Mujer

Para todas las personas que saben hacer que ese adjetivo se vuelva un sustantivo: «Mujer». Para todas ustedes sustantivas mías.

Mini Relatos Genix Lluvia

Imagina que la miras y descubres ese halo de vida en su mirada, sus sonrisas capaces de abrir puertas en donde no veías nada. Ella muestra su fuerza con la entrega a las emociones, el lado amable y poderoso de poder romper y crear todo a su paso, con una sonrisa suya, con una lágrima.

Enigmática, esconde en cada curva de su cuerpo mil secretos inconfesables, solo explorables por quienes conocen el enigma de cómo mezclar la necesidad de unas manos deseosas de acariciar todo de ella, con la sutileza de sentir piel con piel.

E incapaz de contenerte al embrujo deseas adentrarte en ella, descubrir los tesoros que se guardan en los laberintos de sus pasiones. Como si nada más existiera, como una necesidad de rencontrarte…encontrándola a ella, sin miedo ni expectativas, olvidando cualquier circunstancia que no sea la fuerza de algo que duele más controlar que dejar libre, así que olvidando el resto del mundo, ese del que muchos te tacharán de cobarde por sucumbir y otros tantos comprenderán tu valentía, avanzas descubriendo las joyas que guarda.

…Y ahí descubres ese diamante en bruto que te apuras en querer apreciar al tiempo que despierta ese estímulo innato de quererlo solo para ti, pero justo entonces ves algo brillando más adentro. Entonces lo dejas en donde estaba tratando de ir por aquello que ha iluminado tus ojos, incapaz de contenerte al deseo de descubrirlo. Y una vez ahí te ciegas por la belleza de ese nuevo tesoro, sin notar que a solo un par de pasos más, se esconde otro y otro más…y otro más. Hasta darte cuenta que en realidad todo a tu alrededor forma un enorme tesoro que solo brilla por estar incrustado en ella. Tan pronto te acostumbras a toda esa luz te das cuenta que todo a tu alrededor es brillante y en sí mismo es como un jardín de un mundo en femenino, con una belleza y fragilidad que está ligada entre sí en cada uno de sus pétalos. Nada puede ser extraído, no hay otra poseedora que ella.

Te sonríes arrastrando lentamente tu espalda por la pared, porque de repente amansas tus anhelos, y te sientas a un lado abrazando tus rodillas, llegando a una conclusión de algo simple a lo que solo otra mujer podría pensar: el tesoro es haber tenido el honor de estar ahí, el habérsete permitido ver y disfrutar de un mundo donde la realidad alternativa es no volver a ser la misma de antes de entrar. Sin poseer, sin papeles que se rompen con tinta que se disolverán, dueña del instante de ser lo más valioso que nadie puede ser….digna de amar.

Quizás es lo que tiene el amor, no tiene dueño, ni principio ni fin. Quizás nunca fue tan importante tener alas y volar, como saber a donde ir y ganarte ese vuelo hacia la libertad que bien podría ser sus ojos sinceros y brillosos, ese lugar en donde todo lo que es y será capaz de ser se concentran en una mirada, una simple, sencilla, sincera y desnuda mirada que si eres capaz de enfrentar, quizás haya posibilidad de merecer ser vista del mismo modo…alguna vez. Ella puede llorar compartiendo una sonrisa al mismo tiempo. Emociones abstractas de las que emanan el alimento que necesita el mundo para no dejar de ser mundo.

Y recuerdas las siete maravillas sin comprender que no son cuadros que acabarán por despintarse, rocas que acabarán por desintegrarse, jardines que terminarán como campos áridos bajo un sol abrazador…Las maravillas del mundo están en cómo vemos las cosas, vivimos nuestros sentimientos y sobre todo, el valor que le damos a cada amanecer en los ojos de quien tenemos al lado. Aunque para ello a veces haya que cerrar los ojos al abrir el corazón y no dejarnos engañar por ese instinto primario de que incluso el amor puede ser una posesión o un derecho…y no lo que es, una búsqueda más que una meta.

Lo único que puedo aceptar cuando la siento en mí es que estoy aquí porque quiero, porque todo no está bajo control ni responde a un criterio establecido, porque creo en ella y en sus errores y otras desconfío de mí y de mis aciertos… Así que sabiendo que todo es más simple que una triste parábola, la única promesa que puedo darle… soy yo, aquí y ahora. Y mantener la esperanza que tenga mil tesoros para ella en los pasadizos de mis emociones. Sé, ahora sé que no importa buscar algo eterno, lo que importa es tratar de crearlo desde mí misma.