En Estados Unidos se mantienen unas cifras alarmantes de suicidio, según las estadísticas 1 de cada 6 jóvenes lo contempla cada año. En México es la décima cuarta causa de muerte y en España cada día 10 personas se quitan la vida. Los datos son muy duros y sobre todo cuando entendemos el proceso que lleva vivir con depresión, sin la libertad de ser o con el complicado manejo de la presión social cuando se es adolescente.

Si le ponemos a todos estos problemas el vivir en un hogar o en un espacio poco respetuoso hacia tu orientación sexual, la historia, de verdad, no es nada alentadora pues para los jóvenes de la comunidad LGBTTTI hay cuatro veces más probabilidades de cruzar la breve línea entre el intento de suicidio al hecho.

Nuestros vecinos del norte (EUA, soy mexicana) han realizado una interesante correlación entre el matrimonio de parejas del mismo sexo con el suicidio de adolescentes LGBT, dado que desde su legalización en territorio estadounidense los intentos por quitarse la vida han disminuido en un 7%. Esa pequeña cifra así fueran tres vidas salvadas es impresionante.

Relacionar una cosa con la otra suena un poco loco para una persona que lo ve desde afuera, sin embargo para muchas de nosotras lesbicanarias y demás integrantes de la diversidad sexual tiene mucho sentido.

El reconocimiento de los derechos en el mandato de Barack Obama ha sido inspirador para muchas y muchos, además, cada estado integró alguna u otra política pública que, de cierta manera, reafirmaba o apoyaba a la comunidad LGBTTTI.

Aunque quizá todas las iniciativas no son relacionadas directamente con los intereses de los adolescentes y jóvenes hay un espíritu de inclusión que hace dispersar los miedos de salir del clóset o de hacerse visibles ante la sociedad.

El actual mandatario Donald Trump podría echar todos estos avances por la borda, si recordamos recientemente ha retirado la protección para los estudiantes trans, revocando el derecho de usar el baño del género con el que se identifican. Sus intenciones con la comunidad son claras e intentará dar marcha atrás a todas las leyes o iniciativas pro LGBTI posibles y anteriormente firmadas por la Suprema Corte de EU.

Tanto ellos como nosotros en el resto del mundo aún tenemos una gran lucha para enfrentar y si el matrimonio igualitario, al menos en México, fuera parte de la solución para mejorar y empoderar a nuestra juventud sería una gran propuesta que deberían reconsiderar en la Cámara de Diputados y el Senado de la República Mexicana.

De algo estoy segura, si a mis 16 años (tengo 27) se hubiera al menos hablado del tema en televisión o se mencionara en los noticieros, el clóset se me habría hecho más ligero y fácilmente habría salido de él.