Cada vez que escribo algo intento ser breve aunque imposible casi siempre me resulta. Sólo espero esto salga más allá de mi cámara de eco y sí, el eco se expanda.
Desde que tengo memoria, en mi país, México, nunca encontré referente alguno sobre mi lesbianismo en alguna serie televisiva. A mediados de los 90, el boom del internet comenzaba a acercarnos a chats o foros “ocultos” como “estilos de vida”… Sólo así conocí entonces a muchísimas personas que, al igual que yo, buscábamos “alguien igual a nosotras”, a esa persona que salía de la norma, de las etiquetas convencionales y que por “vergonzosas razones” no podíamos revelar nuestros intereses impuros hacia las de nuestro mismo sexo. Veinte años después, esa generación está enfrentándose a “cambios” que nunca creímos alcanzar…
Por un lado, son las RRSS y el streaming lo que han unido a las comunidades LGBTI mundialmente, conformando fandoms o para ser más clara, grupos de personas aficionadas a compartir, comentar y difundir productos audiovisuales incluyentes o destinados a nuestro mercado. Por otro, en varios países latinoamericanos, del caribe y norteamérica la inclusión y reconocimiento de nuestros derechos como seres humanos van en avanzada aunque no con apogeo.
En mi país, por ejemplo, pueden presumir sus gobernantes ante el mundo que en la ciudad de México (CDMX) y algunas de sus playas existe “apertura” a la comunidad; que en la CDMX podemos pasear de la mano, besarnos en alguna esquina, en el metro, en los parques, en fin, que existe un ambiente gay friendly desbordado que hace escasos 10 años ni en sueños podríamos creer.
En la CDMX, y algunos otros estados, también pueden presumir que hoy día puedo acceder al matrimonio e incluso puedo llegar a adoptar. Sin embargo, la verdadera realidad que yo no presumo es que en México sigue viva y empoderada la homofobia y el machismo feminicida.
Hoy, cuando dicen que “ya puedo”, soy yo quien hoy no me atrevo. Me explico: sigo temiendo por el rechazo, la agresión, la burla y las miradas de odio o asco; sufro cohibimiento de mí misma en un México que presume de apertura, donde su sociedad dice haber cambiado, pero en el fondo sigue siendo la misma que señala, que atenta y hasta mata. Siguen siendo los mismos discursos, las mismas condenas y las mismas cacerías de hace años.
Dicen habernos permitido, y hasta que la ley nos ampara, pero sigue vigente esa sombra negra de la homofobia envolviéndolo todo. México no cambia, y no lo hace porque tal vez no sabemos cambiar, tememos cambiar y es más fácil seguir en la sombra, cubrirnos la cara y ocultar lo que somos a exponernos a la gran vergüenza nacional que es la impunidad que imposibilita ejercer libremente la denuncia y más aún la protección.
De nada sirven las leyes que nos amparan, si con sencillez nos borran arguyendo el crimen como pasional, en vez de un claro y evidente homicidio de género o por odio. La sociedad homotransbífoba machista puede golpearnos tranquilamente entre cinco porque “lo o la quiso besar y se ‘lo merecía’ por puto, por marimacha”. Pueden violar porque tienen derecho a “enseñar” que mi cuerpo es de mujer y no de hombre, o viceversa. Pueden negar mi lesbianismo porque soy muy femenina y no parezco una “de ésas”. Y quienes juraron protegernos, simplemente voltean hacia el resto del mundo a pavonearse de lo modernos, fuertes, unidos y consolidados que somos porque son incapaces de vernos, ni a nosotros ni al resto de sus ciudadanos. Y si eso pasa dentro, en nuestro cotidiano día a día, no nos queda más que mirar fuera, esperando encontrar en otros pueblos, otras sociedades avanzadas un poco de esperanza, pues aunque las mujeres lesbianas podemos tomarnos de la mano por la calle, siguen sobre nosotras las miradas como si fuésemos unas apestadas…
Fue mediante la recomendación de Lesbicanarias como su ficción Seis hermanas, productores de Bambú y RTVE, llegó a mi vida a mediados del 2015. Su trama ubicada en el Madrid de 1914 tristemente se homologó a la realidad de mi propio espacio, de mi propio tiempo y por lo que sé, del de muchos países en el mundo de este casi acabado 2016. Celia Silva fue el personaje que por su evidente tratamiento lésbico me atrapó, pero además por su fuerza y lucha mostrada al lado de quien sería “el amor de su vida”: Aurora Alarcón. La compenetración de ambos personajes tiene agarrado mi corazón entre sus manos (y el de cientos), por sus transiciones mostradas y delineamiento inicial, y aunque si bien es cierto su historia de amor no ha sido un nicho de flores y más de cientos de veces han caído en inconsistencias argumentales, siempre creí que sus productores, creadores y guionistas compensarán tantos sufrimientos en un final apoteósicamente feliz para la pareja que el fandom a su alrededor nombró como Aurelia, y así compensar el apoyo mostrado y la difusión de su serial diario.
Miles de tuits se cruzaron entre sus intérpretes (Candela_Serrat y Luz Valdenebro), la cuenta oficial en twitter de Seis Hermanas y lxs fans Aureliers, estableciendo lazos de camaradería día y noche, dependiendo de la región en el mundo. Las misivas iban y venía entre todos, con desplegados espontáneos de las fans, o con “reconocimientos” de la casa productora.
Creía, sí, creía fielmente que la inexperiencia de Bambú Producciones al crear una serie diaria derivaba en situaciones argumentales poco creíbles, eventos crueles y salidas rápidas nada atinadas, pero aún con estas evidencias, les defendía porque su intención originaria como empresa se fundamenta en su eslogan “Cambiaremos el mundo”, y en sus otros productos llenos de preciada calidad.
Cuando vi por primera vez su propuesta argumentativa quise creer que habían sobrepasado en sus tierras esto que en la mía seguimos viviendo. Quise creer que al mostrar esos “problemáticos” amores de antaño, era porque todo eso allá, en la península, estaba superado… Quise creer, incluso, que habían seguido el camino de una serie mexicana Las Aparicio (2010) de Argos que logró lo impensable entre la comunidad lésbica: empoderarnos, pues entre sus personajes una Aparicio y su novia nos demostraron que el #AmorBonito sí existe en México y sí tiene final feliz. Para mí, como lesbiana recluida en un entreabierto closet (como aquella que han resaltado recientes estudios sobre nuestra ‘armarizada’ vida), Seis hermanas me presentó una oportunidad más de representación en sus dos personajes lésbicos; primero, en el protagónico de Celia Silva (Candela Serrat) y después en el de su pareja, Aurora Alarcón (Luz Valdenebro). Nos veía en ellas, a mi mujer y a mí, con infinidad de problemas a cuestas para mantenernos juntas, pero con la fortaleza interior para seguir adelante. Nos mostraron una libertad que nos hizo ilusionar, desear y luchar como aquellas lesbianas de principios de siglo, pero de repente, como la canción, todo se derrumbó y empecé a verlo ahora claramente.
Tras el lamentable, gratuito y extremadamente indignante final que han dado a uno de sus personajes lésbicos, que no principal, muchas voces no han podido ser acalladas, aun con las inapropiadas respuestas de su Comunity Manager o los silencios autoimpuestos que se han prodigado. Veo con profunda pena que lo que pensé sólo existía en este lado del mundo, en el suyo aún pervive: también les invade una grisácea nube de homofobia e incapacidad de empatía.
Con decepción ahora entiendo que no fue intención alguna de las productoras dar un final feliz a esta empoderada pareja (que ha sido magistralmente interpretada y defendida por sus dadoras de piel, hasta el último aliento), jamás se creyó o esperaban mantenerla viva hasta el final y se ha desvanecido por completo la idea original de lo que sus creadores atinadamente soñaron pero no supieron y quisieron mantener. Pero lo peor no termina aquí. Ahora la televisora RTVE y su otra coproductora Boomerang TV muestran su absoluta falta de respeto a fandoms LGBTI, a través de su producto Acacias 38 (transmitido por el mismo canal una hora antes de Seis hermanas, por quien desee verlo) al “lesbianizar” o “bisexualizar” al personaje que la actriz Sara Miquel interpreta, “Cayetana”, en un claro afán de “capturar” al público lésbico decepcionado de Seis Hermanas o por su inminente salida de su barra de transmisión de la tarde.
Lo lamentable y absolutamente irrespetuoso es que pretendan veamos en una despreciable asesina desquiciada (con todo el respeto que se merece la intérprete) una representación lésbica o bisexual capaz de captar nuestra atención… ¿De verdad creen que tan poco amor propio y respeto podemos tenernos para aceptar sigan abofeteando nuestra integridad como seres humanos, en personajes que “representan” tan negativamente a nuestra comunidad, y acrecienta el desprecio y homofobia que aún existe en este mundo?
No, señores, no. ¡Ya basta!
Así como se cuidan los contenidos vertidos en horarios especiales o el retiro de apologías a la violencia, así mismo exigimos respeto al modo y forma de representarnos. ¡Basta, señores productores, directores de contenidos, guionistas, basta ya! Han desfilado por las tramas televisivas españolas muertes absurdas, crueldad innecesaria y ensañamiento tortuoso de personajes LGBTI. Tristemente Seis hermanas es ahora una más de esa interminable lista de series donde el tópico “mata a la lesbiana” es tan recurrido por otras casas productoras. Todos en este mundo sufrimos, señores –unos más unos menos, como ya he expuesto sobre lo que vivo en mi país– pero al parecer el personaje lésbico-gay-bisexual-transexual se merece más maltrato del habitual, tan sólo por serlo.
Por eso hoy no sólo quiero dirigirme a ustedes productores, directores de contenidos, guionistas, no, sino con esta carta abierta también abrir una queja con los representantes del Colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Madrid (Cogam) y de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), sobre el proceder no sólo de las ya mencionadas casas productoras sino de un hecho que trasciende fronteras y está también invadiendo los productos audiovisuales que se hacen en España: el reiterado e insultante uso del tópico “maten a la lesbiana”, ensañarse con el personaje homosexual, mostrando su infelicidad constante y aprovechándose del deseo de representatividad que la comunidad LGBTI pide a gritos para promocionar sus productos.
Sé que parecerá irrisorio para muchos productores y creadores de productos audiovisuales que exijamos respeto en el modo de representar a personajes LGBTI en contenidos en los que ellos y sólo ellos tienen derecho a explotar y explorar, pero también es cierto que transgredir nuestra dignidad humana no sólo exhibe su irresponsabilidad social al herir y transmutar negativamente el modo de ver y enfrentar la vida de sus personajes ficticios, en cientos de sus consumidores; porque si bien es cierto, capacidad de elección entre productos existe, es hasta el resultado final como se puede hacer uso de esa elección sobre todo en las transmisiones diarias televisivas, y mientras tanto pueden (y lo han hecho) aprovecharse del apoyo mediático de difusión que el colectivo ofrece y cual fraudulenta acción, entregar al final un producto que no satisface nuestras esperanzas reivindicativas como hasta el momento ha sido.
Es por ello que apelo a los colectivos defensores de nuestros derechos, antes mencionados, para comenzar a buscar la forma de comprometer a los creadores de estos productos audiovisuales españoles a no seguir generando personajes mancillados o transgredidos en una falsa normalización e inclusión que al final perpetua las mismas erróneas miradas de odio, intolerancia y exclusión por las que luchamos en nuestro día a día.
Sí que queremos representación, sí que queremos ser visualizadas, sí que queremos que el auditorio nacional español y los que accedemos/acceden a sus contenidos en el extranjero contemos con voces fuertes y claras de nuestro acontecer y nuestros pesares, pero con dignidad. No promoviendo a través de su entreverado comportamiento homófobo, transfobo o bífobo, a personajes que, de cara al auditorio, sólo siguen exhibiéndose como un infravalorado personaje que es asesinado o cumple un destino funesto por su orientación sexual o identidad de género. Si queremos erradicar las ideologías de homofobia que han imperado por años, debemos rescatar los valores del respeto y la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Complicado es ya para las mujeres lesbianas, bisexuales, transexuales y heterosexuales, ser visibles en los medios sin tener que desnudarse o ser transgredidas como para ahora agregarle la imposibilidad de representación íntegra, humana, con valores positivos que promuevan la empatía y la cohesión tan necesarias para prevenir más violencia hacia nosotras.
Apelo y exijo, pues, a que nuestro colectivo sea respetado y no usado con vil descaro para atraernos contenidos que al finalizar, no nos representan, ¡basta ya!
Y aunque nada, nada impide que el llamado de una mexicana sea ignorado, aprovecharé esas miradas que hasta aquí han llegado para rescatar entre quien lo desee, lo único valioso que no debemos olvidar quienes día a día empujamos hacia afuera un poquito más esa puerta del entreabierto clóset: esperanza, fortaleza y lucha.
La creación de Aurelia y de todas aquellas tramas que creímos ciegamente nos representarían sembraron esa tríada en muchas, las regó en otras, las vio crecer en algunas más… y las mataron con absoluta impunidad al, como en mi caso, confirmarle y reafirmarle a mi familia que no importa cuanto luche o cuanto ame, pues “¿ya ves?” la homosexualidad siempre conlleva a un trágico final.
No permitamos que de nueva cuenta otra historia venga a contarnos SÓLO cómo amamos, y efectivamente sufrimos, padecemos y vivimos el rechazo de quienes no comprenden nuestro estilo de vida, que nos ilusione, use y de un plumazo –literal– nos vuelvan a arrebatar esa tríada que fortalecemos a diario.
Metamos el pie en esa abertura que nos permite ver hacia afuera, a veces con miedo, a veces con terror y lancemos a partir de ahora, y cuantas veces sea necesario, un RESPÉTAME, DETENTE YA, aunque sea temblando. Te invito a dejar tus letras aquí abajito y darnos seguimiento en Twitter bajo los hashtag #Aurelia #Aureliers #CeliaSilva #AuroraAlarcón #NoAuroraNoSeisHermanas #RespetoAFandomsLGBT y #SeisHermanas. Hasta pronto.
Aplausos muchos, nuestra comunidad merece respeto
¡Muchísimas gracias! Luchemos a diario desde adentro hasta afuera.