Hollywood tiene tendencia a abusar de las tropes (o clichés). De hecho casi todos los productores de entretenimiento lo hacen, pero lo de Hollywood es exagerado. Si una película de superhéroes tiene éxito se hacen 7 del mismo y 30 de todos los demás superhéroes posibles. Así con los zombies, etc., etc.
Pero además de eso, tiene una serie de estereotipos dañinos que francamente ya deberían tener años retirados. Estereotipos que además de repetitivos y obsoletos, no aportan nada positivo a la narrativa.
Hoy vamos a revisar algunos de esos tropes, pero los que se enfocan en la comunidad LGBT+.
El/la queer token
Es ese personaje que es gay o lesbiana dentro del elenco para que se diga que hay representación. Generalmente no tienen mayor impacto en la historia, y si lo tienen es sólo para impulsar la narrativa del protagonista hetero.
En los años 30 y 40, Hollywood se regía por la censura religiosa bajo el Código de Producción, o el Código Hays. Este código prohibía la desnudez, el baile sugestivo, besos apasionados, y (por supuesto) la representación de homosexualidad.
Por suerte eso ha cambiado, aunque entonces los productores se rebelaban contra la prohibición y presentaban personajes homosexuales, sólo que estos tenían ciertas características claves para que no fueran el tipo que inmediatamente fuera vetado.
Debían ser solitarios, condenados y sin desesperanzados. Eso era hace 70 u 80 años. Entonces ¿por qué seguimos viendo estos patrones?
El GBF
O el mejor amigo gay. Este es el personaje que obtiene tiempo en pantalla al aparecer junto a su mejor amiga femenina, que suele ser la coprotagonista.
Siempre le vemos en un papel secundario y de su vida sabemos lo mínimo posible, a menos que sirva para dar lecciones o impulsar la historia de los personajes centrales.
Lo positivos es que la gran mayoría de estos personajes son muy carismáticos y suelen ganar la simpatía del público. Lo negativo es que casi nunca dejan de ser personajes de utilería.
La prostituta trans de buen corazón
Por alguna razón Hollywood cree que todas las mujeres trans terminan inevitablemente en la prostitución. Eso sí, casi siempre las ven como personas de gran corazón. Pero eso no evita que les tengan la tragedia tocando la puerta constantemente.
Siempre cuentan con pasado extremadamente doloroso. Serán constantemente víctimas de violencia, o al menos les pasará una vez, pero esa única vez será trágica. No queremos decir que este personaje no deba existir. Pero parece particularmente injusto que sea casi la única forma en que podamos ver a mujeres trans en pantalla.
Otro problema es que casi siempre son interpretadas por actores no trans. No sólo haces una injusta representación, sino que ni siquiera le das oportunidad a actrices trans.
El deportista enclosetado
Se entiende que en el mundo heteronormativo que vivimos a veces cueste salir del armario. Se entiende que el deporte es una profesión en la que debe ser complicado hablar abiertamente de la homosexualidad.
Pero tampoco hay necesidad de que explotemos el cliché del chico deportista que vive en el armario porque se supone que si es deportista tiene que ser macho man. Peor aún casi siempre tiene las mismas características invariables: Es sumamente atractivo, es el crush del GBF, es homofóbico y en algún punto se revela que su homofobia se basa en su propia sexualidad.
No se trata de que no sea realista, se trata de que este tipo de estereotipos son dañinos para la comunidad. Hay que normalizar la sexualidad.
La bisexual psicópata/depravada
Comencemos por que casi nunca se llama a la bisexualidad por su nombre en series y películas. Lo normal es que sea disimuladamente interpretada como una etapa de confusión o experimentación. Particularmente con personajes femeninos.
Claro que hay casos positivos en los que la bisexualidad es lo que es. Como la querida Callie Torres. Pero lo más normal es que la mujer bisexual sea una persona más bien perversa, promiscua y con tendencias asesinas.
Claro que no es exclusivo de los personajes femeninos, pero son las que más vemos.
Entierra a tus lesbianas
Esta es la trope más conocida y sufrida por todas nosotras. El empeño en matar a la lesbiana.
La lista no la vamos a dar porque es posiblemente la más larga de todo este conteo. Pero sin dudas es de lo más dañino que vemos en tendencias.
Es la mujer queer, casi siempre abiertamente lesbiana, que es brutalmente asesinada, directa o indirectamente como consecuencia de su sexualidad, y cuya muerte sirve para impulsar una narrativa estancada. O sea, es de gente perezosa o que realmente no son buenos escritores.
Esperamos de corazón que la trágica muerte de Lexa, y la pongo como único ejemplo porque yo en mi vida he visto algo como lo que sucedió tras el problemático 307. Y esa inédita reacción esperemos que lleve a un mejor trato de estos personajes.
Todas las lesbianas quieren hijos
Vamos a comenzar por lo obvio: Es perfectamente normal y lindo que las lesbianas quieran tener hijos. El problema es cuando los medios masivos de entretenimiento lo pintan como una suerte de obsesión.
O, peor, cuando dejan entre dicho que las lesbianas que no quieren hijos son monstruos sin corazón. De hecho sirve para establecer que una mujer, sin importar su sexualidad, que no quiera hijos es un engendro del demonio.
Un buen ejemplo es Arizona Robbins en Grey’s Anatomy. Callie, que es bisexual, quería tener hijos. Arizona, que es lesbiana, no. La relación caía entonces en un percance raro entre las dos cirujanas. Hasta que una situación de vida o muerte (un hombre con una pistola), hace que Arizona tenga una epifanía y cambie de opinión.
Que está muy bien, pasa. Uno cambia de parecer. Es normal. Pero hasta entonces Arizona era vista como la mala del asunto, por no querer hijos. Y no hay tanto problema ya que luego la vemos como una madre entregada y amorosa.
Pero, sería bueno verle la normalidad a que no todas las lesbianas, o mujeres, quieren ser madres.
Dos chicas para la vista masculina
Sí, es cierto, dos chicas juntas es super atractivo. Pero cuando se usa como instrumento para atraer la vista masculina y/o para queerbaiting, pues pierde el encanto. Y puede ser peligroso. Porque los hombres luego se creen que las mujeres queer realmente sólo existen para calentarlos y que inevitablemente no podrán resistirse a ellos.
Lo del queerbaiting también es grave. Porque estás jugando con una comunidad que ya sufre por poca y más bien mala representación, sólo para obtener buzz.
Beronica es el ejemplo más reciente que viene a la memoria. Pero hay decenas de ejemplos como ese. Un beso entre dos chicas que no tiene fundamento alguno, más allá de complacer al hombre o de atraer a un grupo de espectadoras vulnerables.
La lesbiana psicópata
Si uno se basara exclusivamente en lo que ve en la TV, y créanme el número de personas que lo hacen les sorprendería, pensaría que Ellen DeGeneres es la única lesbiana buena en el mundo. Porque de resto sólo están para morir o para ser unos personajes con problemas mentales muy peligrosos.
Si no se obsesionan con la protagonista heterosexual hasta el punto del acoso y hasta la violencia. Son las que mandan con terror en las prisiones. O en prostíbulos.
El villano afeminado
Es casi imposible ver una cinta animada de Disney sin ver un villano afeminado. Suele ser muy delgado, inteligente, carismático, pero ultimadamente malvado.
Casi siempre cobarde, que prefiere engañar con mentiras y manipulaciones para luego dar la puñalada por la espalda.
Suele ser un personaje muy refinado, elegante, que disfruta del arte y la cultura, que se rodea de secuaces ineptos y que es inevitablemente derrotado por el protagonista masculino heterosexual, siempre visto como “el bueno”.
Violaciones en prisión
Por supuesto que, lamentablemente, las violaciones en prisiones son hecho reales. El problema no está en que sea algo que pasa, no es que “están contando cosas de la vida misma”, es que o se usa como humor (que ya me dirán) o se usa como shock value.
Si ustedes me dicen que el uso, casi excesivo, de este estereotipo es para crear conciencia y luchar en contra del siniestro, vale. Pero no. Es puro impacto narrativo… O eso de la risa, que por nada del mundo podré entenderlo como comedia.
Esto pasa con muchas otras tropes, como el sexismo, racismo y homofobia, que sí son reales y pasan a diario en la vida, pero que si las vas a usar en tu serie o película sólo para efecto dramático, sin llamar la conciencia, pues resérvatelo.
Además que ya está bueno de sacrificar a las minorías para dar lecciones o emocionar a los privilegiados.
¿Bisexual, qué es eso?
Ya lo había mencionado más arriba. Es raro que se use el término bisexual. Casi siempre es usado como un argumento para crear impacto dramático, o justificar algunas acciones, quizás hasta para el mismo queerbait.
Pero al final siempre es borrado. Es difícil escuchar a un personaje bisexual referirse a sí mismo o ser referido como bisexual. Es una palabra que rara vez escuchas en TV o el cine.
Y es válido que la sexualidad es fluida y que muchas personas no quieren etiquetas, porque no necesariamente saben si realmente son bisexuales. Tal vez son pansexuales. O tal vez aún no están seguros.
El problema es que la bisexualidad sí existe. Aquí estamos, somos de verdad. Y los medios masivos insisten en borrar esa identidad. Es un problema porque después te encuentras con una bifobia desmedida que te elimina directamente.
Es hora de dejar que los personajes bisexuales existan y se llamen por lo que son.
Ser queer es ser promiscuo
Es casi como si quisieran verlo como una enfermedad. Si eres gay, lesbiana, bisexual o cualquier otro término relativo a la comunidad LGBT+, de seguro que eres un ser promiscuo.
No es que tenga nada de malo ser una persona sexual que disfrute de su sexualidad a pleno. Sea del género que sea. La sexualidad es natural y no hay nada erróneo en disfrutar del sexo.
El problema es cuando es usada como herramienta narrativa para crear shock en el espectador. Es un problema porque las personas queer son vistas como seres pervertidos que son incapaces de compartir intimidad.
Personajes que no se pueden conectar de forma humana que no sea por medio del sexo. O que usan el sexo para manipular, engañar, atrapar o dominar a otros.
Salir del armario
No deberíamos dejar de tocar el tema, pero deberíamos dejar de hacerlo como medio para sorprender a la audiencia o para introducir a un personaje queer token.
En general Hollywood lo usa como medio para insinuar que la identidad sexual del personaje es todo lo que importa del mismo. Por ejemplo que el ser lesbiana es lo que define a un personaje, sin mayor profundidad que esa.
Es un problema porque nuestra identidad sexual es parte de nuestra identidad, no el todo. Es una parte importante, sí. Pero ¿se imaginan que los personajes heterosexuales sólo estuvieran ahí para ser el personaje hetero y más nada?
Hay buenos ejemplos, como el de Alex Danvers en Supergirl. Con un manejo de la situación sorprendentemente positivo. Alex es lesbiana, la epifanía es enternecedora, pero no es lo que le define como personaje. Esto, lamentablemente, no es lo normal en estos casos. Suele tratarse del queer token, que está para que no se diga que no hay diversidad.
Hay gente que se pregunta si hay necesidad de que existan “tantos” personajes LGBT+, o de color, y yo pienso, ¿será que esta gente cree que uno existe por una razón específica para que sus vidas sean más interesantes o…?
Cuando me pregunta “¿ese personaje tiene que ser queer/femenino/de color?”, yo pregunto de vuelta “¿tiene que ser hombre cis blanco heterosexual?” O sea cuál es la razón para que sea de una forma u otra.
No todo el mundo es heterosexual
Hay quienes quisieran que esto fuera así, que prefieren creer que el resto no existimos. Pero la realidad es que aquí estamos y aquí nos quedamos. Las minorías existen y merecen respeto y representación. Y sí, la representación es importante.
No, no se trata de “borrar” a los heterosexuales, blancos y/o hombres. Pero que existan otras personas no significa que te estén eliminando a ti. A ver si controlamos el narcisismo.
Las personas heterosexuales, que además con blancas, cis y hombres, son privilegiadas. Y la forma de representación con tantos estereotipos sólo sirve para reforzar ese privilegio que eventualmente lleva a la discriminación.
Tenemos que hacerlo mejor. Se lo debemos particularmente a los chicos jóvenes LGBT+ que viven aterrados y reprimidos.
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