Mis padres siempre han trabajado los fines de semana (bueno no siempre, pero casi siempre) y por eso los sábados y domingos eran los días de estar con mi abuela. Algunos de los momentos más bonitos de mi vida los he pasado junto a ella y en cierto sentido gran parte de lo que soy y de la educación que tengo se la debo a su paciencia y constantes consejos.

Mi abue es una de esas señoras guapísimas de sociedad, que nunca salen de casa sin estar arregladas (está por cumplir los 95) y que son extremadamente educadas. Pero también es una persona muy cariñosa y cuando se trata de uno de nosotros es perfectamente capaz de hacer a un lado su educación por sus sentimientos. Por ejemplo cuando mi prima tuvo la mala suerte de quedarse embarazada y la corrieron de su casa, fue ella quien la invitó a vivir con ella y la defendió de todo el mundo. Por eso yo la quiero tanto.

Todos los domingos por la mañana mi abuela nos preparaba a mis hermanas y a mí para ir a la iglesia. Era un ritual que me gustaba mucho porque siempre íbamos a la misa de las 12:00 porque a esa iba el coro y a las tres nos gustaba mucho cantar, así que nos sabíamos todas las canciones y siempre nos sentábamos con ellos. Como mi abue vive en el centro de la ciudad caminábamos hasta la iglesia porque está tan solo a un par de cuadras de la casa.

Ella siempre nos guiaba mientras nos contaba cosas y recuerdo que uno de esos días iba yo saltando como desquiciada de la banqueta a la calle porque siempre he sido un tanto inquieta. Entonces mi abuela me mandó llamar y me dijo: «hija, no puedes ir así por la calle, recuerda que eres hija de médico«, yo en ese entonces no entendí que conexión había entre lo uno y lo otro pero como mi abuela para mi siempre ha tenido la razón me comporté como la gente y caminé por la calle tranquilamente.

Esa fue la primera de los millones de veces que mi abuela me dijo esa frase. Y es que mi abue siempre ha sido muy sutil pero directa y firme. Recuerdo que una vez fui a casa a comer con un vestido bastante corto. Ella me miró y me dijo: «hija, creo que a tu vestido le hace falta que le bajen la bastilla (LOL) cuando quieras vienes y te la bajo». No hace falta decir que nunca volví a llevar ese vestido a casa de mi abuela (aunque me lo seguí poniendo para otras cosas porque me gustaba mucho) lol, pero bueno que así es la mujer.

El caso es que cuando la señorita Genix y yo empezamos a hablar sobre vivir juntas yo le dije en broma que me era imposible vivir con ella sin un anillo de por medio porque yo era «hija de medico» y puse mi mejor imitación de mi abuela cuando lo decía. Y entonces ese se convirtió en nuestro chiste particular durante mucho tiempo. En ese tiempo el matrimonio Gay no era posible así que no era sino una tontería que nos hacía reír pero a mi me divertía mucho decirlo.

Pero un día la señorita Genix puso su mejor cara seria, me miro a los ojos, se metió la mano en el bolsillo y sacó una cajita pequeña. Yo me reí porque eso es lo que hago siempre cuando me pongo nerviosa y porque no tenía ni idea de que iba todo aquello. Entonces con gran delicadeza la abrió sacó un anillo, me pidió que me fuera a vivir con ella y me lo colocó en el dedo mientras yo la miraba estupefacta.

Creo que ha sido uno de los momentos más lindos de mi vida y por supuestísimo que dije que sí. La verdad hubiera dicho que si sin anillo pero shhhhh, no se lo digan que es mi secreto mejor guardado. Y desde ese momento llevo ese anillo en el dedo. Ella tiene uno idéntico, yo tengo el que dice su nombre y la fecha en la que empezamos a salir y ella tiene el que dice el mío.

Cuando nos casamos intercambiamos estos mismos anillos porque sentíamos que en realidad ya nos habíamos casado hace tiempo. En todo caso solo estábamos comunicándolo a la sociedad y celebrándolo con nuestros amigos.

Después de un tiempo, mi madre me preguntó por el anillo y yo le dije la verdad. Que Genix me lo había regalado porque yo le había dicho que no podía vivir con ella sin anillo porque era hija de médico. Mi madre se río un montón y me dijo que estaba más loca que una cabra, pero creo que ese detalle la hizo apreciar lo mucho que me quiere mi mujer y fue una de esas cosas que la hizo empezar a verla con mucho mejores ojos.

Así que ya saben chicas, siempre escuchen a sus abuelas, por en ellas reside la sabiduría para encontrar la felicidad 😛