Ya está aquí el resumen del quinto episodio de la séptima temporada de Los Hombres de Paco titulado «Un diagnóstico Peregrino». Donde nuestras Pepa y Silvia nos llevan a las alturas para luego…bueno, mejor se los cuento paso a paso que no conviene empezar por el final ¿verdad?

Nuestro episodio comienza con Pepa encontrándose con Sara en el vecindario y contándole que viene a pedirle a Paco asilo porque no puede permitirse seguir quedándose en el hotel. Sara está muy seca con ella y Pepa no entiende porque es y decide que mejor se va a un hostal, pero Sara la detiene y le dice que está así porque la vio con Aitor mientras le señala con los ojos el cuarto donde se enrollaron.

Pepa sorprendida

Pepa tiene cara de: «lo-mio-no-es-normal-¿como-demonios-me-meto-en-estos-lios» y mira a Sara con inmensa tristeza. Pero por supuesto abrir su corazón hubiera sido muy normal así que más bien deja salir ese lado «me meto con todo y soy una Miranda» y le echa la culpa a Sara de todas sus desgracias por haberle contado a Silvia lo del donante.

Sara: ¡Yo no voy a tirarme a nadie a los cinco minutos de cortar! Y menos a Aitor, que le doblas la edad, que casi ni lo conoces Pepa, y eso es feo para él, para Silvia, para todos.
Pepa: ¡Que cojones me estás diciendo de lo que es feo! Tú que te liaste con Lucas que ese si que te dobla la edad, ex marido de tu tía, amigo de tu padre, para dejarlo para liarte con Aitor y luego dejar a Aitor para liarte con Lucas. Llevas toda la vida pidiéndole al mundo que te comprenda, será que el matrimonio te vuelve amnesia. ¿No te acuerdas de la cantidad de cagadas que hace uno por amor?

Ais chicas, no podemos negar que Pepa es atolondrada y media, pero no me digan que no hace muy buenos discursos, lastima que se le olviden todos a la hora de actuar. En fin, Pepa se va y deja a Sara reflexionando y recordando todas las loqueras que ha hecho ella por Lucas y al final decide cometer una más y grabarle a Lucas un striptease con la videocamara. Pero antes llama a Pepa para decirle que puede quedarse con ella pero como no le contesta le deja el mensaje en el buzón. Así que una vez resuelto ese asunto la muy loca lo prepara todo y pone manos cuerpo a la obra.

Silvia descubre a Sara

Justo en ese momento entra una Silvia que super enrollada se pone a bailar por detrás y a reírse de los intentos de ser sexy de Sara que al darse la vuelta se lleva un susto de muerte. Silvia es toda risas y le confiesa Sara que se ha fumado un porro y por eso está algo elevadilla porque le cayo muy bien.

Silvia trae una caja llena con las cosas de Pepa y le explica a Sara que no quería ser la típica ex que le tira todo por la ventana a la otra persona así que le trajo las cosas a ella para que se las entregue a Pepa cuando la vea.

Sara está preocupada por Silvia y le pregunta que si está bien. Silvia responde que si intentando aguantar el tipo:

Estoy muy bien, pero si es que solo hay que asumirlo. Nada lo único es que ahora no sé si voy a ser lesbiana, heterosexual, bisexual, hemafrodita, bollomacho, o tortisexual, o simplemente voy a ser una mujer sola con mucho espacio en el armario.

Casi me muero de la risa con esto, yo voto por lo de tortisexual que suena muy divertido, y aprovecho para decirte Silvia querida que mujer con armario sí, pero sola no. Que habemos muchas haciendo cola (insértese aquí un besazo y unos ojos tipo Arizona ayer).

En fin que me dejo de cosas porque el humor de Silvia va cambiando a medida que sigue con su discurso:

Bueno, pues nada, antes no me cabía ni una aspiradora y ahora hay sitio para cuatro aspiradoras. Silvia Castro llorando

Ay Pepiña Miranda, que ganas de darte un buen golpe en la nariz por hacer llorar así a nuestra pelirroja. Sara está igual de triste que yo e intenta animar como puede a Silvia. Le invita a ver una peli y comerse unos pinchitos y pasar una clásica tarde de «olvidémonos-de-las-penas-a-base-de-amistad-ron-comida-y-pelis». Silvia no tiene mejores planes así que acepta.

Sara se va a servir unos buenos vinitos y en eso tocan a la puerta, así que Silvia abre para encontrarse con una Pepa que ya viene a quedarse y le cierra la puerta en la narices del impacto (LOL).

Silvia cerrándole la puerta a Pepa

Silvia agarra su bolsa para salir pitando, y justo en ese momento Sara vuelve a la sala para encontrarse con Pepa entrando y Silvia saliendo:

Pepa: Oye que no hace falta que te vayas a ningún sitio, que si no quieres verme ya me voy yo.
Silvia: ¿Ah si? y ¿A donde te vas a ir?
Pepa: Pues a tu casa seguramente que no porque como me has cambiado la cerradura (ños que rapidez).
Silvia: Pues claro, porque yo con mi casa hago lo que me da la gana.
Pepa: Ah sí, pues ¿Sabes donde puedes meterte tu casa?
Silvia: Pues sí, (señalando con los ojos la caja) en el mismo sitio donde tu te puedes meter eso.

Silvia y Pepa discutiendo

La cosa prometía convertirse en un infierno, pero afortunadamente la persona más cuerda del cuarto las separa y las manda a callar no sin antes advertirles que no va a dejar salir a ninguna de las dos de ese cuarto hasta que solucionen todos sus problemas.

Ya un poco más calmadas Silvia toma la iniciativa y empieza a decirle a Pepa que la humilló en publico frente a todos por no ser valiente y hablar con ella. Que ella solo habló a la clínica porque pensaba que Pepa estaba tan ilusionada con lo del bebe como ella, que ella no es tonta y si hubiese sabido la verdad por su puesto que no hubiera llamado.

Silvia: ¿Qué crees que además de sorda soy tonta?
Pepa: Creo que eres una egoísta y que todo tiene que ser a tu santa voluntad.
Silvia: ¡A mi santa voluntad! ¿Y lo de querer embarazarte unilateralmente con tu ridícula lista de amantes también es a mi santa voluntad?
Pepa: Pues sí Silvia, también era tu santa voluntad. Porque yo en la vida me había planteado tener hijos si no hubiera sido contigo y yo pasé en una semana de no quererlo a desearlo y ¿Sabes porque? Porque ya no tengo miedo, porque he mandado a la mierda el miedo, porque he tenido un miedo atroz, como tu también lo habrás tenido mil veces. Y lo único que quería era que me dieras un poco de tregua y que me esperaras, como cuando yo te espere cuando me dijiste que necesitabas tiempo para aclarar tus dudas, solo eso. Solo te pido que me des la mano como cuando te enseñe a pasear por el hangar, que levantes la cabeza por mi, como cuando lo hiciste cuando nos miraba la gente por la calle. Incluso quiero que seas valiente por mi, valiente como aquel día que te enfrentaste a tu padre en la cabaña. Silvia, hemos aprendido juntas a besarnos, hemos aprendido juntas a tocarnos, (aquí Sara pone cara de «madre-de-las-diosas-se-supone-que-esto-no-tengo-que-oírlo-yo» y le da un buen trago a su copa) pero sobre todo hemos aprendido a no tener miedo. Y, y por una, una vez, una sola vez que soy yo la que tiene el miedo, ¿Me vas a dejar?

Silvia mira enternecida a Pepa y entonces sucede señoras, Pepa sonríe y se levanta, Silvia llora y la abraza y suelta todo lo que tenía dentro a base de lágrimas en el hombro de su chica y Sara las ve con cariño a las dos mientras se reconcilian.

Pepa y Silvia abrazadas

Pepa limpia las lágrimas de la cara de Silvia y yo pienso «cuéntale lo de Aitor, cuéntale lo de Aitor de una vez por todas para que queden las cuentas claras», pero Pepa está totalmente perdida en los ojos de Silvia y en la satisfacción de poder tenerla una vez más entre sus brazos así que no me hace el más mínimo caso.

Pepa besa suavemente en la cara a Silvia y la cosa se pone super romántica hasta que Sara pide un poco de aire que después de todo es la sobrina y no quiere traumatizarse con imágenes de sus tiitas dándole vuelo a la hilacha.

En eso se oye un claxon desesperado y resulta que es porque Pepa dejo el coche estacionado en doble fila así que casi sale corriendo y Sara detrás de ella porque quiere aprovechar para ir tirando a por los pinchitos y le dice a Silvia que los pida por teléfono y así los van preparando en lo que ellas llegan y ambas salen pitando.

Yo a estas alturas de plena felicidad de nuestras PepSi le digo a Pepa: «no le digas lo de Aitor, pico de cera que la cosa ya está bien y fue un resbalón de nada».

En fin que Silvia se queda toda contenta y coge el teléfono pero aplasta el botón equivocado (si es que estos inventos de hombre blanco tienen un peligro…) y se encuentra con un mensaje que Pepa le dejó a Sara:

Sarita, que soy yo, que voy pa casa ¿vale? Y gracias por acogerme porque lo necesitaba, otra cosita, no le digas nada a Silvia de lo de Aitor ¿vale? Que es que no sé porque me lo tire, no sé si es porque quería un hijo, porque quería a Silvia, porque estaba borracha, que bueno, que no le digas nada ¿vale?, que ya está, que te veo en un ratito.

Silvia es que no se lo puede creer y se queda con esta cara:

Silvia incredula

Pepa y Sara llegan más felices que lombrices peleándose por quien se come el primer pinchito y se encuentran a una Silvia totalmente out otra vez. Pepa de inmediato se da cuenta de que algo está mal y le pregunta que le pasa.

Silvia: ¿Te has acostado con Aitor?
Pepa: Sí, a ver Silvia, lo siento, estaba muy dolida y muy confundida y muy borracha también. Pero esto no tiene que afectar a lo nuestro ahora por favor. Silvia, no me gusta Aitor, no me voy a ir de la manita al cine con él. Mírame, Silvia mírame por favor, lo siento, lo siento, se me fue la pinza, lo siento
Silvia: No, si hay alguien experta en que se le vaya la pinza soy yo. Si yo siempre he sido la neurótica que necesita una raíz para anclarse al suelo. Pero es que soy yo la que necesita estabilidad. No alguien que vuele tres mil metros por encima de mi. No, eso ya lo intente con Lucas y acabé recetándome antidepresivos. Sara lo lleva muy bien porque no es una tarada como yo ni como tu. Yo no puedo, es que no puedo ser el sentido común de las dos.

Pepa y Silvia hablando

Pepa: Silvia…
Silvia: No, no digas nada, por favor. No hagas nada, si yo sé que tu podrías llenarme la habitación de flores y bajar desde un helicoptero hasta mi cama y llenar todo Madrid con mi nombre por todos los puentes. Pero entonces te diría a todo que si, no quieras conquistarme, no quieras que te quiera, déjame irme ¿vale?

Ambas se abrazan llorando porque saben que es una especie de fin a todo lo que han tenido y Silvia se marcha dejando a Pepa totalmente desconsolada y a una Sara super triste.

Ais señoras, que desconsuelo, la felicidad PepSiana nos ha durado menos que la vida de Jenny en esta última temporada de L Word. Y es que a Silvia la argumentación «we were on a brake» la convence lo mismito que a Rachel. ¿Será que nos quedamos sin Pepa y Silvia forever always? o lograrán reconciliarse en algún momento, yo mientras no tarden lo que Tina y Bette…