Bienvenidas de nuevo a este paseo por los 50, en el que el amor entre dos personas del mismo sexo puede ser realmente complicado. Teniendo en cuenta el tipo de sociedad, en la que la represión estaba a la orden del día cuando hablamos de mujeres y donde la homosexualidad y el adulterio eran delito, añadiéndole que el divorcio era impensable en esa época. Pues bajo estas premisas nació casi sin darse cuenta el amor de Ana y Teresa. Y a menos de un mes de terminar la temporada, las cosas no pintan tan bien como quisiéramos. Así que desde ya les aconsejo a las menos fuertes, incluyéndome en el paquete, que saquen la artillería de pañuelos porque lo van a necesitar.

La semana pasada todo fue maravilloso, las chicas enamoradas, con escenas muy tiernas en las que se veía el amor que sentían la una por la otra. Tanto fue así que terminaron de nuevo en la cama, con la diferencia de que el marido de Teresa, entró en casa de Ana y las vio durmiendo desnudas abrazaditas en la cama, se fue sin mediar palabra. Cuando su mujer llega a casa, recibe la llamada de Ana y como de la nada, aparece su marido arrancando el cable del teléfono y con la mirada desorbitada.

Como un loco empieza a gritarle como le ha podido hacer algo así, su mujer aun no comprende nada y él, fuera de sí, comienza a dar golpes en la pared lastimándose hasta la mano. Entonces ella intenta acercarse pero él no la quiere cerca, porque según dice “no quiere que lo ensucie”. El marido por fin le aclara que las vio juntas y añade para desgracia, que es algo asqueroso y repugnante (con esos comentarios Héctor se queda a la altura del suelo, no, lo siguiente).

Teresa intenta excusarse, actitud que no me gusta, diciendo que entre ellas no ha pasado nada, que solo son amigas. Pero su marido lo vio con sus propios ojos, así que todo lo que le dice, hace que aumente mas su furia hasta el punto que le levanta la mano para pegarle, pero justo en ese momento llaman a la puerta. Es Lucía, la novia del médico, que ha venido por las voces que precedían de la vivienda, cuando se va a ir, la García le susurra que no se marche, entonces Héctor le dice a su mujer que porque no le cuenta lo que ha provocado la discusión, susurrándole si tiene agallas porque vergüenza no le queda… y se termina yendo de casa.

Mientras mi Ana se encuentra llamando para saber porque el teléfono de su amiga no tiene línea, pero no le solucionan nada… en ese sentido seguimos como en los años 50. Mientras, Teresa con un ataque de nervios intenta explicar la situación, de una manera que la enfermera no consigue comprenderla. Entre llanto y llanto solo se le entiende que lo ha estropeado todo…

Al final termina Mauricio, el médico atendiéndola, por una nueva crisis, le da unos tranquilizantes para que se los tome, pero cuando él abandona la habitación se los saca de la boca y los tira.

El médico y la enfermera atan cabos y piensan que Ana está metida en el asunto o por lo menos puede saber la razón, así que va a visitarla y le cuenta lo ocurrido. Entonces la Rivas se da cuenta, atando cabos, que es muy posible que las viera juntas, aunque esto se lo calla ante su amigo.

Mientras la enferma, se escapa de casa y va al despacho de su marido para que la escuche, aunque él se niega, el maridito de los huev… le dice textualmente “Me das asco y vergüenza, eres peor que una puta”. Yo estoy haciendo un esfuerzo enorme por seguir el resumen y no pararme a decir todo lo que pienso de este personaje… Él piensa que ellas llevan mucho tiempo juntas, incluso antes que se casaran, pero ella solo repite que lo quiere mucho… a lo que de repente irrumpe una tercera persona en la oficina. Mi Ana le echa un par y se presenta delante de ambos para decir.

Héctor, deja de culparla, soy yo la única culpable, la quiero y soy yo la que la ha seducido

Lo siguiente que vemos es al matrimonio en casa, entonces el marido vuelve a la carga y le dice que ahora comprende muchas cosas y ahí comienza el interrogatorio. Analiza la evolución de la relación, piensa que estaba premeditado todo pero ella dice que esas cosas solo ocurren, no se planifican. Entonces el tipo este, comienza a preguntarle, que harán cuando se enteren en el barrio, en el trabajo y le grita que con un chasquido de dedos las hunde a las dos, pero mi Teresa, no aguanta más psicológicamente y le grita que pare.

Mientras Ana, en casa, recuerda como confrontó al pelele y la primera vez que estuvieron juntas. Lo siguiente lo voy a contar muy rápido porque sufro. Y es que llaman a la puerta y es un chico, al que le invita a pasar y tras hacer un comentario sin importancia, la Rivas le dice que no le paga para hablar. Y añade “hoy va a ser una noche muy especial, quiero que me hagas enloquecer” y lo lleva al dormitorio. ¿Qué quieren que les diga? Cada una evade los problemas como puede, pero desde luego, es una de las peores opciones la que elige.

En la casa de Teresa, aun siguen las voces y las recriminaciones. Ella le dice que no ha cometido ningún delito, pero él le dice que el adulterio está penado en España y encima con una mujer, lleva todas las de perder ante la justicia. Ella le dice que no entiende el porqué pasó y él añade burlándose que habla de sentimientos, pero su mujer solo le responde que está muy confundida.

Al día siguiente, más relajado, su marido le dice que lo ha estado pensando y que con el tiempo puede perdonarla, por lo que la primera medida es que deje de trabajar en los almacenes y nunca más vuelva a ver a An. Y aunque su mujer intenta hacerle cambiar de opinión es imposible, ya que le dice que no son condiciones, sino ordenes y tiene que cumplirlas. Ella le dice que no le consiente que le hable así, pero este le responde que no le queda otra sino quiere que nadie se entere.

Por lo que Teresa va a ver a Ana y le maquilla un poco la situación. Ya que no le dice que es por orden de su marido, sino porque ella piensa que es lo mejor. Entonces la García piensa que lo que les está pasando es un castigo porque han hecho algo que no debían, pero Ana le aclara que está muy equivocada y añade:

Ana: Lo que pasó entre nosotras debió haber pasado hace mucho tiempo y si ha habido consecuencias graves, ha sido precisamente por eso, porque no hicimos lo que debimos en su momento.
Teresa: Tú hablas así porque yo me llevo la peor parte, tú no has hecho daño a nadie, pero yo sí, hay otra persona involucrada y le estoy haciendo muchísimo daño.
Ana: Teresa, nadie ha querido hacer daño a nadie. Pero no olvides que nosotras también tenemos derecho a ser felices. Teresa, no mires atrás, no sirve para nada, el presente es lo importante, el presente somos nosotras, tú y yo, si estamos juntas no le temo a nada.

La García le pide perdón y le miente diciéndole que Héctor le ha pedido que tome una decisión y le suelta la bomba cuando le dice “voy a dejar los almacenes y vamos a dejar de vernos para siempre”. Ni es capaz de mirar a Ana cuando le dice estás palabras. Ana no comprende cómo puede terminar todo lo que tienen en común, su trabajo y su amor, y las suplicas de esta, parece que no hacen mella en su amiga, que haciendo un gran esfuerzo por no derrumbarse escucha a su amiga y con lágrimas en los ojos, se termina marchando dejando a una Ana destrozada.

Una vez en casa, Teresa llora recordando esa despedida con Ana, cuando su marido llega a casa, sin mirarlo tan siquiera, le dice que ya ha hecho lo que le pidió. Mientras esa tarde Ana, le dice a Ibáñez, que no venderá los almacenes, que la vaya dejando tranquilita.

Al día siguiente, Teresa se convierte en la mujer perfecta para su marido, él intenta ser amable con ella, pero algo ha cambiado, ella actúa de cuerpo presente pero su cabeza está muy lejos de ahí. Él le saca tema de conversación y nada, ni tan siquiera come, nueva razón de enfado de su marido, pero ella está ausente y no presta atención a sus tontos enfados. Cuando se queda a solas, empieza a llorar recordando el momento en que le dijo a Ana que no se verían más.

En ese momento llega una amiga, manolita, que al verla así le pide que le cuente. Y esta se sincera diciendo que las cosas con su marido no están bien desde hace tiempo, su amiga le intenta dar consejos y ánimos frente a una situación que no entiende bien por la falta de datos. Mientras, mi Ana está con su abogado, que le recomienda que venda el negocio, pero ella dice que lo rechazó y se arrepiente porque la oferta puede bajar.

Manolita, después de hablar con Teresa se queda muy preocupada, por lo que llama a Ana y ésta, sin miedo a nada ni nadie, se presenta en la mismísima casa de su amiga. Y esta no es capaz ni de abrirle la puerta. Así que tiene una conversación de las chicas, cada una a un lado de la puerta.

Ana le dice tras la puerta que está ahí porque quiere ayudarla, pero Teresa la invita a marcharse de ahí diciéndole que respete su decisión, pero mi Ana, no se da por vencida y le pregunta si Héctor ha sido violento con ella, la otra le responde que no, que la quiere y la respeta… já. Y le vuelve a repetir que se marche antes que llegue su marido, pero Ana es muy persistente…

Ana: Teresa, sé que lo que sentimos la una por la otra es muy complicado y que muy poca gente seria capaz de entender, pero por eso estoy dispuesta a dejar todo por ti, para que no sufras… Cuéntame que ha pasado, solo quiero ayudarte.
Teresa: Ana si quiere ayudarme, por favor, vete…
Ana: Espero por tu bien que no tengas que arrepentirte.

Ana se va, dejando a una Teresa llorando tras la puerta. Cuando por la noche llega su marido, le pide perdón por todo y le añade que ahora se ha dado cuenta que todo es culpa de Ana, que ella es la que ha seducido a su mujer, pero que aún pueden salvar su matrimonio, su mujer lo escucha sin mediar ni una sola palabra.

Pues hasta aquí el resumen de esta semana, a tan poco tiempo del final y tantas cosas en el aire. ¿Qué les parece la actitud de Teresa? ¿Está justificado por las circunstancias? ¿Cuánto aguantará Ana sin el amor de su vida a su lado? La próxima semana las cosas cambian de manera radical… pero no puedo contarles nada aun, solo les diré que quizás se empiece a ver la luz… ¡¡Hasta la próxima!!