Hay gente en este mundo que es increíblemente imbécil. Lamento el uso de la palabra, pero es que hay veces que no encuentro otra que pueda definir mejor a esta clase de personas. ¿Él último que se ha ganado el mote? El viceprimer ministro turco: Bülent Arinç, que siente que las mujeres vamos provocando al personal al reírnos en público. En serio señoras, no me lo he inventado yo, no tengo tanta imaginación.

La mujer, para ser decente, no debe hacer movimientos seductores ni reírse delante de todo el mundo.

Así lo dijo, con toda su cara durante un discurso en el Eid al-Fitr. Y no es el único asunto que lo preocupa, también lamentó que las jóvenes turcas «ya no se ruborizan ni se giran» cuando los hombres las miran a la cara. Es tremendamente triste que a estas alturas del partido tengamos que seguir escuchando esta clase de discursos. Pero como siempre, a mí me ha dado por verle el lado amable a la noticia, que desde luego no son estas declaraciones. Sino el hecho de que las mujeres turcas hayan respondido con una sonrisa.

Así como lo oyen chicas, las mujeres turcas decidieron inundar las redes sociales con imágenes de ellas mismas riendo en público. Utilizando el hashtag #direnkahkaha (resiste riendo), han llenado Twitter, Facebook e Instagram con fotografías de mujeres felices, algo que estoy segura le está causando un torzón ahora mismo al tipejo en cuestión.

¿Y saben qué es lo más genial de todo? Pues que este movimiento positivo ha tenido una repercusión tan grande, que ha salido de Turquía para expandirse por todo el mundo. Y ahora mismo, si se pasean por ejemplo por Twitter, se van a encontrar a miles de mujeres, tremendamente diversas, apoyando el movimiento y subiendo sus fotografías.

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p>Me ha encantado ver como se ha transformado una declaración horriblemente machista en una acción positiva y que nos da valor como mujeres. Es la mejor manera de acabar con estos discursos, porque ellos podrán seguir diciendo misa, pero si nosotras no permitimos que ese discurso vacío nos llegue y encima lo sobrepasamos con buena onda ganamos todas. Porque no hay nadie en este mundo que tenga derecho a decirnos cuando podemos o no sonreír.