Querido diario:

El otro día (y quien dice el otro día en Las Palmas se puede referir desde ayer hasta tres años atrás) estaba yo esperando por mi guagua (el autobús que me lleva al trabajo) escuchando música y leyendo un libro (sip soy un poco multitasking).

El caso es que cuando llegó, saque mi bono y me dispuse a pasarlo por la maquina. Todos los días sigo la misma rutina, pero ese día no sé porque levante mi cabeza para encontrarme con la cara del chofer que era un chico joven bastante guapillo.

Entonces el chico me saco su sonrisa tipo colgate y yo me reí. Me senté en el asiento libre (que era el que estaba totalmente adelante) y me dí cuenta que el chico me estaba siguiendo con la mirada. Y yo por supuesto me sentí halagada porque siempre le viene bien al ego que alguien te mire.

En fin que me senté y otra sonrisa y mientras volvía a mi libro pensé: «mira tú un chico me está coqueteando y me siento bien». Y entonces pensé en que si no estuviera con Genix igual y podría volver a salir con un chico. Ya ni si quiera le estaba mirando, estaba concentrada en el camino pensando que los chicos tampoco estaban tan mal. Era solo que yo me había encontrado a la mujer perfecta y claro con una chica como ella no hay opciones de no caer.

Tengo que admitir que yo siempre he creído que he pasado mi etapa de chicos y soy super lesbiana, pero en ese momento pensé, bueno la vida da muchas vueltas, igual dentro de mil siglos por alguna razón termino siendo alguien más y un chico como este me puede sacar más que el halago.

Ya casi me había convencido de que en el fondo era un poquito bisexual cuando llegue a mi destino. Entonces cerré mi libro (que por cierto no leí) y me levante de mi asiento. Y al levantar la cabeza me tope con una chica guapísima. Era una chica simplemente despampanante. Y entonces no me quedo de otra que irme riendo todo el camino que me faltaba para llegar al trabajo porque cualquier mínima duda quedó disipada en ese mismo instante.

Cuando llegue se lo conté a Genix y siempre nos reímos un montón de la anécdota. Me da mucha risa porque es como si las diosas hubieran enviado una señal en el momento indicado. Solo me faltó que me cayera un letrero del cielo con luces de neon que dijera: ¡¡A ti te gustan las chicas!! En fin fue muy gracioso.