Escrito por: Arcadia:

«Soy de ideas fijas. Vivo en la meseta norte española. Estoy felizmente casada, después de muchos años de vida en común, y que vaya tan felizmente como hasta ahora. Me encanta el cine (sobre todo el clásico), la buena literatura y las historias bien contadas.»

¿Alguien iba ya echando de menos un buen chute de bollodrama? Pues prepárense, que en esta ocasión, Maca y Esther van a obsequiarnos con una ración cumplida de manjar tan preciado para toda lesbiadicta a series y pelis bóllicas.

Nuestras protagonistas inician el episodio a punto de entrar en el hospital, procedentes del aparcamiento. El traslado a la Argentina consiste en que Esther abra la marcha capitaneando la comitiva en plan pionera, y una semana más tarde se reúna Maca con ella cuando ya tenga sus reales plantados en la bonita ciudad que riega el río de la Plata. Como por la noche le sale el avión, Esther quiere pasar algo de íntima compañía con su mujer, por lo que no hace más que proponer que acorte como sea su jornada laboral y se larguen del hospi a la menor oportunidad a comer, a casa o a donde sea.

Maca apela a su sentido común: ella tiene que trabajar ese día y, además, es seguro que los compañeros querrán hacerle algún homenaje de despedida. Esther replica que pocas ganas tiene de despedidas. Pero Maca, que la conoce mejor que ella misma, entre cariñosos achuchones le dice que lo que en realidad está deseando es que la homenajeen un poco antes de la partida. Ambas reflexionan sobre el hecho de que esa es la última vez que entran juntas en el hospital. Pero, entre las tiernas palabras de ánimo de Esther, el semblante de Maca refleja que le da una pena enorme dejarlo todo.

Efectivamente, en el mostrador de recepción se está concentrando el comité de despedidas. Al parecer, las guirnaldas y corazoncillos llevan únicamente el nombre de Esther. Teresa (jefa de la organización homenajeadora) ha decidido que hay que personificar las fiestas, dándole una a Esther y luego otra a Maca cuando viaje a reunirse con su esposa. Así que la despedida es sólo para Esther en esta primera ocasión. Cuando las homenajeadas por turnos están entrando por la puerta, todo el mundo corre a esconder los objetos de adorno para no estropear la “sorpresa”.

La despedida está teñida de todos los tintes posibles de una bollodespedida en toda regla. Y si no, recuerden conmigo lo que pasó en The L Word cuando las Tibette decidieron largarse a vivir su vida: las amigas les grabaron un vídeo colectivo para decirles adiós. Bueno, ¡Pues a Maca y Esther también! ¡Esto es Hollywood, señoras! Pasa todo el hospital por turnos delante de la cámara para decir lo mucho que sienten la partida y cosas bonitas del tiempo que han pasado con las que ahora se van. Esperemos que toda similitud quede aquí y no haya asesinatos, homicidios o accidentes con resultado de muerte.

A continuación, hacemos un breve inciso para dar cuenta de cómo les va a Claudia y Gimeno. Esto va dedicado a todas aquellas que aún abrigan alguna esperanza de que la neuróloga vuelva al buen camino y se deje de triscar por los heteropastos. Viven juntos, es la verdad, pero Gimeno sigue pensando que la convivencia amorosa tiene que incluir su colección de revistas, y se las esconde a Claudia por toda la casa. La embarazada enamorada se cabrea montón por esa especie de pasión magazinera de Gimeno. El oso va a tener que ceder y tirarlas todas a la basura sin abrir (porque así están, con el plástico puesto desde que las compró).

Volvamos al asunto de Maca y Esther. Valeria La Borde vuela en círculos cual buitre carroñero en torno a nuestra Jefa de Urgencias: sabe que ocupará su lugar cuando se marche y se le hace la boca agua por probar el poder. Un saludo seco y mordaz cruzan las dos. Claudia aparece por fortuna y se inicia una saludable conversación entre ambas amigas, en la que la neuróloga (en broma, parece) termina por decirle que “tú no descartes que me vaya contigo a Argentina”, en clara alusión a su falta de compatibilidad doméstica con las revistas de Gimeno.

Hábilmente interrogada por Teresa, Esther confiesa que le da una pena enorme dejar el hospital. Pero tiene su contrapeso en que también le hace una ilusión bárbara. La secretaria de admisión pregunta si Maca comparte este lado ilusionado de sus emociones. Esther afirma que sí. Tal vez da por hecho demasiadas cosas.

Y aquí aparece la aludida: Maca asoma. Esther entonces no pierde oportunidad de pedir un receso en el trabajo e irse a su casita. Esta vez es más explícita: “Voy a estar dos semanas sin verte y me apetece estar contigo”. Uyyy, ésta lo que quiere es mucha intimidad, que luego se va a tirar a dieta exactamente 15 días. Aunque Maca pudiera sentirse tentada con el plan sexoafectivo, recibe señas escondidas de Teresa para que procure que Esther no abandone el hospital tan pronto; si se larga, no van a poderle dar la fiesta de despedida. Maca coge al vuelo las insinuaciones de la secretaria y se las arregla para retener a su mujer al pie del cañón, pidiéndole que eche una mano en las tareas de hospital. Como no está de servicio, Esther pregunta qué puede hacer para ayudar. Maca responde, sonriente: “¿Tú? Lo que yo te diga. ¡Venga!” Oh, qué sexy-autoritaria se nos ha puesto nuestra Jefa de Urgencias.

La producción del vídeo colectivo sigue sus andanzas. Hay de todo: Teresa no deja de llorar, Gimeno da las gracias a Esther por su cuento de la Palmera Camila, hay pequeñas hipocresías para quedar bien, disculpas por los encontronazos, etc, etc. Tal vez lo más útil es que Gimeno nos informa de que el mate es bueno para el estreñimiento. En serio, ¿es eso verdad?

Y llegó el dramón. Esther entra en el despacho de Maca y se la encuentra cariacontecida. Cuando tu mujer te dice “quiero hablar contigo”, prepárate, que viene la tormenta. Y eso es lo que precisamente está ocurriendo. Más que tormenta es una tempestad: Maca confiesa que por más vueltas que le da, no es capaz de dejar atrás su vieja vida y aventurarse a la nueva allende los mares. Ambas dicen que lo sienten, porque saben lo que eso significa: RUPTURA. Si Esther se va y Maca se queda, es evidente que estamos asistiendo al fin de su relación.

Comienza por fin el fiestorro de despedida, y lo primero que hacen es exhibir todos los adioses grabados ante la homenajeada. Esther se encuentra visionando el vídeo y Maca aparece por la puerta. Llega la hora de los brindis: Gimeno levanta su copa en honor a ambas, “la pareja que va a revolucionar a los argentinos”; Guille, con gran tino, apostilla: “Y a las argentinas también”. Y cuando el universo parecía celebrar la felicidad y las copas de cava ocupaban todos los planos, Maca declara en alta voz: “Yo no voy a ir”.

Con esta manifestación, Maca mata tres pájaros de un tiro. A saber:

  • Pájaro número 1: El homenaje de Esther. Se lo ha cargado. A ver quién es ahora el guapo que remonta los ánimos de fiesta.
  • Pájaro número 2: Su relación. Está bien que le digas a tu pareja que no quieres compartir con ella tu destino (si no queda más remedio, así es), pero soltarlo en público sin permiso, es una auténtica humillación. Es como si la abandonaras delante de todo el mundo, y pocas cosas requieren más delicadeza y tacto en esta vida que dejar a tu pareja.
  • Pájaro número 3: Su coherencia personal. No puede ser que Esther haya estado a punto de abandonar el proyecto porque su mujer no quería acompañarla y retomarlo después porque Maca decide finalmente que sí se va con ella; pero que después Maca cambie de idea otra vez y en el último momento, hala, que no me voy porque me gusta el hospi demasiado. Como decía la fábula: “tantas idas y venidas/tantas vueltas y revueltas/quiero amiga que me diga/¿son de alguna utilidad?”. Pues eso. Maca, hija, estás loca tú y nos vas a volver locas a todas.

Finalizado el homenaje de forma tan abrupta, Teresa y Alicia se quedan a secarle las lágrimas a Esther. Ellas están convencidas de que, cuando se le pase el pronto, Maca correrá a su lado y se irá para acompañarla al último confín del mundo si fuera preciso. Pero Esther tiene claro que cuando su Maca mete la cabeza por un agujero, ya no hay quien se la saque de allí.

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Cargada con un ramo de flores, Esther sale del hospital para coger un taxi. Maca la sigue a unos pasos, pidiendo que hablen de lo ocurrido en casa. Esther está dolida por la declaración pública que su señora ha prestado en la fiesta de despedida. Finalmente, se sube al taxi porque nada queda por hablar.

Valeria La Borde entra en el lavabo. Allí esta Maca, que se encuentra en las postrimerías de una buena panzada de llanto; en estos momentos ya se limpia las lágrimas con una toalla. La ración escasa de compasión humana que alberga Valeria en su naturaleza le da lo suficiente como para preguntar si se encuentra bien, y cuando la aún temblorosa Maca responde con un “sí” casi inaudible, largarse tan tranquila. Muy otra es la actitud de Claudia, que coge el relevo con una sincera intención de ayudar. Maca confiesa a su amiga que no sabe cómo va a poder vivir sin Esther. Claudia pregunta si no lo pueden hablar, si no hay solución posible al problema, si no es viable reparar el desencuentro. Maca responde que ya está todo dicho, que ella y Esther quieren cosas diferentes, y ya está. Claudia dice entonces una frase que vamos a poner en un bonito marco de anchos y dorados listones:

Vale, ¡como sea!, pero Esther y tú os merecéis un final mejor.

Sí, Maca y Esther se merecen un final mejor. Y nosotras, las espectadoras que seguimos su historia, pues también. Claudia convence a Maca de que por lo menos vaya a despedirse de Esther un poco decentemente. Si quiere ir, coño, que vaya (es lo que le expresa, literalmente). Maca, trémula, sigue llorando; pero, entre lágrimas, se pinta los labios para acudir a la despedida con dignidad. Vano intento, aún tiene que contener el temblor del llanto: no va a resultar fácil maquillarse.

Recobrada su presencia de ánimo, Maca toma un taxi en el mismo y preciso instante en que Esther desde casa pide otro para acercarse al aeropuerto. La carrera consiste en si Maca llegará antes de que Esther parta en el vehículo y no se crucen ambos taxis por el camino, haciendo imposible el encuentro.

Para que espere un poco, Maca llama a su esposa al móvil. Esther le rechaza la llamada, que no está ella para andar con conversaciones telefónicas entre tanto trajín. El taxi de Maca llega y se aposenta en uno de los super-atascos que pueblan Madrid normalmente. La pasajera decide bajarse e intentar llegar a pie (correcto: seguro que llegas antes a patita que en coche –primer mandamiento de todo madrileño o visitante de la capital de España). Echa a correr, llega a casa, llama al portero automático y…allí ya no hay nadie. La paloma voló. Pero entonces, ve cómo un taxi inicia la marcha y sabe que su Esther es quien va en él. Corre de nuevo y, aporreando el cristal del vehículo, consigue que detenga la marcha.

Esther sale del taxi y Maca la agarra en un beso desesperado que intenta retenerla; procura que no termine nunca, entre lágrimas y abrazos tristes, tirando de ella con la súplica de que no se vaya. Las dos lloran, pero Esther se desprende del largo beso y vuelve a subirse al taxi.

Vuelve atrás la cabeza y por la ventanilla trasera, vemos cómo dice “te quiero”. Llorando desconsolada, Maca responde con otro “te quiero”. Y el coche se va camino del aeropuerto, dejando a Maca ahogada en llanto mientras lo ve alejarse. Finalmente, se da la vuelta y comienza a caminar sin aparente rumbo ni destino.

Maca acaba de dejar que Esther se vaya para siempre de su lado.

Hasta la semana que viene. Yo me voy a ahogar mis penas en alcohol, que a mí estas cosas me dan mucha tristeza.