Aquí estamos nuevamente, una semana ha pasado y es hora de comentar un nuevo libro.
Esta semana es el turno de Sólo un negocio
Ya habíamos leído con anterioridad a esta autora, y como el disgusto no fue grande, caemos nuevamente entre sus letras.
La historia gira en torno a una magnate de la construcción (sí, magnate…), Dillon Mathews y Callie Sheffield, una humilde vendedora en una florería. En comparación con la otra, una pobre infeliz, pero no crean que sólo por lo económico, que es lo superficial y evidente, a nivel experiencias de vida también lo suyo es una lágrima.
Callie Sheffield vio su vida cambiar drásticamente en un intento de asalto y violación. Para su fortuna, su hermano logró impedirlo, pero en medio de la pelea termina matando accidentalmente a uno de los atacantes. Como son muy desgraciados y pobres para pagar un buen abogado, el pobre hermano termina tras las rejas, condenado a 35 años (o un número injusto parecido). Aún está pendiente la apelación, pero con la buena fortuna de estos dos ¿qué podrían esperar?
Callie no puede evitar vivir permanentemente con culpa por estar en libertad, mientras su hermano está intentando sobrevivir en la cárcel por algo que fue en legítima defensa.
Mientras tanto, la magnate también tiene sus dramas existenciales. En parte porque es lesbiana, y otro tanto por no haber querido seguir los pasos de su padre como abogado, su relación con él es un tanto distante, bueno, distante sería un eufemismo para decir, casi inexistente. Todo lo que hace, lo hace en definitiva para llamar su atención y que él se sienta orgulloso de ella y la vea distinto. No importa que toda la ciudad esté llena de construcciones con su nombre, ahora está obsesionada con un emprendimiento gigante, pero se encontró con un escollo que no estaba en sus planes….el dueño de la tierra no acepta cerrar el trato. Y no es un tema monetario, su idea es primero conocer a Dillon como ser humano, y recién una vez superado eso, vender.
El dueño de la tierra, un anciano que estará cercano a los 80 años, invita a Dillon a una cena en su casa y le pide que lleve acompañante. La orientación sexual de la arquitecta millonaria es vox populi, pero aun así, ni hombre, ni mujer, ni nada, no tiene a quien llevar. Y en esas anda cuando se encuentra una chica en un bar, sola…dando un poco de pena y decide invitarla a bailar. Si, obvio, se trata de Callie.
Se atraen de inmediato, pero ninguna de las dos, o en realidad, Callie no está en las mejores condiciones para estar con alguien, así que esa noche queda en un par de bailes y nada más.
Apremiada por el tiempo, Dillon necesita pensar rápidamente a quien llevar a la dichosa cena, y sí, obvio, decide invitar a Callie…que se ve que era el número de teléfono que tenía más a mano. Callie acepta ir y la cena es un éxito….pero no tanto como esperaba Dillon. El trato por las tierras sigue sin cerrarse, este hombre está empeñado en conocerla más y a su novia (si, asumieron que eran novias, porque tampoco dijeron lo contrario), así que decide invitarlas a su casa en las Bahamas (una vida llena de sacrificios…).
Al final, tanto fingir que son pareja, más la atracción que entre ellas existe, sucede lo inevitable, pero….¿las dos se enamoran? ¿Dillon la está usando sólo para cerrar el trato? ¿Callie ve en Dillon la posibilidad de obtener un buen abogado para su hermano? ¿Se están usando mutuamente? Eso lo van a tener que descubrir ustedes, pero lo que puedo garantizarles es que se trata de un culebrón en toda regla.
Hay un poco de todo, sexo, amor, malos entendidos…las que busquen una historia romántica para pasar el tiempo y quedarse con una sonrisa tonta en la cara, supongo no se van a sentir defraudadas.
¡Hasta la próxima! 😀