La semana pasada no quedamos muy contentas porque Arizona y Carina parecían haber roto para siempre. Entre que Arizona estaba super centrada en recibir a Sofía que ahora está viviendo con ella y que Carina salió pitando directa a los brazos de Owen, no le veíamos mucho futuro a esta pareja lésbica en Anatomía de Grey.
Esta semana nuestro episodio comienza con Arizona entrando en el elevador para toparse de frente con Carina y Owen que también estaban dentro. ¡Hay que tener mala suerte! Bienvenido el momento incómodo en el que te encuentras con tu ex y el tío que con el que anda ligoteando ahora. Todos disimulan como pueden y salen corriendo en cuanto que las puertas se abren como haría cualquier ser humano decente.
Más adelante empiezan a pasar una serie de desastres misteriosos en el hospital. Los monitores cardíacos dejan de funcionar, los ordenadores y tablets no te permiten acceder a los expedientes de los pacientes ¿qué demonios está pasando? Arizona intenta descubrirlo junto con Bailey y se topan de frente con algo que hace que tiemblen mis rodillas. ¡Les han infectado el software del hospital, está hackeado y les piden una suma millonaria para devolverles el control!
Como la cosa está medio descontrolada, Bailey le da permisos especiales a Carina para que actúe como ginecóloga en el hospital y ayude en maternidad con las pacientes que están a punto de tener un bebé. Su primera paciente es una mujer que intentó dar a luz en casa pero a la hora de la verdad, cuando le entraron los dolores fuertes entró en pánico y ahora están el hospital super asustada y a punto de tener un pequeño humano.
Pasado un rato, alguien vuelve a solicitar la presencia de Arizona en maternidad, algo que pone de los nervios a la rubia que insiste en que ella ya no trabaja en ginecología, sino en neo natal y por tanto no deben llamarla. Pero quien pidió su presencia fue Carina. Resulta que la mujer a la que está atendiendo quiere drogas fuertes para aliviar su sufrimiento pero a estas alturas del partido ya no le pueden poner la epidural. Carina intentó sugerirle lo del orgasmo pero casi le avientan un jarrón del cuarto. Algo a lo que Arizona responde con una sonrisa y le recomienda elegir mejor a qué pacientes soltarles esa recomendación.
El caso es que Carina le pidió a Arizona que estuviera ahí porque:
Eres la persona más amable aquí, trabajas con madres, eres una madre, pensé que podrías calmarla.
Carina se lleva el gato al agua con una sonrisa y ¿soy yo o estas dos están coqueteando? Sufro una gran confusión porque la última vez que lo dejamos lo de estas dos estaba más que cerrado, pero aquí veo intenso movimiento lesbicanario. ¿Qué pasa aquí? ¡Que alguien me lo explique!
Sé que no te sientes preparada y que sientes que todo va a cambiar en un instante. Sientes que vas a ciegas pero créeme, le vas a echar un ojo a este bebé y no te va a importar absolutamente nada más. No te va a importar cómo era la vida antes de conocerla. Te lo prometo, quieres conocerla. ¿Vale?
Una vez que Arizona ataca con la sonrisa super mágica ya no hay vuelta atrás. La mujer se convence de que puede hacerlo y lo da todo en forma de pugidos para traer a su bebé a este mundo y tal como predijo Arizona, en cuanto ve a la bebé se enamora. Por cierto ¡eran dos mamás lesbicanarias!
En cuanto terminan la consulta, Carina le agradece a la rubia que le echara un cable, aunque anda de bajona porque no pudo con su paciente ella sola y ¡era la primera! La patinadora le dice que hizo lo más inteligente y que además las dos son un gran equipo y luego las dos se vuelven a sonreír y hay química y ¡quiero matar a Owen por meterse entre estas dos!
Carina: Te extraño
Arizona: Yo también te extraño. Pero ¿no estás con Hunt ahora mismo?
Carina: ¡No! Todas las mañanas me dice que es solo sexo y que no somos nada.
Arizona: Pues está bien saberlo.
¡Eso digo yo! Está super bien saberlo ¿será que resurge el fuego de las cenizas? Esta semana nos vamos a quedar con la duda porque el desmadre del hospital se llevó todo el tiempo que quedaba pero nos vemos aquí la próxima para descubrirlo.
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