globos de la suerte

Este fin de año, la señorita Genix, Juka y yo decidimos pasarlo las tres juntas en casa. Nos hicimos una comilona (pata al horno, huevos rellenos, paté de arándanos y queso ahumado), abrimos el cava y nos dispusimos a recibir el año cada una con su copa llena de uvas peladas y sin semillas que la peque y yo somos muy patosas (salió a mí jeje). El caso es que cuando sonaron las campanadas, las tres estábamos de muy buen humor y después de recibir el año con un abrazo de oso y las felicitaciones de rigor nos quedaba energía para rato.

Fue entonces cuando a Juka se le ocurrió la idea de lanzar un globo con un buen deseo por nuestro balcón para mandarle energías positivas a quien se lo encontrara. A todas nos gustó la idea así que cada una se puso a inflar un globo y a escribir un deseo para la persona que lo recibiera. Como podrán ver en la foto, los de ellas quedaron muy bonitos, el mío quedó, por lo visto tanto darle a las teclas ha hecho que mi letra sea un desastre total. Es lo que tiene estar frente al ordenador todo el día.

El caso es que Juka lanzó el suyo y ahí nos quedamos viendo como bajaba y casi de inmediato lo cogieron dos niños pequeños que se pusieron a jugar con él sin hacerle mucho caso al mensaje. Y ahí se fue nuestro primer deseo, a una familia compuesta del padre, la madre y sus dos hijos. Las tres nos sentimos contentas con el resultado, más cuando el padre se fijó y lo leyó.

Entonces la señorita Genix y yo lanzamos los nuestros que no tardaron en llegar al piso. En casa, entre nuestro edificio y el de enfrente, hay una especie de pasillo para acceder que no es peatonal y allí se quedaron. Como no era cuestión de pasar toda la noche asomadas a la ventana, nos fuimos a vivir la vida loca dentro felices de haber lanzado nuestros deseos al aire.

El caso es que al rato me acerqué a la ventana para sentarme en el puf y ¡habían dos niñas recogiendo los globos! Así que ni tarda ni perezosa llame a Juka y a Genix para que se asomaran y ahí estábamos las tres cuando la peque le llevó el globo a su madre para ver que decía. La señora leyó el mensaje y de repente gritó: «¡Gracias a quien sea! ¡Feliz año 2014! y se fue super contenta. A nosotras nos entró un subidón loco. No sé por qué el hecho de que la mujer hubiera lanzado sus gracias al aire, sin saber si le llegarían a quien lo envió nos hizo tanta ilusión, pero las tres nos quedamos con unas sonrisas del tamaño del universo y llenas de energía positiva.

Entonces decidimos que esa va a ser nuestra nueva costumbre de año nuevo. Lanzar buenos deseos al universo, para que un desconocido, sea quien sea, empiece con una sonrisa el primer día del año.