Me alegro de saludarlas una semana más porque eso significa que en Tierra de Lobas ha vuelto a contarnos algo sobre Crisabel. Si hace unos días nos quedamos desoladas, tristes y con ganas de matar al señor Lobo por meter a su hija en un convento, hoy no crean que nos vamos a sentir mucho mejor. Mi rabia esta semana irá destinada a las monjas de ese convento, porque chicas, prepárense para un curso intensivo sobre como torturar a una persona

Empezamos con la llegada de Isabel al convento. Todo parece normal, pero ya la primera chica que se encuentra se ve devastada y a mi personalmente, me empieza a dar muy mal rollo todo. Bueno, a mi y seguro que a nuestra pobre Loba. La conducen a una habitación en la que no hay absolutamente nada, ni una cama tan siquiera. Yo espero que ese no sea su cuarto, porque he visto perros en mejores condiciones para dormir, pero como temía, es allí donde permanecerá nuestra pobre Isabel.

Le empiezan a quitar la ropa y a la que intenta quejarse, la que parece que es la superiora, la calla, diciéndole que desde ahora está en voto de silencio y ayuno hasta que su cuerpo esté libre de pecado. Por lo visto su misión es enderezarla porque su camino se ha torcido.

Isabel, a la que ya no le gusta un pelo todo aquello, le grita que se quiere ir a su casa, pero la señora la ignora y empieza a hablar de purificaciones, de dejar atrás las tentaciones y remata diciéndole que no verá la luz hasta que su alma antes no la vea. Por si no fuera suficiente, la monjita manda quemar su ropa y la deja totalmente desnuda en ese cubículo. Muy mal rollo todo chicas, para mí, que está al borde de que le hagan un exorcismo.

Cuando aun nuestra pobre Loba no se ha recuperado del primer asalto, vuelven para según dicen “limpiarla de pecado” y no tienen otra cosa que hacer que echarle cubos de agua helada por encima, mientras la monja jefa va diciendo en alto tantas idioteces sin sentido que mejor ni repetirlas.

Con el único fin de que encuentre el camino de la luz, y no se da cuenta que nuestra Isabel vive en un arco iris eterno, como el nuestro, del que no va a salir. Y aunque nuestra Loba les amenaza diciéndole lo que les espera cuando se entere su padre, la monja poseída le dice que el mismo la metió ahí, así que poco hará al respecto.

En la siguiente escena vemos ya a una persona destruida por todo lo que ha pasado en el día, pero para las locas del convento nada es suficiente y vuelve a escucharse la puerta (miedito). Entra el comité diabólico y le preguntan si se ha arrepentido ya de todos sus pecados, nuestra Loba, después de todo el desgaste psicológico y físico, asiente y le dice lo que quieren escuchar, que se arrepiente.

Y básicamente le lleva la razón en todo, pero no es capaz de rechazar a “la persona que la llevo al pecado” y justo en ese instante, otra de las monjas entra para decirle a la superiora que una chica llamada Cristina pregunta por ella, y con una sonrisa nuestra Loba se da cuenta que su amorcito no está muerta como le dijo su padre y esa misma sonrisa es la que lleva a que la monja termine pegándole. Sigo sufriendo por todo lo que está pasando en ese convento y más cuando lo último que escucho es “Es hora de mortificarla”.

Esto se va desmadrando cada vez más porque ya en la siguiente escena encontramos a nuestra Isabel atada. La monja sigue con su discurso y le dice que el pecado se ha arraigado a ella fuertemente por lo que las medidas ya tienen que ser drásticas. Así que debe mortificarse y castigar a su cuerpo (esto ya es el remate de todo), pero claro, todo tiene una explicación, tiene que ser esclava de Dios antes que de su carne (madre mía…), y las suplicas de nuestra Loba no sirven de nada, terminan poniéndole unos clavos en el muslo, haciendo sangrar a nuestra pobre Isabel.

Mientras en el pueblo, sus dos hermanas mayores, Almudena y Nieves siguen con los preparativos de la boda de esta última, y estando de compras, en un momento que su nana se distrae, se acerca Cristina y les dice que tienen que sacar a su hermana del convento.

Les cuenta de manera resumida su historia de amor con Isabel y que todo lo que ha ocurrido es por su padre, porque no aceptaba que estuvieran enamoradas. Sus hermanas no la creen y hasta la insultan y le piden que se vaya. Pero una vez en casa, Almudena, empieza a pensar que igual es verdad lo le han contado, que puede tener sentido, así que le dice a su otra hermana, que solo sabrán la verdad de manos de la propia Isabel, por lo que deciden ir a visitarla a escondidas de todos para averiguar que pasa realmente.

Las chicas consiguen llegar al convento y se encuentran con nuestra Loba, claro que bajo la supervisión de una de las monjas, siempre atenta a todo. Las hermanas le cuentan que estaban muy preocupadas por ella y que han hablado con Cristina. Ella responde diciendo “Esa mujer es el demonio y un pecado demasiado grande”, con lo que no niega ante ellas lo que la otra les puedo decir.

Después empieza a hablar con si estuviera iluminada y les cuenta que ese es su lugar, que ha visto la luz y, aunque sus hermanas intentan convencerla que igual hablando con su padre la pueden sacar. Ella les dice que no, que no se quiere ir y añade que quedándose puede enmendar su error. A continuación les pasa una biblia diciéndoles “Esto puede serviros de ayuda, cuando estoy perdida, leer los salmos apacigua mi alma”. Y cuando Almudena va a tomar el libro, la monja lo intercepta y mira que no tenga ninguna nota dentro, como ve que no es así, se lo da a las Lobas.

Una vez en casa, Almudena no para de darle vueltas al asunto. No deja de pensar en que su hermana hablaba de manera rara, está convencida que esa no era ella. Aunque su otra hermana opina que igual el convento no le viene mal, después de enterarse de toda la verdad. A todo esto Almudena se acuerda de lo que le dijo de leer los salmos y cuando lo hace, hay un mensaje oculto en ellos, rodeando palabras claves con sangre en las distintas paginas, hay una frase formada “Ayuda, sacadme de este infierno”. Y así termina el capítulo, con la sorpresa de las hermanas ante el mensaje desesperado de Isabel.

¿Qué les pareció el capítulo? ¿Sufrieron tanto como yo por todas las torturas que tuvo que soportar nuestra Loba? Yo después de este capítulo solo puedo decir que espero que cada una que tenga a su Loba particular, como es mi caso o esté en búsqueda de la misma, nunca le hagan pensar que lo que sienten es algún tipo de pecado, porque es exactamente todo lo contrario, os lo aseguro. ¡Hasta la próxima!