La semana pasada en Anatomía de Grey a Arizona le tocó lidiar con la carrilla en buena onda que le metió Herman por aquello de haberse liado con una residente. Callie por su lado, se da cuenta de que darlo todo no es muy bueno para las relaciones, porque más que alegrar a tu pareja terminas asfixiándola. El caso es que seguimos con Callie y Arizona viviendo sus vidas por separado. ¿Listas para un nuevo episodio chicas?
Nuestro episodio comienza con Herman reflexionando que no le gusta encontrarse con preguntas sin respuesta. Por ejemplo: ¿Hay algo después de la muerte? La mujer no quiere enfrentarse a estas cuestiones, pero claro, es difícil no pensar en ellas porque poco a poco los días van pasando y queda claro que no podrán posponer mucho más tiempo su operación.
Igual tiene a su lado a Arizona, que últimamente ha vuelto a ser esa chica alegre que alguna vez conocimos, que rezuma buen rollito y regala sonrisas a mansalva. Nuestra patinadora le hace un resumen de todo lo que tiene que hacer en el día y le recuerda que le toca revisión, algo que no le hace gracia a Herman que está de muy mal humor. Y es que estas dos ya son amigas del alma, es lo que tiene compartir sillón. Vamos, que Arizona ya tiene apuntado en el futuro comprarse tapones de oídos porque Herman ronca cuando duerme.
La patinadora acompaña a Herman a su prueba y al salir, Amelia le comenta a la doctora que el tumor está estable, pero que sigue avanzando y estima que tiene unas seis semanas antes de que sea imposible operarlo, con lo que estaría bien que se diera prisa en entrar en quirófano. También le recomienda que intente la terapia de laser, porque eso podría ayudarle a expandir este tiempo en unas dos semanas, pero Herman no quiere porque ya la probó con anterioridad y no vio gran mejoría, así que no cree en ella.
Herman últimamente está muy solicitada, así que Amelia casi que no termina de comentarle todas estas cosas cuando Bailey ya anda detrás de ella para intentar convencerla de que trate a una paciente llamada Glenda Castillo. Herman no está interesada en tratarla, porque la enfermedad del pequeñín de Glenda es una que Arizona y ella ya han tratado y como su máximo interés está en conseguir que la patinador aprenda todo lo que sabe antes de que la operen y posiblemente la palme, no tiene tiempo de hacer la misma cirugía dos veces.
Herman también aprovecha para informarle a Arizona que la próxima cirugía le va a tocar hacerla a ella. A la rubia le entran todas las dudas del mundo, pero Herman le hace ver que necesita ver lo que ha aprendido en este tiempo.
A la doctora Ogro le toca radiación, así que Arizona la acompaña y yo por un momento sufrí a lo grande, porque la mascara rara esa que le enjaretan me provocó claustrofobia y eso que no la padezco. ¡Que horror! De solo pensar que me la pongan me da yuyu. Pero me gustó ver a la patinadora aguantando vara a su lado, porque todas sabemos que a Arizona nunca se le dio demasiado bien eso de enfrentarse a la muerte de sus seres queridos. Sin embargo ahora, toma a Herman de la mano y la acompaña durante el proceso. Es una nueva cara de nuestra rubia que desde luego está evolucionando.
Más adelante, en la cafetería, Callie está observando de reojo a una Arizona que se lo está pasando bomba junto a Herman. Y es que, como habíamos comentado antes, la patinadora ha vuelto a ser ella misma, o al menos sonríe de nuevo y eso era algo que hace tiempo no veíamos.
Callie está celosa, pero no de Arizona en sí, sino de la felicidad de Arizona. Por que los seres humanos somos así y no, no es que la morena deseara que su ex se derrumbara fatídicamente y para siempre, sino que se compara con ella y es como ¿Cómo demonios estoy en este lugar en el que no soy necesariamente feliz y ella está super contenta?
Callie: ¿Cuándo ha pasado esto? Ha encontrado el clavo que saca a otro clavo perfecto sin tener que encontrar de verdad otro clavo. Osea, se queda con toda la parte buena y la diversión y nada de momentos malos o desastres. Sin exponerse a ser herida. ¡Ni si quiera tienes que depilarte! ¡No es justo!… ¡Oh por Dios! ¿En serio estoy aquí deseando una relación asexual donde no tenga que arreglarme? ¿En esto es en lo que me he convertido?
Me hizo mucha gracia escuchar este monólogo de Callie, primero porque ¿a quién no le ha pasado eso de ver a su ex más feliz que una lombriz y sentirse como «¿Ein? ¿En serio? ¿Tan rápido?»? Pero también porque creo que Callie se está enfrentando con el reflejo de lo que piensa fue su motivación para terminar la relación.
Ya hemos establecido que la morena dejó a Arizona no porque no la amara, sino porque se dio cuenta de que ambas lo habían dado todo y se habían perdido en el camino. Y en el episodio pasado vimos como Callie pensaba que en cierta manera asfixiaba a la patinadora, y ahora la ve feliz como lombriz y realizada profesionalmente y creo que eso la asusta. La hace darse cuenta de que tenía razón, al menos desde su punto vista, porque efectivamente, cuando Arizona no está con ella vuelve a ser ella misma.
Y el problema en Callie es que para ella las cosas no han ido igual de bien. No porque esté llorando por los rincones y pensando en ella, sino porque no ha encontrado ese punto de paz espiritual en el que puede ser feliz con las decisiones que tomó. No creo que la morena quiera su «clavo» pero desde luego no esperaba descubrir que la patinadora encontrase (especialmente en Herman a la que básicamente odiaba cuando estaba con ella) a «su persona».
Igual fue una escena muy divertida, yo me reí muchísimo cuando Maggie hablaba de sexo y no depilarse y decía: «¡Que lo busque! Está ahí. Que trabaje un rato!» LOL.
Mientras todo esto sucede, Bailey acorrala a Arizona a la entrada del comedor para convencerla de que es justo y necesario que la doctora Herman atienda al pequeño humano no nacido de Glenda Castillo. Herman ya ha dicho no, pero Bailey le cuenta a la patinadora que el esposo de Glenda murió en su mesa de operaciones seis meses atrás y que no puede fallarle una segunda vez y ya sabemos que nuestra rubia tiene corazón de pollo, así que le mete una consulta a Herman camuflada entre las demás para que no sospeche.
La doctora antes conocida como Ogro es demasiado inteligente como para no darse cuenta, pero apechuga mientras está con la paciente. Eso sí, cuando sale regaña a Bailey por hacerla perder tiempo y vida (que estamos en cuenta atrás) y a Arizona por haberle mentido.
Luego, en la sala de trabajo que tienen, le dice a la rubia que si realmente quiere que atiendan a Glenda elija la tarjeta de otro bebé al que quiere eliminar y cambian una vida por la otra. Obviamente Arizona se queda totalmente lívida, porque lo suyo es salvar a todos los bebés de este mundo. Precisamente de eso se aprovecha Herman para explicarle que es ella quien toma estas decisiones difíciles y a ella le toca operar y callar.
El tiempo pasa volando, sobre todo en esta serie, así que pasa otra semana llena de mini pequeños humanos que salvar y tratamientos de radiación. En el último que vemos, Herman pierde los nervios porque no se puede mover con la máscara y decide que no quiere pasar lo poco que le queda de vida así. Amelia casi sufre un ataque cardíaco porque, no solo se enfrenta a un tumor terrible, sino que su paciente no quiere seguir sus instrucciones. Dicen que los doctores son los peores pacientes y como sobrina, hija, nieta y hermana de doctores, puedo asegurarles que es absolutamente cierto. Esta rara especie de seres humanos es increíble a la hora de decirte qué es lo mejor para ti y salvar tu vida, pero pierden la memoria incomprensiblemente cuando los enfermos son ellos.
Lo siguiente que vemos es a Arizona y Herman operando de emergencia a una paciente. Le practican una cesárea de emergencia porque el fetito no tiene latido y Arizona se pone muy nerviosa, tanto que Herman decide hacer ella misma el primer corte. Eso sí, luego la rubia no puede escaquearse de la peor parte de este trabajo: explicarle a la mamá que el bebé ha muerto.
Arizona y Herman se vuelven a reunir en su sala de trabajo y la rubia pierde el control de sus sentimientos y empieza a llorar con todo lo que tiene. Yo sufrí mucho en esta escena porque, aunque jamás se toca ese tema, pienso que seguramente la patinadora estaba reviviendo los sentimientos que tuvo ella cuando le dijeron lo mismo. Porque, aunque la serie parezca haberlo olvidado, Arizona perdió a su propio pequeño humano y pienso que eso tiene que seguirle afectando.
Herman le dice que no hay tiempo para llorar y quita la tarjeta del peque muerto para cambiarla por la de Glenda Castillo. La muerte de este peque le ha dado una oportunidad al de Bailey. Así es la vida…
Pasan las semanas y el ritmo de la vida sigue su curso, más cirugías, más bebés vivos y de vez en cuando algún respiro, como el que se toman Arizona y Herman para descansar mirando al cielo. Las dos hablan de su visión sobre la vida después de la muerte y Herman aprovecha para decirle a la patinadora que la ha elegido a ella para tomar las decisiones importantes sobre su salud después de la operación. Si muere quiere que la cremen. Si está en estado de coma, quiere que espere una semana y si no despierta le retiren los aparatos que la mantienen viva, lo mismo si queda viva pero queda impedida.
Arizona no quiere oír hablar sobre estas cosas, pero la realidad está a la vuelta de la esquina y ninguna de las dos puede evitarla, así que una vez más, a la rubia le toca apechugar.
Después de ese rato de conversación profunda, las dos se van a tratar a Glenda porque su bebé está reteniendo agua. Herman quiere operarla ya, pero Glenda no quiere porque sabe que su bebé es demasiado pequeño para sobrevivir, así que le pide a la doctora aguantar un par de semanas más para darle más tiempo a crecer, aun a sabiendas de que, eso pone en peligro su vida.
Las dos salen del cuarto junto a Bailey y Herman aprovecha para renegar por todo lo alto porque su paciente no quiere hacerle caso, después de todo ella es la doctora y sabe lo que es mejor para su paciente. Arizona prácticamente se muere de la risa porque esas palabras son básicamente las que le ha estado diciendo Amelia en las últimas semanas. Así que al final Herman acepta darle un poco más de tiempo a Glenda y las se van a darle al drinking un rato porque ya que está a punto de morirse una buena borrachera no le va a hacer daño.
Lo siguiente que vemos es a Callie mirando a Sofía y Arizona jugando dentro de la guardería (¡yeiiiii Sofia está viva!). En cuanto Arizona sale, Callie la detiene para preguntarle qué tal está. El momento es un poco tenso, porque se ve que estas dos no han hablado mucho desde la separación y Arizona de inmediato pone el muro cuando Callie le pregunta por Herman y si piensa que todo irá bien con el plan de Amelia porque no entiende por qué su ex le está preguntando estas cosas.
Callie: ¿Qué? Solo estoy… solo quiero saber cómo estas… y como…
Arizona: ¿Callie?
Callie: Es que veo que tú y la doctora Herman se llevan super bien y solías quejarte de que te estaba matando, pero ahora estás contenta porque te está matando y parece que realmente te cae bien.
Arizona: Es verdad, me cae muy bien, es una excelente persona. Ella es… es increíble.
Callie: Y está enferma… así que me preocupa.
Arizona: Amelia lo tiene controlado, estará bien.
Callie: Me preocupo por ti. Sé que no debería, sé que no es de mi incumbencia, pero es un viejo hábito.
Arizona: Oh.. eso es… gracias.
Me encantó esta pequeña escena porque, si semanas atrás Callie era básicamente egoísta, pasado este tiempo, la morena realmente se ha dado cuenta de lo importante que es Herman para Arizona y no quiere ni pensar en lo que podría pasar si «su persona» se muere. Sobre todo porque conoce a su ex y sabe lo mal que se toma estas cosas. Así que quiere protegerla y echarle un cable, la está ojeando desde lejos para asegurarse de que esté bien porque Callie se preocupa por ella.
Por otro lado, Arizona acepta esta preocupación y hasta puede que la haga sentir halagada, pero se nota que está a la defensiva porque en un primer momento no entiende de dónde sale la preocupación de Callie o a dónde quiere llegar. Pero una vez que todo está aclarado todo fluye entre las dos. Eso sí, en un plano meramente cordial entre dos personas que han sido todo la una para la otra pero que ya no lo son.
Una nueva emergencia llega y Herman aprovecha para decirle a Arizona que esta vez será ella quien lleve la batuta. Nuestra patinadora no se siente preparada, más que todo porque es una emergencia y sus errores pueden ser mucho más graves que con un paciente que esté estable. Igual Herman pasa un kilo de sus traumas y le dice que tiene que apechugar igual que ella está enfrentando a la muerte.
Herman: ¿Crees que yo estoy lista? ¿Crees que esto es fácil para mí? Yo estaba bien, ya había aceptado que moriría. Y luego tú me infectaste con tu estúpida… con Sherman y su plan y tus estúpidas esperanzas. Y ahora, es más difícil que nunca entregarte esto. No quiero hacerlo, tengo miedo de hacerlo, tengo miedo de dejarlo ir y todo es tu culpa. Así que… lo meno que puedes hacer es merecértelo. Tomar mi lugar, hacerlo bien, hacer que no me arrepienta. ¿Puedes hacer eso?
Con ese discurso de por medio estaba claro que Arizona por lo menos lo intentaría, así que ni tarda ni perezosa se lanza al quirófano a darlo todo. Ya dentro, Arizona se encuentra con un problema, pero encuentra una solución propia que deja impresionada a la mismísima Herman que se da cuenta de que, efectivamente, ha dejado el trabajo de toda su vida en las manos adecuadas.
Por otro lado vemos a Amelia explicando los últimos detalles de como planea atacar el tumor de Herman y a Callie preguntándole no muy sutilmente si no sería bueno que su hermano le echara un cable. La verdad es que ha sido un golpe bajo de la morena, pero entiendo que haya querido hacerlo, más que todo porque sé que nace de la preocupación que trae encima por Arizona.
Apenas sale de la operación, Herman busca a Amelia para decirle que le haga otra prueba porque está empezando a tener síntomas que auguran muy malas cosas. De inmediato ponen manos a la obra y resulta que sí, que el tumor ha alcanzado su punto límite y tienen que operar ya. Arizona entra justo en ese momento porque Glenda Castillo necesita que la operen ya, tanto ella como el peque se han puesto más malitos y tienen que actuar ahora o nunca.
Amelia sale corriendo a prepararse y Arizona entra para darle la noticia a Herman, que solo verle la cara se da cuenta de lo que está pasando y empieza a prepararse psicológicamente para lo que se le viene encima. Dos enfermeros traen la camilla y Herman les pide un poco de privacidad para hablar con Arizona.
Mientras se cambia, le va explicando qué es exactamente lo que tiene que hacer con Glenda Castillo y le asegura una y otra vez que es totalmente capaz de hacerlo. La rubia intenta decir algo significativo, pero se le atragantan las palabras en la garganta y apenas puede contener las lágrimas porque quiere ser fuerte por su amiga.
Arizona acompaña a Herman hasta el quirófano, donde la doctora por fin se rompe porque todos somos humanos y la muerte nos da miedo. Pero la patinadora está ahí para asegurarle que volverán a verse porque Amelia lo tiene todo controlado y este es el momento de creer en ella.
Herman: Quería abrir nuevos caminos. Quería dejar un legado. Quería que mi vida, mi cerebro, mi existencia significaran algo. Lo que nunca pensé acerca de esto, lo que jamás pasó por mi mente fue que, para poder conseguir eso, para poder ser recordada, para poder dejar algo significativo detrás, tienes que marcharte.
¡Holy shit con el discurso lesbicanarias! A mí en este momento se me pusieron los pelos de punta, más que todo porque a estas alturas no tenía ni idea de qué iba a pasar, que esto es Shondaland y ya sabemos que aquí puede pasar de todo.
Nunca lo habría pensado a principios de temporada, pero realmente sufro por Herman y su futuro, realmente habla de la calidad de Geena Davis el hecho de que haya conseguido hacernos pasar de la total indiferencia (y casi que odio) al amor, porque si alguien no soltó la lágrimita en este episodio es que tiene el corazón de hierro.
Y hasta aquí dejamos este episodio. Pero no se preocupen, trabajaré a marchas forzadas para traerles el siguiente cuando antes que sé que voy con retraso.