¡Buenas ministéricas! Ya estamos aquí para seguir poniéndonos al día con El Ministerio del Tiempo. Antes de nada, aclaro el tema de las edades por si ha dado lugar a confusión. Al atravesar las puertas temporales los personajes no envejecen, es decir, aunque vivan y trabajen en el presente, mantienen la misma edad que tendrían de haber seguido viviendo en su época original. Así que aunque Irene sea de los años 30, no es una ancianita que se conserva en muy buena forma. Si la reclutaron cuando tenía 25 años (pongamos por caso), al atravesar la puerta hacia el presente, llegó al Ministerio con los mismos 25 años. La edad que tenga ahora dependerá de los años que hayan pasado desde su reclutamiento. ¿Se entiende ahora mejor? Perdón por no haberme explicado, porque las paradojas temporales ya sabemos que son un lío. Ahora vamos a la chicha del segundo episodio.

«Aquí tienes, esta es la lista de mujeres que se han hecho cayetaners tras el primer episodio»

Primero a saber, el viaje temporal va a ser a Lisboa, Mayo de 1588. Porque no os lo perdáis, pero en esta época hay un agente del Ministerio que tiene un portátil y todo. ¿Que dónde lo enchufa? Ahhh, misterios. En el presente tenemos a Irene, Ernesto y Angustias (que es la que trabaja de secretaria) tomando un café y hablando sobre la jubilación, todo muy cotidiano. Les llega precisamente un fax (desde 1588, sí) indicándoles que Lope de Vega no va en el San Juan, con lo cual iría en otro barco y moriría antes de lo que dicen los libros de Historia. Vamos, que ya tenemos misión para este capítulo.

Me encanta cómo Irene sigue mirando a los tres patrulleros como si acabasen de salir de preescolar mientras les explican las misiones. Pero en cierta manera es normal porque Salvador les dice que han hablado por Skype con su agente en 1588. ¡Por Skype, señoras! Amelia y Alonso no saben qué es, claro, y Julián flipa igual que nosotras con eso de que puedan hablar por Skype con el pasado. No me extraña, porque lógica no tiene ninguna.

Irene pensando «ya podían haber reclutado a alguna lesbicanaria»

Total, que se visten con ropa de la época y van al lío. Irene sigue preocupándose mucho por Amelia e incluso la envuelve en un chal que le ha llevado, algo que es muy bonito de ver. Fraternal en cierto sentido, como hermanas. Pues tendré que dejar de shippearlas, no me dejan otra.

Irene: Hay 20.000 soldados en la ciudad, probablemente borrachos, así que ten cuidado, nena.

Amelia: Tranquila.

«Toma, nena, una rebequita para que no pases frío»

¡Más monas que son! *o* Así que los tres se marchan, con la idea de encontrarse con Gil Pérez, que es el nombre del agente del Ministerio. La puerta temporal da a un barco y la primera que hace las presentaciones es Amelia, lógicamente, porque es la que está oficialmente al mando. La chica está alucinada porque están visitando la Lisboa previa al terremoto de 1755, que tuvo unos efectos destructivos inmensos en la ciudad. Rigor tecnológico ni gota, pero rigor histórico todo el que queráis, así que se lo perdonamos. Alonso está prácticamente en su época, así que decide irse por libre mientras los otros buscan a Lope de Vega, pero necesitan datos y ahí es dónde sale esta conversación que igual nos aclara algo:

Julián: A ver, yo sé que es una pregunta extraña en 1588 pero, ¿dispone vuestra merced de un ordenador personal?

Gil Pérez: ¡Vive dios que dispongo! ¡Y conexión a internet! La llamada red de redes.

Pues nada, tranquilamente con wifi en el siglo XVI. No sé vosotras, pero yo estoy más confundida que antes. Y resulta que en la misma lista del barco en el que va Lope sale Alonso de Entrerríos también. Bueno, ¿y qué más? El tema es que encuentran a Lope, que resulta ser un ligón de tres pares de narices y flirtea con Amelia. Claro, Amelia ha leído su obra y está en plan fangirl. Como nosotras estaríamos si nos encontrásemos a Ellen Page, más o menos.

Hijo de Alonso. Nivel: Parecerse en el blanco de los ojos.

¿A que no sabéis lo mejor? Que el tal Alonso de Entrerríos de la lista, resulta ser el hijo del propio Alonso. Ba dum tsss. En el presente sabemos poco de Irene, así que seguramente ésta sea la trama más interesante del episodio, ya que Alonso habla con Alonso y él aprovecha para saber más de él y de su madre haciéndose pasar por un amigo de su padre en los Tercios de Flandes. Es una escena muy emotiva, sobre todo sabiendo que el muchacho va a morir en el viaje de barco. Criatura…

Por suerte Irene enseguida nos vuelve a iluminar con su presencia y hace una llamada para ver si va bien todo. Tanto Irene como Ernesto (que son un poco como Zipi y Zape) se fían poco de la patrulla, así que quieren ir ellos a solucionar el tema, pero Salvador les tiene fe ciega.

Irene y Ernesto comunicándose con la mente

¿Os acordáis de Amelia? Pues la muchacha ha caído presa de los encantos de Lope de Vega y tiene que ir Julián a la habitación a interrumpir antes de que pase algo que no deba pasar. Porque, la verdad, sin condón ni nada en esas épocas, como para quedarte preñada, Amelia… Céntrate, cariño. Recuerda tus palabras de no necesitar a los hombres en el capítulo anterior. Pero claro, Julián se derrite a los dos segundos de “echarle la bronca” porque si Amelia te mira con ojitos de cordero degollado, te callas.

A ver quién se puede resistir a esta mirada, porque yo no.

Para liar todo un poquito más, Alonso quiere salvar a su hijo cambiándose en el barco por él. Muy épico, pero también muy idiota. Y cuando Amelia intenta hacerlo entrar en razón, él está borracho como una cuba y le suelta una serie de barbaridades machistas sobre las “mujeres mandando a los hombres” que dan ganas de romperle una silla en la cabeza. Y dicho y hecho, porque Julián coge una y se la estampa sin más miramientos, dejándolo noqueado en el suelo. Fácil y sencillo.

Total, que al final salvan tanto al hijo de Alonso como a Lope y los mandan en un barco seguro, porque Gil Pérez arregla unos papeles y se apaña. Bien podía haber hecho esto al principio del episodio y se ahorraban todo el trajín, pero en fin.

«Estos pipiolos se están choteando de nosotros, ¿verdad, jefe?»

Obviamente, lo de haberse saltado las normas para salvar al otro Alonso se lo guardan para ellos, aunque los jefes se lo creen más bien poco. Irene, de hecho, dice que acaba de chatear con Gil Pérez y que todo ok, aunque está segura de que les ocultan algo. Y tanto que les ocultan. Porque Julián sigue llamando a su mujer y Alonso viaja al pasado a visitar a su hijo en versión niño, regalándole una bolsa de dinero para su madre.

En resumen, sabemos que entre épocas pueden usar portátiles, móviles, wifi, Skype, fax, chat… Ya si eso que hagan grupitos de WhatsApp para cotillear sobre personajes históricos, porque ya es lo único que les falta. Irene no ha salido casi nada en este capítulo porque al fin y al cabo los tres protagonistas son los que son, qué le vamos a hacer. Para la semana esperamos más y mejor. Y, a poder ser, de Irene Larra.