Atención: quienes tengan en mente leer “La daga fenicia” deben abstenerse de continuar con la reseña. Resulta completamente imposible hablar de “Regreso a Eterna” sin hacer spoilers de su primera parte. Si ya la habéis leído, o habéis tomado la decisión de no hacerlo y pasar directamente a esta segunda parte, adelante, bienvenidas al mundo de Eterna.

Han pasado algunos años desde que Patricia escapó de Eterna. En su universo, aparentemente, todo ha continuado igual: las mismas amigas, la misma vida… Sin embargo, ella sabe que su aventura la marcó para siempre, por muchas razones. En Eterna las cosas también han seguido su curso, pero Iduna realizó reformas decisivas; la más importante, quizás, permitir las relaciones amorosas permanentes en la comunidad. La propia partida de Patricia fue el desencadenante de este cambio de mentalidad en Iduna, dirigente máxima de Eterna, profundamente impresionada por los sentimientos que la ahora fugitiva logró encender en su corazón.

Además, se han producido avances ideológicos profundos: Iduna se percatadó de que la existencia entre los muros de Eterna es genial, envidiable, maravillosa y sublime, pero que carece de un elemento primordial para ser feliz: la libertad. No es sólo el hecho de que una vez que entras ya no puedes salir de allí, sino que el primer obstáculo para la libertad de las ciudadanas de Eterna constituye su dependencia respecto de la propia Iduna.

Como recordamos, la daga fenicia que Iduna heredó de su padre instiló la inmortalidad en su sangre. La esencia otorgada por la propia diosa Astarté corre por sus venas indefinidamente, haciendo permanentes sus efectos en ella. Pero tal cualidad no es perenne en el resto de las mujeres con las que compartió su don: ellas necesitan que, una vez al mes, se repita la ceremonia de comunión de su sangre (el tema tiene alguna connotación conectada con la menstruación, como todos los ritos relacionados con la fertilidad femenina, los periodos lunares, etc.). Sin ese aporte mensual, la inmortalidad y la juventud logradas simplemente desaparecen.

Tal es el importante proyecto que Iduna ha iniciado: lograr aislar el principio activo que alberga su sangre y que otorga la inmortalidad al género femenino (recordemos que en los hombres no funciona como eterno preservador de la vida, sino todo lo contrario: para ellos resulta un potente veneno). Para ello, atrae y recluta a Norma. Norma es una competente científica, de lo mejorcito en su campo. Ella entrará en Eterna y, una vez inmortal y sin posibilidades de salir al exterior, como el resto de las ciudadanas, podrá dedicarse por completo a tan ambicioso objetivo.

Pero Norma tiene un pasado (desarrollado en “La Esencia”) y no es trigo limpio. Sus intenciones no se alinean con las de Iduna, precisamente.

«Haría lo que fuera necesario para alcanzar sus objetivos. La excitación le había quitado el hambre. Acababa de embarcarse en una peligrosa misión que podía costarle la vida si aquella mujer [Iduna] descubría sus maquinaciones”. (Pág. 15)

Tampoco su socio, Athila Broc, parece buena gente, sino todo lo contrario. Dicen que un niño maltratado puede a su vez convertirse en maltratador de adulto, y este parece ser el caso.

Athila Broc, rico hombre de negocios, acostumbrado a salirse con la suya siempre, no es feliz. En realidad, lo único que le sucede es que no se conforma con una verdad que todos conocemos: no se puede tener todo en la vida. Ni siquiera se puede tener “toda” la vida. Y eso es lo que le atormenta, que posee sólo una vida que alguna vez terminará con la muerte. Él ansía la vida completa, la que no finalizará jamás, la inmortalidad.

En cuanto olfatea la posibilidad de conseguir ese imposible sueño, de inmediato pone en juego todas sus cartas y echa mano del llamado “Ejército de Athila”: un grupo de hombres armados (con nombres de estrellas masculinas de Rock), altamente entrenados y dispuestos a todo, siguen la pista de la infiltrada Norma. Su determinación es encontrar Eterna y tomarla por asalto.

Eterna, sus moradoras y el secreto de la eterna juventud están en grave peligro.

“Regreso a Eterna” constituye una más que digna continuación de “La daga fenicia”. No sólo reanuda la narración con nuevas aventuras, sino que desarrolla la trama con elementos innovadores. Se constata la necesidad de evolución de la sociedad de Eterna, de contribuir a fines más elevados y compasivos, de llegar a una utopía más idealista y completa.

Iduna no es la semidiosa fría, hipersexual y perfecta con instintos cuasi-depredadores de antes. Se ha convertido en un ser humano sensible, con empatía y sentimientos. Su “equipo directivo” ha evolucionado de modo similar: Hilda y Hebe son pareja y Gea, la eficiente jefa de seguridad, no es ya ni inconmovible, ni imperturbable. Podría decirse que han aparecido aspiraciones más altas e incluso la vocación de abrirse al mundo, de compartir con la humanidad los beneficios del regalo de la Diosa (extendiendo con el tiempo sus ventajas a los hombres también).

Los superpoderes se los dejamos a quienes los ostentan por naturaleza y desde el nacimiento, como ese pequeño prodigio llamado Alejandra que, como ya viene siendo habitual, jugará un papel importantísimo en el progreso de la aventura.

El regreso a Eterna de Patricia tendrá varios motivos, aunque el principal es estrictamente personal. Este regreso implicará cambios importantes en su vida y en la de las demás. Muy importantes. Aunque, sobre todo, le dará la oportunidad de participar en la crucial empresa en que se embarcarán un grupo de valientes: salvar Eterna y devolver la esperanza.

“Ha llegado la hora de Astarté. Preparaos, el mundo os necesita. Tenéis que venir todas a mí. Es el momento para la Humanidad. Seremos de la misma sangre”. (Pág. 304)

La novela tiene mucha acción y dinamismo, consiguiendo que las páginas vayan pasándose con agilidad y rapidez. Hay tensión, emoción e intriga. Por otra parte, el mundo de Eterna (que conocimos ya en “La daga fenicia”) sigue desplegando aquí su exotismo e indudable encanto. ¿A quién no le gustaría transportarse a una fantástica ciudad, dotada de las mejores instalaciones, con el mejor clima y el más puro de los aires, llena de mujeres hermosas? ¿Quién rechazaría vivir allí feliz para siempre jamás en compañía de quien/es más quiera, sin pensar en que alguna vez todo acabará? ¿Acaso no es el Paraíso?

Que la disfrutéis, si os apetece.

Edición citada: Martínez, M. Regreso a Eterna. Ed. Egales. Madrid/Barcelona, 2018.

Rebajas
Regreso a eterna (SALIR DEL ARMARIO)
¿Para qué regresar a Eterna? No existe una sola respuesta. Elegid la vuestra. Para tomar decisiones que no pueden demorarse, conocer mujeres con proyectos ambiciosos, combatir a los desaprensivos, salvaguardar secretos que no deben salir a la luz, hacer surgir recuerdos grabados a fuego, enfrentar los mayores temores, forjar amistades incondicionales, experimentar sentimientos incontenibles, vivir aventuras, correr riesgos, alimentar la pasión. Tal vez, para salvar al mundo. ¿Regresamos?