obviamente se queda. En lo que andan hablando de si me quedo, me voy, me quedo me voy llega el servicio, por lo que Ana, muy a su pesar, le dice que acompañe al amor de su vida a su casa y con un besito casto y puro, estas dos amigas se despiden.

Pues hasta aquí, se avecinan tormentas, a menos de un mes de terminar la temporada, y hay tantas cosas abiertas… ¿Cómo reaccionara Héctor? ¿Será el final de la pareja? Recordemos que el adulterio en ese tiempo estaba penado en España, ainsss mucho sufrimiento para mi pequeño corazoncito… ¡¡¡Nos vemos a la próxima!!!