Escrito por: Genix

Isleña de nacimiento, desperté en este planeta en las Islas Canarias. Pese al amor al mar, a días soleados tumbada en la arena y noches cálidas paseando por la orilla, siento que pertenezco al país más grande del mundo: la humanidad. Adoro a Lesbicanarias y no solo a la página, ya me entienden… las que me conocen. Me encanta el mar y aislarme del mundo escribiendo hasta meterme en mis propios relatos generando realidades emocionales que hagan mover mis propios cimientos. En definitiva, amo respirar y ser consciente de ello cada vez que lo hago. Y como no, me gusta analizar las situaciones, las posibilidades, jugando a algo que cada vez hacemos menos: meternos en la mente de aquel que no piensa como nosotros. Comprendo todo menos la guerra, la intolerancia y las malas maneras, siempre he pensado que un buen argumento se defiende con buenas palabras no con buenos insultos ni ofensas.

Disclaimers: Todos los personajes de Venice The Series y por lo tanto de este Fan Fic, son propiedad de Open Book Productions, sólo los he tomado prestados para saciar un poco la ansiedad de no poder verlos durante una larga temporada, y con fines no lucrativos, solo por diversión pura y dura, además de un homenaje a esta serie que tanto nos ha hecho debatir

Episodio 5

La Caída

Michelle llegó a la oficina apenas despuntando el sol, ni siquiera quería saber por qué. Lo evidente era que apenas quedaba cinco días para irse a Londres, y que a pesar de que Gina había cumplido con su promesa de ayudarla con el duro trabajo que le esperaba, se sentía insegura y excitada. Estar en aquella oficina, de algún modo le hacía sentir mejor. Sacó los planos y los presupuestos, que junto a la listas de contactos de los distintos distribuidores en Londres y, por enésima vez se dispuso a revisarlo.

Esperaba ansiosa por Gina, la tarde anterior se había ido del High Bar tan rápido y con una expresión tan ofuscada que de algún modo pensaba que podría haber sido por su causa.

Pese a que miró su reloj y comprobó que apenas eran las siete de la mañana, marcó el número de Gina.

EL móvil de la empresaria vibró en modo silencio en la mesa de noche. Los ojos castigados de Gina no tardaron en abrirse. Estirando su brazo lo cogió y lo giró para comprobar de quien se trataba.

Lo observó con indiferencia al comprobar que se trataba de Michele. Cerró de nuevo sus ojos dudando si responder o no y dándose tiempo de que su corazón volviera a su ritmo normal.


Ani se despertó temprano y fue derecha a la cocina para prepararse un buen café.

Apenas había llenado su taza, Lara apareció con cara somnolienta por la puerta de la habitación.

–Es temprano todavía.

–Esta mañana hay una especie de evento en AA y Cris me ha estado mortificando con ese tema.

-Lo sé, pero es a medio día, ¿no?

-Cierto -dijo apoyándose en el bastidor de la puerta y bostezando?. Me has pillado, pretendía levantarme temprano y hacerte un buen desayuno.

-Ah… Esa idea no es para desperdiciarla ?le dijo mientras tomaba un sorbo del café de la taza de su mano al mismo tiempo que depositaba la cuchara en el fregadero?. Lo acepto, pero no será hoy. Ya llego tarde ?dijo echando un vistazo a su reloj.

-Suerte -dijo Lara momentos antes de que la otra mujer desapareciera tras la puerta.


Cris hizo sonar el claxon delante de la casa. Lara no tardó en salir y caminar hacia el viejo coche que Cris se negaba a deshacerse de él, más por un apego emocional que por los gastos que le ocasionaba sus visitas mensuales al taller.

-Buenos días escritora.

-Buenos días -respondió la otra mujer acomodándose en el asiento contiguo.

-¿Cómo va todo? -dijo emprendiendo la marcha.

-Perfecto -contestó Lara.

-¿Desayuno? -Prosiguió Cris con el interrogatorio

-No, me ya he desayunado -dijo mirando hacia ella con una sonrisa.

Cris no dijo nada más, dejo caer su pie en el acelerador y se pusieron en camino a la Organización de AA.

Cuando aparcaba el coche en el pequeño aparcamiento ante la Organización, Cris se vio en la necesidad de advertirle la importancia de esta reunión, que llamó de fase tres.

-La reunión de hoy será un careo. Un cara a cara de los efectos de alcohol en nuestras vidas.

-¿Un cara a cara? No entiendo.

-Víctimas y victimarios -ya sabes.

-No tendré que hablar en público ¿no?

-No. Ya sé que eso sería duro para ti -dijo parando el coche y mirándola, conocedora de la importancia que daba su acompañante a su fama y reconocimiento público?. Solo tendrás que escuchar.

Cuando las dos mujeres entraron en la sala, la mitad de los asientos estaban ocupados. Lara se sorprendió de ver tanta gente en el lugar y no pudo evitar que se notara que si hubiera sido por ella, habría salido del lugar en el ese mismo instante.

La sala se hizo en silencio cuando la coordinadora se acercó al atril improvisado en mitad de un pequeño escenario. -Bienvenidos a todos! Hoy, como cada año nos reunimos para dar un ejemplo claro, así sea a nuestros últimos compañeros en la rehabilitación, como a todos aquellos que quieren recordar por qué solucionar un problema a veces les cambió la vida.

La gente del lugar irrumpió en un aplauso.

-Gracias. No quiero alargarme por lo que dejo la palabra a los verdaderos protagonistas de la noche, que con sus experiencias nos van a hacer recordar que ninguno de los de esta sala, sean los rehabilitados, como sus invitados, están solos.

El público irrumpió de nuevo con un aplauso.v -Cuando quieran podemos empezar ?dijo esto ofreciendo su lugar en el atril al primero que hablaría.

Un joven de unos treinta y cinco años se acercó y agradeciendo con una sonrisa a la coordinadora, se colocó ante el micrófono.

-Buenos días a todos -dijo nervioso-. Me llamo Mikael y soy un rehabilitado…dos veces para ser exactos.

Todas las personas, como si de un ritual se tratase, dedicaron un aplauso al hombre.

-Hace cuatro años que no bebo alcohol y esta noche quisiera contarles mi experiencia. Comencé en el alcohol cuando mi novia Susi -miró a una persona en medio de los asistentes, -se quedó embarazada de mi hijo Ben. En esos momentos no tenía trabajo y eso sumado a que la familia de Susi la echó de casa nada más enterarse de su embarazo, me hizo caer en un sentimiento tal de responsabilidad que acabé solucionando todo con una botella de whisky.

Nos alojamos en un hotel de carretera durante meses. Susi lloraba cada noche y yo me veía incapaz de consolarla y de cuidar de ella, porque me pasaba el día buscando trabajo y en las noches trabajaba en los astilleros descargando mercancía como jornalero. Evidentemente, ese dinero solo nos llegaba para comer, así que no tardamos en vivir en la calle. El problema se duplicó cuando ella misma cayó en mi misma situación. Nuestra dependencia del alcohol y de aceptar la situación de dormir en las calles, era tal, que cada vez más nos fuimos metiendo en el abismo sin apenas darnos cuenta. Nos metimos en el programa de desintoxicación cuando nació nuestro hijo Ben -El hombre miró hacia el pequeño que estaba sentado sobre las faldas de su madre que dedicó al hombre una sonrisa cómplice y sincera-. Llegamos al hospital sin un centavo y ya saben…totalmente ebrios. Un asistente social nos interrogó temiendo que no fuéramos unos padres dignos y preparados para la llegada de nuestro bebé, y así llegamos a la organización. Hoy, he conseguido un trabajo, no es que sea la gran cosa, pero nos da para sobrevivir y para tener una pequeña casa a las afueras de la ciudad. Mi hijo, está a mi lado y cada vez que lo miro, saco fuerzas para que esa fase de mi pasado se quede ahí….como una lección aprendida. Por suerte, somos una familia, Ben va a la guardería y Susi está sacándose el graduado por las noches. Solo quiero decirles que, todo lo que hacemos tiene un precio y la solución a cualquier problema nunca es generar otro problema aún peor….Así que desde luego, el fondo de una botella no arregla nada. Olvidar durante un par de copas, no impide que el día siguiente amanezca de nuevo y con ese nuevo día le habremos sumado una piedra más en el camino -dijo con cierta vergüenza en sus palabras pero afrontando su verdad- . Quiero que mi hijo tenga lo mismo que los demás niños, y que mi mujer disponga al fin de una familia en recompensa a la que perdió. Y lo va a lograr porque es la mejor madre que conozco -dijo dedicando una sonrisa a su esposa que lo miraba orgullosa dedicándole una sonrisa cómplice.

Todo el público aplaudió mientras murmuraban entre ellos.

Lara miró su reloj esperando que el evento no llevara el ritmo durante toda la mañana.

-¿te aburres?

-No, todo esto es interesante pero no…

-No crees que pueda aportarte nada ¿no es así?

Lara se sorprendió que la mujer interrumpiera su frase y que su comentario fuera tan acertado. Mientras tanto, otra persona se acercó al micrófono.

-Me llamo Linda y soy una víctima colateral del alcohol.

Una vez más, como si el público estuviera programado, rompió en un aplauso.

-Estoy aquí porque Clark me invitó a contarles cómo viví por este tormento contra el que todos luchamos….No soy alcohólica pero fui la esposa de uno. Clark era un triunfador nato, levantó sus dos ferreterías con el sudor de su frente. Sus negocios iban tan bien que yo misma dirigía uno de ellos -La señora buscó los ojos de Clark entre el público que levantó su dedo gordo en señal de ánimo.

-Todo nos iba bien hasta que Clark encontró en la bebida una salida fácil al estrés que le ocasionaba el trabajo. Yo traté de advertirle lo que estaba notando en él durante meses, pero lo negó terminantemente. A veces venía de mal humor y simplemente me reprochaba algo sobre la comida hasta tal punto que me dejaba sola ante la cena, otras ponía en tela de juicio mi forma de llevar la ferretería que dirigía, o por cualquier otra pequeña cosa, como no encontrar la pareja de uno de sus calcetines. Fue una época horrible. A pesar de rogarle que buscara ayuda, de intentar convencerlo que estaba hasta el cuello con ese problema, nunca quiso darse cuenta hasta que la situación se hizo más insostenible. Una de nuestras ferreterías quebró por falta de atención por su parte. Recuerdo esa noche, al llegar a casa, como si fuera una pesadilla. Nada más entrar por la puerta reprochó que mi trabajo fue lo que había ocasionado esto. Gritos, recuerdo sus gritos y sus recriminaciones, su aliento a alcohol y el ruido de los cristales rotos del jarrón que arrojó en la chimenea. Yo, no sabía qué hacer, así que esa misma noche fui a casa de mis padres a dormir y evidentemente no me vi capaz de ayudarlo porque era imposible que se aceptara que tenía un problema. Después de separarme de él tras meses en los que en vez de mejorar, parecía caer más profundo, pareció reaccionar, con lo cual aunque parezca una ironía, bendigo ese día. Buscó ayuda en este centro y mírenlo -dijo apuntándolo con su barbilla sacando una vergonzosa sonrisa del hombre. -Hoy Clark vuelve a ser el hombre que conocí, emprendedor y atento. Somos muy buenos amigos pero aunque hace de esto seis años, los meses que pasé luchando con su problema siguen siendo los peores de mi vida y….Bueno, ambos hemos rehecho nuestras vidas. A menudo me pide que le acompañe a estas reuniones y la verdad es que para mí es un placer hacerlo.

-Esto es patético -dijo Lara levantándose de su asiento y caminando hacia la salida.

Cris la siguió.

-¿Adónde vas escritora?

-Esto es absurdo. No me ayuda escuchar todo esto.

-Te ayude o no, es la realidad y solo por eso debiera ser digno de ser escuchado.

-ya tuve bastante por hoy. Llévame a casa por favor.

-Como quieras, pero comprender de lo que va eso de ahí dentro, es comprender parte de ti misma.

-No lo creo. Mi problema nunca fue tan grande, yo solo…

-Venga ya Lara, no te creas mejor que ninguno de ellos, aquí no hay escalas, ni niveles, ni nadie es peor que nadie dependiendo del tiempo o que tan mal se comportaron con el resto de personas. Todos tuvieron un problema y tú, da igual lo que pienses, también lo tuviste.

-Puede ser, pero ya yo lo he superado, así que llévame a casa.

-Solo si me prometes pensar en ello -le puso la condición sujetando su antebrazo.

-Lo prometo ?dijo deseando alejarse de aquel lugar que traía a su mente unos recuerdos dolorosos.

Ambas mujeres charlaron de camino a la casa de Lara. Cris parecía intentar analizar la reacción de Lara en cuanto a lo sucedido en la reunión, pero podía darse cuenta de que la última declaración había logrado despertar sus miedos. Y de eso se trataba. EL siguiente paso en su recuperación era aceptar sus miedos para de esa manera poderlos combatir.

El coche paró justo en la puerta. Lara se bajó y despidió a Cris alzando su mano. La charla con su madrina la había hecho reflexionar acerca de su vida, de las consecuencias de lo que hacemos y la parte irreversible de nuestros actos. Con serenidad entró en la casa sintiendo alejarse el coche de Cris desde detrás de la puerta.

Fue por un vaso de agua y se sentó delante de su ordenador esperando tener algún mail interesante que la evadiera del pensamiento de que Ani podría dejarla. Ese pensamiento que la había asaltado y haber salido a toda prisa de aquel lugar.De repente extrañó el efecto de un vaso de vodka, eso siempre había acabado con cualquiera de sus miedos. Se fue hacia el último cajón de su mesa de noche y sacó su vieja petaca.

La miró largo y tendido durante minutos antes de servir un poco en un vaso y contemplarlo en su mano.


Cuando Ani abrió la puerta, se encontró con Lara dormida en el sofá. En la mesa frente a ella descansaba su portátil.

Sonrió de verla ahí, dormida, los esfuerzos que estaba poniendo en su libro estaban dando su fruto. Ya había escrito más de la mitad de su proyecto y realmente se sentía orgullosa de ella.

Se acercó, besó su frente y cerró la pantalla del aparato.

Fue hacia la cocina y sacó todo lo necesario para prepararle uno de los platos favoritos y su especialidad, unas empanadillas.

Un olor familiar le llegó al pasar junto al fregadero. Con temor y deseando que solo hubiera sido una mala inquietud, lo tomó y se lo acercó a la nariz. El olor intenso del vodka llegó a marearla un segundo. Como por instinto miró en la basura y encontró una pequeña petaca vacía. La sacó mientras que sentía la sangre arder por sus venas. Dando un fuerte golpe con ella sobre la barra.

Los ojos de Lara se abrieron sobresaltados por el ruido.

–Ani… –dijo al notar la presencia de la mujer en la cocina

–¿Se puede saber qué significa esto?

–No no –balbuceó Lara levantándose rápidamente del sofá–.Puedo explicar eso, no es lo que supones.

–¡No! ¡No te acerques a mí! –gritó Ani colocando ambas manos frente a ella.

Lara vio en los ojos de Ani no solo la rabia sino el miedo a su cercanía. Sobrecogida por el miedo de aquellos ojos oscuros en ella, se quedó petrificada, incapaz de decir nada, solo sintiendo como si aquella mirada le rompiera el alma en cientos de pedazos.

Ani tomó aire aliviada al ver a la otra mujer obedecer su orden. Apretó sus párpados y sujetó su tabique nasal con fuerza, esperando que el darse un segundo lograra no desbordar la rabia contenida en su interior. Tomó su bolso y sus llaves y salió bajo la mirada de Lara.

Lara golpeó con fuerza en la barra y caminó nerviosa por el salón. Fue hacia el vaso vacío sobre la barra y lo arrojó con fuerza contra la pared rompiéndose en cientos de cristales.

Apenas a unos metros de la casa. Ani sacó el móvil de su bolso y marcó con su pulso tembloroso.

–¿Cris? Soy Ani

–Ani ¿qué sucede?

–Es Lara, creo que…

–Tranquila, relájate y empieza por el principio.

Lara tomó su teléfono y marcó el número de Cris lo más rápido que pudo.

–Comunica. ¡¡Maldita sea!!

Sin saber que otra salida tomar, arrojó el aparato sobre la barra y salió a la calle esperando encontrar a Ani y explicarle.

Tras ir al estudio, y pasarse por la sala de exposición acabó vagando por las calles. Su desesperación y la imposibilidad de volver a pasar de nuevo por el tormento del desprecio de Ani la llevaron hasta las escaleras del High Bar.

Con lágrimas en los ojos se debate un instante si subir o no, hasta que sus piernas empiezan a subir la escalinata.

–Lara. –Jamie dijo su nombre con una evidente preocupación al ver los ojos enrojecidos de la mujer.

–Un Martini Jamie –dijo tratando de ser imperativa en su orden.

–Lara, no creo que debas.

–Un Martini –dijo entre dientes y de forma agresiva.

Jamie negó con su cabeza al tiempo que se dio cuenta de que media terraza estaba siendo testigo de lo que sucedía. –Como quieras. Es tu vida –dijo finalmente dejándola sola.


–¿Qué te pasa Jamie? Estás como si hubieras visto un fantasma –dijo Gina recogiendo sus dos cafés de sobre el mostrador.

–Casi –le respondió su amigo apuntando hacia un lugar de la terraza con sus ojos.

Gina giró sus ojos hacia el lugar, descubriendo a Lara sentada ante una de las mesas.

Jamie se acercó hacia la joven escritora dejando ante ella su Martini.

Durante unos minutos permaneció con su mirada puesta en ella, intentando descifrar las intenciones de aquella mujer. Debatiéndose en hacer justicia a la petición de Ani de mantenerse al margen de todo o acercarse y tratar de hacer algo. Se acercó despacio hacia ella portando los dos vasos de café. Lara no se percató de su presencia con sus ojos azules clavados en la copa llena ante ella.

–No creo que sea buena idea –dijo esperando que su presencia no le hiciera más daño que el que era evidente que estaba sufriendo.

–Eso lo decidiré yo –respondió Lara reconociendo la voz y alzando sus ojos hacia ella.

–Mira, yo no soy la persona indicada para decirte esto, pero sea lo que sea lo que te pasa no se me merece “eso” –dijo apuntando con sus ojos la copa de bebida.

–Tienes razón, no eres la persona indicada –dijo Lara acariciando la copa entre sus dedos.

Una parte de Gina pensaba en zarandearla y gritarle por todo lo que estaba haciendo pasar a Ani, pero fue el pensamiento de ésta precisamente la que le hizo buscar la calma dentro de sí misma y tomar asiento en la misma mesa. –Pensé que la próxima vez que nos viéramos irías a golpearme no a tratar de ayudarme.

–Yo también lo pensaba –dijo en un esfuerzo de ignorar lo que sentía y tratando de ser justa con el estado de la mujer frente a ella.

Una pequeña mueca en el rostro de Lara, le dio pie a Gina para intentar alejarla de la copa en sus manos.

–Mejor tómate uno de estos –dijo poniendo delante suyo uno de sus cafés.

Con lentitud apartó con su mano el Martini.

Lara bajó la cabeza y comenzó a sollozar al tiempo que su mano sujetaba el vaso que le había ofrecido la otra mujer. –Tranquila –dijo Gina intentando calmarla y sujetando su otra mano libre.

–Ella ya no me cree y lo peor de todo es que lo merezco.

Gina arrugó su frente intentando comprender su confesión.

–No creo, si no fuera así no estaría contigo. Ella te ama.

Las palabras de Gina hicieron que Lara de nuevo rompiera en un llanto que ya empezaba a llamar la atención de todos. Gina se bajó de su silla y la rodeó por sus hombros.

–Vámonos de aquí. Te acerco a casa.

Lara no respondió, sólo se dejó llevar por la otra mujer incapaz de dejar de llorar.

Apenas entrar en el coche de Gina y sin que esta le preguntara, Lara comenzó a hablar limpiando su cara con las palmas de sus manos.

–Tuve una discusión con mi editora y recordé que había una botella de vodka en la casa.

Gina desvió su atención de la carretera y giró sus ojos hacia ella.

–Llegué hasta llenar un vaso… –dijo avergonzada del hecho–. La verdad es que mientras sostenía el vaso en mis manos miré el espacio de mi salón y reviví aquella vez que… –Durante un segundo la periodista recordó con quien estaba hablando y ladeó su cabeza hacia Gina, que agarraba con tal fuerza el volante que los nudillos parecían totalmente blancos.

–Por un instante eso me hizo desear con más ganas de vaciar el vaso de un solo trago, pero no pude. Gina desvió sus ojos hacia ella confusa.

–Luego vacié por completo la botella y vertí el contenido del vaso por el fregadero. Cuando Ani llegó….

Gina miró hacia adelante, comprendiendo al fin lo que había ocurrido. Bajando sus párpados y casi sintiendo lástima por Lara.

–Escucha. Ani lo entenderá. Solo necesitas contarle lo ocurrido.

–¿No lo entiendes? No tengo credibilidad, ya no confía en mí.

–No lo creo. Se trata de Ani, ella te escuchará y todo pasará. Si alguien pone un esfuerzo sobrehumano por entender y perdonar, esa es ella.

Lara giró su cabeza hacia ella, secando su cara de nuevo y luego devolviendo la vista hacia delante.

Gina, ajena a la mirada de la joven a su lado, respiró con dificultad y bajó sus párpados despacio antes de coger la última curva y llegar a la casa de Lara.

–Gracias –dijo Lara cuando el vehículo se detuvo.

Gina percibió como la puerta de la casa estaba abierta y todas las luces apagadas.

–Te acompaño. No voy a dejarte sola –dijo parando el motor.

Lara solo asintió con un gesto de gratitud en sus ojos.

Nada más cruzar el umbral de la puerta el móvil de Lara suena.

–¿Lara?¿Estás ahí?

–Sí Cris, aquí estoy.

–¡Por todos los cielos!¿Estás bien? Te he llamado cientos de veces.

–Me dejé el móvil en casa.

–Ani me dijo que…

–No lo hice…Yo…

–¿Seguro? Ani…

–Escucha. Pude haberlo hecho… pero no lo hice.

–Entiendo y te creo. ¿Estás bien? Voy para tu casa.

–Déjalo Cris, ya estoy con alguien –dijo mirando a Gina ocupándose de recoger los cristales esparcidos por el suelo.

–Pues haré algo. Déjame que yo hable con Ani, será más fácil que me escuche a mí.

–Supongo que sí –dijo la periodista reconociendo que eso pondría más fáciles las cosas entre ellas.

Nada más colgar, se unió a Gina en recoger los cristales del suelo. Pocos minutos después el teléfono fijo suena.

Lara responde reconociendo el número de Cris.

–¿Sabes algo de Ani?

–Acabo de hablar con ella. No te preocupes, ha entendido lo ocurrido. Ya va de camino y…

–Gracias –dijo colgando y dejando a la otra mujer con la palabra en la boca.

Gina le acercó la infusión de manzanilla hasta el sofá.

–¿Todo bien? ¿Ella…ella está bien?

–Sí, lo está –dijo mirándola y reconociendo la preocupación y el nerviosismo en sus movimientos torpes–. Viene de camino. Cris ha ejercido como la defensora de esta causa perdida que soy… eso se le da bien –dijo con cierta tristeza al recordar que lo que había perdido con Ani era algo más que su respeto.

–No debieras hablar así de ti. Lo estás intentando y estoy segura que lo vas a lograr, tienes mucha ayuda a tu alrededor –dijo intentando levantarle la autoestima.

–La tengo–le respondió con una gesto parecido a una sonrisa.

–¿Se puede saber qué haces tú aquí?

Gina giró su cabeza hacia la entrada descubriendo a una Ani desafiante.

–Ani, no… –se apresuró a decir Lara levantándose de su asiento.

–¡Era mucho pedirte que me respetaras! ¡¿No?! –Se acercó hasta encarar a Gina con arrugas en su frente y no pudiendo evitar elevar el tono de voz.

–Yo no… Solo…

–¡No sé cómo pensé que por una vez en tu vida ibas a tomar en cuenta mis deseos y no los tuyos!¡Nunca cambiarás! –dijo con sus dientes apretados.

–Ani por favor…Cálmate –dijo Lara una vez más sobrecogida por el modo en que Ani trataba de protegerla de Gina.

Gina no dudó en caminar rápido hacia la puerta, tomando su bolso y dando un portazo tras salir fuera.

Lara se quedó mirando como Ani masajeaba sus cienes.

–Lo siento Lara, esto no debió haber pasado. ¿Te ha hecho daño? –dijo acercándose y sujetando su rostro con ambas manos.

–Ani, ¿quieres calmarte? –respondió la otra mujer, sujetando las manos de Ani, apartándolas de su rostro y abrazándola–. Entiendo que estés nerviosa, pero Gina solo ha tratado de ayudarme.

Ani aflojó la presión de sus brazos y encaró a la periodista esperando una explicación a sus palabras.

–Fui a buscarte y…Bueno… me encontré con ella. Me trajo a casa tras evitar que cometiera el error de mi vida –dijo sintiendo algo de vergüenza por ello.

Los ojos de Ani la miraban extrañada.

–Todo está bien ¿ok? –dijo volviendo a abrazarla.

La mirada de Ani se dirigió hacia la puerta por la que apenas hacía unos minutos había desaparecido Gina, cerrando los ojos al recordar la forma en que la había tratado.

–Esto te está superando Ani y no me gusta verte así.

–Estoy bien. Es que ha sido un día complicado.

–Lo sé. También lo ha sido para mí.

–Lo siento. Debí dejar que te explicaras. Yo… –dijo recordando su parte de culpa al haberse ido esa mañana dando por sentado lo ocurrido con aquella botella.

Lara la encaró sujetándola por sus manos.

–Pssss –puso su dedo índice en sus labios–. Tranquila, ya todo pasó –añadió bajando sus labios hasta besar sus manos entre las suyas.

Ani bajó su mirada al gesto de Lara y luego desvió su mirada en la puerta.


Las malditas llaves entraron a la fuerza por el cerrojo de la puerta de la oficina. Sin encender la luz y dando un portazo tras ella, Gina se adentró en su despacho.

Arrojó su bolso con fuerza contra una de las paredes y caminó con rabia hacia el fondo de aquel espacio. Apoyó una mano en el bastidor de la ventana y dejó salir unas lágrimas que venía había tratado de contener durante el trayecto en coche.

–¡Estúpida! –gritó dando un golpe con su puño en la pared–. ¡Estúpida! –volvió a repetir dando otro golpe. Abrió la mano y apoyando su frente en ella sollozó en mitad de la oscuridad con la única compañía de su propio llanto y la soledad. La mirada de odio de Ani se le formaba sin cesar en su cabeza cada vez que cerraba sus ojos. Y eso hería más que sus palabras. Sentía que había sido injusta con ella y recordaba sus palabras que se clavaban en su alma como puñales clavándose en una herida sin curar.

No tenía razón de ser. La situación se le escapaba de las manos. Amarla así le estaba dejando sin fuerzas. No importara lo que hiciera ni cómo, Ani cada vez estaba más lejana y decidida a destruir el poco contacto que las unía.

Tomó aliento con un sonido roto en su garganta mientras se daba la vuelta y se dejaba deslizar hasta quedar sentada en el suelo.

–Es inútil…todo es inútil –dijo con dificultad, ininteligible y provocando un nuevo llanto que parecía salir de la mismísima herida eternamente abierta en su corazón.

Apoyó sus codos en sus rodillas y sujetó su cabeza que pensaba que le iba a estallar.

–¿Por qué? ¿Por qué ahora?#8230;Ahora que no puedo ofrecértelo.

Sus sentimientos vagaban del modo en que Ani la había tratado y sus sentimientos hacia ella, tomando fuerza unas emociones de las otras para impedirle parar de llorar.