¡Bienvenidas mis queridas deportistas a este resumen del segundo episodio de Ellas Dan El Golpe! La serie que ha conseguido que nos den ganas a todas de ponernos en forma y lanzarnos a batear pelotas y coquetear con chicas.
Nuestro episodio comienza con Max en el montículo lista para lanzar una pelota de esas que sabes que terminarán en Out para el bateador. Respira profundo, se prepara y la bola sale como bala de su brazo directa al guante de su cácher. Así que la sonrisa de Max ocupa la pantalla porque sabes que tiene este juego controlado. Lo malo es que era solo un sueño porque en realidad lo que hace es apuntar jugadas en su libreta mientras ve al equipo de hombres de la fábrica jugar. ¡Que alguien le de un equipo a esta mujer por el amor de las Diosas!
El equipo se toma un descanso y Gary (el chico que quiere salir con Max) empieza a intentar lucirse con los compañeros haciéndoles creer que Max está ahí para verlo a él. Todas sabemos que no hay nada más lejos de la realidad, pero su equipo se entera también porque Max se acerca al entrenador y le dice que la necesita. Max le da pistas de por qué debería tenerla en su equipo, empezando por decirle los errores de su lanzador, como que infla las mejillas cada vez que batea una curva. Los jugadores se van y el entrenador le dice que tiene razón, pero que no puede hacerla la prueba porque todos los jugadores tienen que tener un trabajo en la fábrica. Así que Max ya tiene su siguiente objetivo para conseguir equipo.
Lo siguiente que vemos es a las Peaches probándose el nuevo uniforme. A Carson le preocupa que, si se agacha a recibir pelotas se le va a ver todo. Greta tiene claro que a los caballeros no les va a molestar esa visión. Esti está renegando porque no va a poder correr ni hacer barridas sin que las piernas se le queden más ralladas que la cuenta de Twitter de Trump. Y Jess de plano se niega a ponérselo porque a ella no le van las faldas.
Lupe tiene la ilusión de que ese uniforme sea solo de cara a la galería, para fotos de prensa y demás pero Beverly (su chaperona) les rompe la emoción cuando les dice que no, que van jugar con ese modelito. Justo en eso entra Alan Baker, su nuevo PR y sobrino del dueño del equipo. O lo que es lo mismo, un enchufadísimo. Las chicas intentan decirle que jugar con faldas no es muy viable que digamos, pero él tiene orejas de cera y más bien les anuncia que juegan mañana contra las South Bend Blue Sox.
A Carson casi le da un paro porque ¡no han entrenado nada! Pero Alan no está preocupado y les dice que mejor se centren en las buenas noticias. ¡Las va a entrenar Casey «Palomo» Porter, el ex lanzador de los Cubs. Las chicas alucinan en colores porque está claro que lo admiran y están encantadas de tenerlo en el vestuario.
Palomo: Me encanta un vestuario. Todo lo que la gente escribe en las paredes, pequeñas oraciones que le envían a los dioses para que por el amor a George Washington les permitan tener su momento. Lo primero que un pítcher tiene que aprender es a mirar a alguien a los ojos y saber leerlo. ¿Tiene miedo? ¿Está pensando en su novia? Aquí parado las miro a todas ustedes y les diré lo que veo. Que muchas de ustedes han venido aquí a buscar su momento. Quiero ver el fuego en sus ojos. Señoras esta noche me iré a mi casa y haré la primera alineación principal. ¡Salgan al campo y demuéstrenme por qué deberían estar en ella!
¡Alaaaaaaaaa! Menudo subidón ¿no? Hasta ganas me dieron de hacer la mirada de fuego y todo. Carson se queda a solas con él cuando el equipo sale a la cancha y le confiesa que es fan total porque él siempre fue uno de los jugadores favoritos de su padre. Así que le pide que le firme una pelota porque su familia no se cree que ella esté ahí. Él le firma la pelota con un «Carson Shaw es una jugador muy profesional» y la firma con su nombre. Él le pide que le enseñe el fuego de sus ojos y Carson lo intenta con todo su ser pero es igual de geek que yo así que digamos que le salen llamitas. Pero la intención es lo que cuenta ¿no?
El entrenamiento empieza y Lupe lo está petando con los lanzamientos. Tanto que Pichón se acerca y le pregunta dónde aprendió a lanzar. Ella le responde que es autodidacta y él decide que le va a enseñar su lanzamiento estrella: «La horquilla».
Y mientras las chicas lo dan todo en el campo en las gradas el dueño del equipo está indignado porque y cito: «todas las chicas parecen camioneras». Pero ahí está Vivienne una mujer que está dispuesta a solucionar el problema porque ella sabe lo que quieren los hombres porque ella lo inventó. ¿Será?
Mientras tanto, Max pone manos a la obra y se presenta en la fábrica para tratar de conseguir empleo como secretaria o llevando las cuentas. Vamos, que los empleos que les dan a las chicas. Pero las dos mujeres blancas que están inscribiendo a las candidatas le dicen que a ella no la pueden inscribir. Primero intentan hacerlo de manera amable, pero es difícil ser racista amablemente, así que en nada nos damos cuenta que no le van a dar el trabajo por su color de piel.
De nuevo en el campo, Greta está intentando lucirse frente a Vivienne porque a diferencia de todas nosotras tiene claro quien es y por lo visto es una persona importante. Lupe está de lanzadora y Carson intenta ser una buena cachér que no mira a la bateadora porque todavía no supera que se fuera con un tío después de besarla y ¡nosotras tampoco! Nos has roto el corazón a todas Greta.
Greta: ¿Me vas a seguir haciendo la ley del silencio o ya se te ha pasado? ¿Llegaste bien a casa anoche?
Carson: Estoy intentando centrarme en el juego ¿puedes dejarme en paz?
Greta: No quieres que te deje en paz.
Carson: Claro que sí.
Igual por andar peleando ninguna de las dos queda muy bien porque Greta no consigue darle a ninguna bola y Carson no consigue atrapar la última.
Pichón decide que se acabó el entrenamiento y las quiere mandar a todas para su casa con lo que el equipo se queda alucinado porque han lanzado tres bolas y dado tres batazos. Vamos que es el entrenamiento más ligero que se ha visto desde el nacimiento del beisbol. Las chicas no quedan muy convencidas pero tampoco tienen más que decir en el asunto así que todo el mundo se devuelve a casita y a descansar que mañana tienen partido.
Ya en casa Carson recibe una llamada de su hermana que está indignada porque ande ahí jugando al beisbol en lugar de en su casa limpiado el recibidor y procurando embarazarse. Además ¡los vecinos la vieron huyendo en el tren y se le veía el sujetador! Carson acepta que se le veía pero se defiende diciendo que fue un accidente y Greta se muere de la risa con sus cosas. Su hermana está nefastísima. Le dice que fue a abrir su correo porque ¡chisme caliente! Y su esposo le escribió, su regreso se retrasa.
A Carson casi le da un ataque, porque recordemos que no recuerda lo que decía la carta, así que le pregunta si Charlie mencionó a qué se debe su retraso. La hermana le dice que tiene que escribirle a su marido y le pregunta si lo va a dejar. Carson se pone super a la defensiva y responde que no, que ya le escribió y que está cumpliendo su sueño. Además, Charlie sabe que ella está ahí.
Greta le regala a Carson un libro que se llama «Un árbol crece en Brooklyn» y como soy friki he ido a investigarlo. Lo escribió Betty Smith y por culpa de Greta voy a tener que leerlo porque las reseñas de Amazon lo ponen por las nubes.
Carson termina su llamada y se une al grupo de chicas que están platicando. Greta piensa que igual todo este rollo del beisbol les va a durar nada porque no tiene claro que vaya a ir público a verla. Carson se indigna porque no entiende a qué viene todo este mal rollito. Greta las invita a leer el periódico donde hablan sobre como son masculinas y tienen tobillos gordos.
¿Saben ese meme sobre como intentas dormir y tu cerebro no te deja? Pues así están Shirley y Carson esa noche. Las dos sienten que por fin han encontrado su lugar y tienen miedo de perderlo. Pero Carson opta por ver el lado positivo de la situación. ¡Van a jugar beisbol profesional!
En el salón, Max está trabajando mientras sufre internamente porque ha perdido su oportunidad de conseguir equipo. Su madre la nota ahí como alma en pena y le manda sentarse con ella para arreglarle las uñas. Mientras lo hace, se pone a contarle sobre la historia de su salón. Le dice que solo consiguió hacerse con él porque tiene un nombre ambiguo y la gente del banco cree que es un hombre. A Max eso le da ideas muy interesantes que de inmediato se notan en su cara.
Más adelante vemos a la «Señora Turner» entrar en el salón. Una mujer de buen ver con una hija pequeña que por su peinado y ropa podemos ver que tiene pasta. La madre de Max la invita a sentarse y le pide a su hija que la prepare. Y Max se apunta inmediatamente con cara de pícara. No sé si yo soy muy lesbiana y lo veo todo de colores señoras, pero entre estas dos parece que hay chicha. Pero no es posible que haya 2 parejas de lesbianas en una misma serie ¿no? ¡Eso sería romper todos los cánones existenciales!
Clance también se pasa por ahí porque necesita peinarse para su «inauguración» un ritual por el cual después de casarte presentas tu casa a toda la comunidad y los invitas a comer para que vean que guay eres. La familia del esposo de Clance quiere cangrejo y del bueno, lo que aparentemente es un lujo porque está bastante caro con la guerra. Pero Clance está dispuesta a todo para quedar bien, así que está ahí para peinarse y luego ella y Max tienen que ir a recoger su vestido y el cangrejo. Afortunadamente Toni les presta la camioneta para que puedan ir más rápido a todo.
Las chicas llegan al mercado a por el cangrejo pero ¡se lo han vendido a alguien más! Solo queda una caja de camarones ¡desastre! Clance consigue rastrear quién se los llevó por error y decide ir a su casa a recogerlo. El problema es que ya casi no tienen tiempo y todavía tienen que ir por el vestido también. Pero a estas dos no hay quien las pare así que van a por todas.
Eso sí, Max encuentra un segundo para hablar con Gary que anda por ahí registrando a la gente que quiere entrar en la fábrica. Max le pone sonrisa colgate y le pide de favor que la inscriba, pero el le dice que no están contratando mujeres negras. Entonces ella le pide de favor que la inscriba como hombre y le jura y perjura que no dirá que fue él quien la ayudó si se descubre el error.
Como las pobres tienen más mala suerte que yo, cuando llegan a la casa resulta que están en medio de un funeral y los cangrejos ya están hechos. ¡Hecatombe mundial! Pero Clance no puede quedar mal enfrente de toda la familia de su marido, así que decide ir a Schwartz, el mercado de los blancos. ¡Miedo!
Al día siguiente por la mañana, Beverly le pide a todas las chicas que pasen al salón que está lleno de mesas dispuesta para hacer las uñas, cortar pelo y demás. Las chicas miran todo con cara de «¿qué demonios está pasando aquí?» y entonces Beverly presenta a Vivienne Hughes. La señora Hughes es una multimillonaria dueña de una empresa de cosméticos y moda que está ahí para remozar a todas nuestras chicas y hacerlas parecer las mujeres decentes que los hombres quieren ver.
Digamos que prácticamente ninguna está a salvo, la que no tiene cara «no simétrica» tiene dientes de vampiro que necesitan limarse o manos de granjera. Las únicas que pasan la prueba son Greta y Maybelle y hasta ellas necesitan remozado. Las chicas están bastante nefastas con la idea.
Carson: Nos están convirtiendo en un chiste.
Vivienne: O impiden que te conviertas en uno. Si quieres acceder a su mundo, este es el precio de admisión. Una vez dentro, ya puedes decidir que es lo que quieres.
Greta: ¿Qué quería usted?
Vivienne: Autonomía. Construí un imperio, viajé por el mundo me casé con un hombre más joven. Él está muy bien cuidado y yo mantengo mi libertad.
Después de pasar por el taller de pintura y escultura, las chicas comienzan unas clases sobre «comportarse como damas». A Greta se le da de miedo eso de caminar como sílfide y sonreírle al personal. Pero Carson, Jess y algunas más no se lo están tomando en serio y además odian la idea. Greta se da cuenta y de inmediato aparte a Carson para decirle que le baje a su rollito. Carson se enoja con ella y le dice que no le esté intentando decir lo que tiene que hacer. Pero justo en ese momento Vivianne elige a una de las chicas del grupo y le dice que ya no está en los equipos porque «no da la talla de mujer femenina».
Greta: ¿Por qué crees que están haciendo esto Carson? Es para que no parezcamos una bola de lesbianas. De esto va todo esto. O igual a ti no te afecta esto, señora Shaw.
Cuando le llega el turno a Jess, Vivianne la va a despedir también pero Carson y Greta le dicen que la pobre no ha podido empezar a maquillarse porque las ayudó a todas a hacerlo. Así que le dan otra oportunidad. Así todas se dan cuenta de que, no importa que sean técnicamente impecables y las mejores jugadoras del mundo, si no entran por el aro las van a mandar a freír espárragos.
En el mercado blanco, Clance y Max entran lo más decididas que pueden e intentar comprar el cangrejo que les hace falta. Pero el idiota del mostrador hace como que son transparentes y no las ve porque obviamente es un maldito racista del mal. Max le recuerda que, por ley, tienen derecho a estar ahí pero él sigue de imbécil así que no les queda otra que irse.
Clance: No importa, no pasa nada.
Max: Parece que sí que te pasa algo.
Clance: Toni siempre te ha facilitado la vida. No sabes lo que es montar una casa y hacerte con un nombre tú sola. No quería avergonzar a Guy y a mi misma esta noche. ¡Pero mírame! No tengo cangrejo, así que las invitaciones en las que dibujé un cangrejo son una estupidez. Va a parecer que quería presumir y la gente pensará: «vaya…».
Max: Ahora vuelvo.
¡Miedito me da todo! Porque a Max le han tocado a Clance que es su mejor amiga y un pequeño rollito de canela al que todas debemos proteger, así que sale con los puños apretados, la mandíbula dura y con ganas de conseguir ese cangrejo así sea necesario matar al que lo vende. Para su suerte, Shirley y Carson también están ahí y cuando Carson ve que está ahí parada se acerca a ella para aclararle que no es lesbiana. Max le dice que en este momento eso no le interesa porque está muy ocupada intentando comprar cangrejo así que Carson la ayuda y al hombre no le queda otra que atenderla. ¡Toma ya!
Clance y Max llegan con el cangrejo pero la pobre está toda despeinada, no han podido ir por el vestido y ya hay gente en su casa así que entra en pánico. Pero su esposo es un pan de Dios así que la sigue, le ayuda a escoger un vestido y la hace sentir como una reina otra vez.
¡Comienza el juego! Lupe está que echa fuego por ese brazo, Carson lo atrapa todo, Jess salta tan alto como un conejo. En fin que todo va bien y encima le toca batear a Greta, así que todo parece ir para arriba para nuestras chicas. Entonces un idiota empieza a gritarle cosas misóginas y sexuales porque no puede una ni jugar beisbol sin que un idiota lo arruine. Greta intenta no hacerle caso para ver si ignorándolo podemos pasar el momento. Pero es que el tío no para hasta que le toca la moral y la morena se va a ir a enfrentarlo pero Beverly la para en seco porque Vivianne y los jefazos están mirando todo. Además, para su desgracia esta gente es su público, así que no les queda otra que sonreír. Entonces Pichón entra al quite y dice que él se va a encargar. ¡Por fin alguien hace algo!
Las chicas terminan perdiendo el partido y todas están desanimadas excepto Carson que intenta darles ánimos a todas. Entonces Vivianne se acerca a Greta y le suelta un: «Tengo notas de la junta… se hace notar mucho… por favor hágase notar menos. La cara de decepción de Greta es épica y decide ir a caminar para soltar mientras Carson y Jo la miran preocupadas. Encima cuando el equipo se va Greta escucha a Pichón hablando con el hijo del jefe y el de PR. Les está diciendo que el equipo es caca de la vaca y que lo único que pueden hacer para atraer más público es subirles el dobladillo de las faldas. ¡Yo mato!
La fiesta de Clance es un éxito. Hasta la mamá de Max aprueba los cangrejos y eso en términos de beisbol equivale a un home-run. Clance está muy contenta y guapísima. Todo el mundo está de buen humor, incluida Max que se acerca a Gary y se pone a bailar una lenta con él mientras lo convence de que le deje aplicar para el trabajo hasta que él cede.
De vuelta en los vestidores, ya todo el mundo se fue a casa y Carson entra en el vestidor a dejar un equipo y se encuentra a Greta a oscuras llorando. La morena está super decepcionada porque quería dejar una buena impresión con Vivianne y no ha salido. Obviamente a Carson se le ablanda el corazón inmediatamente y se le olvida lo de la de la ley del hielo y más rápido que una bola de Lupe se sienta a su lado para consolarla.
Greta: He dejado que me afectara.
Carson: Está bien querer cosas, eso creo.
Greta: Siento que cuando me permito querer algo nunca sale bien.
Carson: Ya, te entiendo. Yo necesitaba que esto fuera real.
Greta: ¿Quién dice que no lo es?
Carson: Tú lo dijiste. Dijiste que la liga no durará ni dos semanas. No has ni deshecho la maleta.
Greta: Vale, ellos pueden decirnos cuanto va a durar, qué debemos ponernos, cómo deben ser nuestras cejas y si podemos o no defendernos de los capullos en las gradas. Pero no pueden decirnos si esto es real o no. Eso es nuestro.
¡Dios la química que tienen estas dos mujeres! Me encanta esa caricia con el dorso de la mano de Greta y que pase en un segundo de estar triste y abatida a consolar a Carson porque aunque no lo quiera admitir le importa muchísimo.
Lo siguiente que vemos es a Max escaqueándose en la oscuridad de la noche y llegando hasta el salón de su madre que está totalmente a oscuras. De repente, por la puerta aparece la señora Leah Turner y ¡morreo que te pego! Que hay dos parejas de lesbianas en esta serie señoras. Que como sigan así le van a hacer la competencia a The L Word.
Y con esta bonita sorpresa y lesbianas ganando (al menos momentáneamente) terminamos el segundo episodio de Ellas Dan El Golpe. No sé ustedes chicas, pero yo me lo estoy pasando bomba reseñando esta serie. ¡Nos vemos aquí para el siguiente episodio!