La semana pasada en Anatomía de Grey por fin marcó el comienzo de la relación entre Arizona y Eliza que hasta ese momento solo habían flirteado a tope y por fin se dieron un beso. Eso sí las dos siguen engañando al hospital entero y divirtiéndose en el proceso porque son «enemigas ficticias» en el trabajo. ¡A ver en donde termina esto!
Nuestro episodio de esta semana comienza con Richard quejándose con Bailey de que los colchones en el hospital son muy malos y hay que cambiarlos. Esto solo nos interesa porque Webber está durmiendo ahí desde que se enteró de que su mujer fue la instigadora de los cambios que acabaron con Eliza en el hospital. Vamos que la máxima traidora fue ella. Y no tanto por los cambios, que una vez más dejo claro que creo que eran necesarios, sino por la manera en la que tanto Bailey como ella actuaron a la hora de implementarlos.
El caso es que Richard está durmiendo en el hospital y lo está pasando mal, algo que a nuestra querida patinador le preocupa porque después de todo ambos son amigos. La preocupación pasa a culpabilidad cuando se da cuenta de que Richard se siente muy mal e incluso ha pensado en darse por vencido, porque siente que poco a poco pierde apoyo en el hospital. Cada vez más personas miran con buenos ojos a Eliza y el «momento» de la protesta ha pasado, sobre todo después de que Meredith haya regresado a su puesto.
Arizona le dice que no puede darse por vencido, que ella sigue totalmente a su lado y además lo invita a quedarse con ella en su casa. Él le agradece que sea leal y siempre lo acompañe y ¡auch! de inmediato vemos la culpabilidad a tope en su cara porque la realidad del sistema es que no está tan de su lado como parece.
Otro que está de malas con lo que está pasando es Jackson, que por algún motivo se está tomando todo esto de manera totalmente personal. Vale que él tiene una relación más cercana con Richard por qué, después de todo, está casado con su madre, pero se nota que trae algo dentro que lo carcome y lo descarga con Meredith, Maggie y Arizona que pasaban por ahí. A Meredith le dice que su regreso les ha perjudicado y ha debilitado su posición, pero todas están de acuerdo en que más que eso, es que la gente ve que el trabajo de Eliza está funcionando.
Jackson se nefastea aún más porque entiende que las tres están abandonando a Richard y les dice que él sí se va a quedar luchando a su lado. Y si necesita hacer valer el apellido «Avery» que así sea. Después de todo, su madre no es la única Avery del hospital.
La siguiente vez que vemos a Arizona está caminando por las escaleras del hospital donde se encuentra con Eliza. La morena quiere saber que tan grande tiene la cocina y yo como soy mexicana me pregunté si era un asunto de bollos, pero no, Eliza quiere hacer «pierogi». Y como en esto de los ships lesbicanarios si hay una ley es que la comida acompaña a la pareja, me puse a investigar y descubrí que es una especie de pasta rellena polaca que tiene muy buena pinta. Pero volviendo a lo nuestro, Arizona tampoco sabía lo que era y eso da pie al buen flirteo que tanto nos gusta.
Arizona: Ohhh ¡suena bien! ¿qué es?
Eliza: Algo que hago muy bien.
Y Eliza lo dice con una cara que nos hace ver que puede que el Piorogui no sea lo único que termine comiéndose Arizona esa noche. Además remata hablando Polaco y yo no tengía ni idea de lo que dijo al igual que Arizona, pero sonaba super sexy. Así que, ya me conocen, soy friki, por eso les caigo bien. Y me embarqué en la tarea de descubrir que decía y resultó ser esto:
Jak posmakujesz moje pierogi,
to nie bedziesz chciala innych.
Que si confiamos en Google y acomodamos un poco para que tenga sentido, sería algo como: «Después de que pruebes mi Pierogi ya no querrás comerte ningún otro». Y aquí es donde el Pierogui se convierte oficialmente en ¡La comida de Elizona! Y dicho y hecho, las chicas quedan a las ocho esa noche para comer… cada quien que se imagine lo que quiera.
Las cosas se le complican aún más en el hospital a Richard que decide tomarle la palabra a Arizona y pedirle que lo acoja en su hogar porque le va a dar lumbalgia como siga durmiendo en el hospital. Y claro, quiere empezar esta noche, lo que arruina la comida de Arizona y amenaza con ponerla a dieta. ¡NOOOOOOOOOOOO! Richard yo te quiero, pero ¡es un pecado meterse entre una lesbiana y su comida!
Arizona es amor y como ve que Richard está mal le dice que le de un poco de tiempo para cancelar una «cita que tenía» y que no hay problema. Richard le dice que ni al caso, que no se preocupe y que siga con su cita que él apoquina en las camas del hospital. Y luego remata diciéndole que se alegra por ella y que espera que le cuente detalles al otro día y yo me siento fatal. A ver, que no es un pecado que Arizona salga con Eliza, pero que al menos tendría que haber sido honesta, porque se puede liar muy parda y yo sufro.
Por la noche, Eliza y Arizona se encuentran en la sala de descanso y las dos están muertas en vida después de los turnos que han hecho, así que deciden cerrar los ojos por 5 minutitos para agarrar energías para la comida jeje. Claro que no calcularon bien el cansancio y al final ¡se quedan dormidas por horas! Vamos que prácticamente madrugan en el hospital.
Las chicas deciden celebrar el haber pasado su primera noche con un beso, pero como ya nos cantaba Alanis con Ironic, obviamente algo tenía que salir mal y ¡justamente en ese momento entra Richard! Él de inmediato se disculpa y se pira, pero su cara de abatimiento es un poema. Vamos que su mejor amiga lo ha traicionado con su peor enemiga. ¡Eso duele!
A mi me encantan Eliza y Arizona y quiero que sigan, pero igual entiendo que Richard esté dolido, porque el único que se mantuvo al lado de Arizona en sus peores momentos fue él. Richard fue el que la mantuvo en pie cuando Callie le intentó quitar la custodia de Sophia y la acompañó siempre. Y tiene que ser muy gacho toparte con eso.
Y hasta aquí señoras nos quedamos esta semana. ¿Quién se anima a hacernos pierogi?